Jorge Santibáñez Romellón*
Querido George: nos vemos el año que entra
Después de tantas evidencias, creo que debemos
empezar a aceptar que las negociaciones migratorias no solamente están
detenidas, sino que, de plano, no se ve que pronto puedan retomarse, al
menos en este año que Estados Unidos vivirá un proceso electoral
durante noviembre próximo que será para México, sus
intereses y para los mexicanos que viven allá, de gran importancia.
En función de los resultados de esas elecciones, no antes, sabremos
si las negociaciones sobre el tema de la migración de mexicanos,
que atañe a más de 9 millones de paisanos, volverá
a estar algún día sobre la mesa.
Ciertamente los sucesos del 11 de septiembre cambiaron
todo, pero en ocasiones me pregunto si esa es la única razón
o, más bien, si esos terribles acontecimientos sirvieron de pretexto
para detener más abruptamente de lo previsto un proceso que tarde
que temprano de todas maneras se iba a detener, quizá de otra forma,
dando largas, con programas pequeños que no resuelven realmente
nada, creando pequeñas tensiones, pero finalmente manteniendo el
status quo.
Y es que la sociedad estadunidense sigue siendo contraria
a la migración. En una encuesta representativa de esa sociedad,
realizada por la empresa Gallup en junio de 2001, es decir, antes del 11
de septiembre, 46 por ciento de la población manifestó que
los migrantes no pagan impuestos acordes con los servicios que reciben
y empeoran la situación fiscal de Estados Unidos; solamente 12 por
ciento piensa lo contrario, es decir, que mejoran la situación fiscal,
mientras que el resto considera que realmente los migrantes no impactan
mayormente la balanza fiscal. En síntesis, 46 por ciento de la población
estadunidense considera que los migrantes "cuestan" y no aportan.
Por supuesto que la realidad es otra, pero eso no es lo
que importa a un político cuando toma decisiones. Un estudio de
la Asociación Nacional de Ciencia de Estados Unidos demuestra que
en promedio, entre los impuestos que paga un migrante y lo que utiliza
de servicios que son financiados con los impuestos, éste deja durante
su vida activa o, dicho de otra forma, como contribuyente de impuestos,
un saldo de 80 mil dólares a favor del fisco de Estados Unidos.
Es decir, estamos financiando la educación y las jubilaciones de
nuestros vecinos.
La última oportunidad que yo veía, antes
de las elecciones de noviembre, era la reunión de Monterrey. Sin
embargo, como es ampliamente conocido, durante esa reunión solamente
se suscribió un acuerdo sobre seguridad fronteriza que interesaba
a Estados Unidos y en menor, mucho menor medida, a México. Por así
decirlo, más que un acuerdo, se suscribió un "contrato de
adhesión" mediante el cual nos sumamos a su iniciativa, lo cual
no necesariamente es malo, lo malo es que sea sin obtener nada a cambio.
La pregunta que nos hacemos los interesados en el tema,
incluidos los migrantes, por supuesto, es: ¿qué se puede
hacer entonces mientras el momento de volver a hablar de migración
llega o, aun mejor, qué se puede hacer para que el tema regrese
a la agenda?
Desde mi punto de vista las peores estrategias serían:
no hacer nada, aparentar que el tema sigue ahí -algo que será
cada vez más evidentemente falso y en consecuencia más criticado-
o seguir con el juego de la gran amistad entre los presidentes como motor
de toda la relación cuando en realidad, y aun aceptando esa gran
amistad, las evidencias muestran que ha servido más allá
que acá, y que Bush no está dispuesto a arriesgar la fortaleza
que le significó el 11 de septiembre, en términos de capital
político para las elecciones de noviembre y para su eventual relección
en dos años. Al menos no por los migrantes mexicanos, que en su
perspectiva pueden significar más votos en contra que a favor.
Por otro lado, tampoco nos engañemos, nuestra dependencia
y asimetría con Estados Unidos es muy grande y prácticamente,
sin ser sus subordinados, no podemos pelearnos con ellos. Así, en
el pequeño espacio que queda, y no solamente para propiciar que
el tema regrese, sino hasta para evitar costos políticos internos
elevados, el gobierno del presidente Fox debe cambiar de estrategia hacia,
al menos, una defensa más digna, más clara y más fuerte
de los migrantes y... ya se está haciendo tarde para ello.
* Presidente de El Colegio de la Frontera Norte