Como voyeur
Al igual que un voyeurista, cuando observamos una serie de exvotos, estamos escudriñando los momentos más privados de la gente, considera la investigadora Gloria Fraser Giffords.
Maestra en historia de arte, la especialista estadunidense explica -en un ensayo para el número 53 de la revista Artes de México-- que el nombre de este tipo de ofrenda artística proviene del latín: ex, de, y votum; promesa; "en otras palabras, un símbolo de agradecimiento de parte de un individuo o grupo de individuos por los favores recibidos".
Señala que los ejemplos más tempranos de los exvotos pintados son italianos, fechados hacia la mitad del siglo XV, y que en un principio fueron ofrecidos sólo por la aristocracia y la élite social.
"Sin embargo, después del concilio de Trento, en 1660, la contrarreforma promovió entre todos los estratos sociales los testimonios de curaciones milagrosas y los subsecuentes actos de agradecimiento, con el fin de aumentar tanto el número de milagros como el ofrecimiento de exvotos", indica Fraser Giffords.
"Así como sucedió en la Europa del siglo XVII, el exvoto mexicano se convirtió, durante el siglo XIX, principalmente tras la guerra de Independencia, en una manifestación casi exclusiva de las clases más desprotegidas, debido en gran medida a la caída del viejo régimen, así como a las restricciones religiosas y al desarrollo de una nueva economía que propiciaron el surgimiento de una forma de expresión conocida ahora con el nombre de arte popular.
"Al igual que había objetos de devoción para capillas privadas, las pinturas votivas realizadas por autodidactas empezaron a cubrir las paredes de los santuarios próximas a imágenes particularmente milagrosas".
Este es un hecho digno de tener en cuenta hasta la fecha, pues según la especialista, el "ámbito de influencia del exvoto se mantiene fuera de la religión oficial, aunque en ocasiones estas formas de devoción sean toleradas e, incluso, fomentadas por algunas autoridades eclesiásticas".
Desde el punto de vista artístico, el exvoto se ha constituido, en los últimos 200 años, en un género admirado por su libertad e ingenuidad, que ha servido de inspiración a varios artistas mexicanos del siglo XX, afirma. ANGEL VARGAS