Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 8 de abril de 2002
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Política
Jorge Santibáñez Romellón*

Querido George: nos vemos el año que entra

Después de tantas evidencias, creo que debemos empezar a aceptar que las negociaciones migratorias no solamente están detenidas, sino que, de plano, no se ve que pronto puedan retomarse, al menos en este año que Estados Unidos vivirá un proceso electoral durante noviembre próximo que será para México, sus intereses y para los mexicanos que viven allá, de gran importancia. En función de los resultados de esas elecciones, no antes, sabremos si las negociaciones sobre el tema de la migración de mexicanos, que atañe a más de 9 millones de paisanos, volverá a estar algún día sobre la mesa.

Ciertamente los sucesos del 11 de septiembre cambiaron todo, pero en ocasiones me pregunto si esa es la única razón o, más bien, si esos terribles acontecimientos sirvieron de pretexto para detener más abruptamente de lo previsto un proceso que tarde que temprano de todas maneras se iba a detener, quizá de otra forma, dando largas, con programas pequeños que no resuelven realmente nada, creando pequeñas tensiones, pero finalmente manteniendo el status quo.

Y es que la sociedad estadunidense sigue siendo contraria a la migración. En una encuesta representativa de esa sociedad, realizada por la empresa Gallup en junio de 2001, es decir, antes del 11 de septiembre, 46 por ciento de la población manifestó que los migrantes no pagan impuestos acordes con los servicios que reciben y empeoran la situación fiscal de Estados Unidos; solamente 12 por ciento piensa lo contrario, es decir, que mejoran la situación fiscal, mientras que el resto considera que realmente los migrantes no impactan mayormente la balanza fiscal. En síntesis, 46 por ciento de la población estadunidense considera que los migrantes "cuestan" y no aportan.

Por supuesto que la realidad es otra, pero eso no es lo que importa a un político cuando toma decisiones. Un estudio de la Asociación Nacional de Ciencia de Estados Unidos demuestra que en promedio, entre los impuestos que paga un migrante y lo que utiliza de servicios que son financiados con los impuestos, éste deja durante su vida activa o, dicho de otra forma, como contribuyente de impuestos, un saldo de 80 mil dólares a favor del fisco de Estados Unidos. Es decir, estamos financiando la educación y las jubilaciones de nuestros vecinos.

La última oportunidad que yo veía, antes de las elecciones de noviembre, era la reunión de Monterrey. Sin embargo, como es ampliamente conocido, durante esa reunión solamente se suscribió un acuerdo sobre seguridad fronteriza que interesaba a Estados Unidos y en menor, mucho menor medida, a México. Por así decirlo, más que un acuerdo, se suscribió un "contrato de adhesión" mediante el cual nos sumamos a su iniciativa, lo cual no necesariamente es malo, lo malo es que sea sin obtener nada a cambio.

La pregunta que nos hacemos los interesados en el tema, incluidos los migrantes, por supuesto, es: ¿qué se puede hacer entonces mientras el momento de volver a hablar de migración llega o, aun mejor, qué se puede hacer para que el tema regrese a la agenda?

Desde mi punto de vista las peores estrategias serían: no hacer nada, aparentar que el tema sigue ahí -algo que será cada vez más evidentemente falso y en consecuencia más criticado- o seguir con el juego de la gran amistad entre los presidentes como motor de toda la relación cuando en realidad, y aun aceptando esa gran amistad, las evidencias muestran que ha servido más allá que acá, y que Bush no está dispuesto a arriesgar la fortaleza que le significó el 11 de septiembre, en términos de capital político para las elecciones de noviembre y para su eventual relección en dos años. Al menos no por los migrantes mexicanos, que en su perspectiva pueden significar más votos en contra que a favor.

Por otro lado, tampoco nos engañemos, nuestra dependencia y asimetría con Estados Unidos es muy grande y prácticamente, sin ser sus subordinados, no podemos pelearnos con ellos. Así, en el pequeño espacio que queda, y no solamente para propiciar que el tema regrese, sino hasta para evitar costos políticos internos elevados, el gobierno del presidente Fox debe cambiar de estrategia hacia, al menos, una defensa más digna, más clara y más fuerte de los migrantes y... ya se está haciendo tarde para ello.

* Presidente de El Colegio de la Frontera Norte

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