Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 25 de febrero de 2002
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Cultura
La especie humana puesta a prueba..., reciente libro de Irving Wolhfarth

''Los totalitarismos pueden destruir todo, menos la esencia del hombre''

El texto del filósofo británico incluye reflexiones sobre otro escrito por Robert Antelme acerca de sus experiencias en el campo de concentración; circula en México bajo el sello UNAM

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Robert Antelme (1914-1990) escribió en 1947 La especie humana (L'Espèce humaine), acerca de lo que vivió desde el 1o. de julio de 1944 hasta 1945 en los campos nazis de concentración. Se trata de una narración cruda, dolorosa, que no se queda en lo anecdótico. Antelme reflexiona sobre el problema que llevó a los campos de concentración -la división de los hombres-, lo convierte en una cuestión universal y le da una salida: la idea de pertenencia a la especie humana, en la que el individuo no está aislado.

''Antelme se aferra al hombre que existe realmente, rechazando absolutamente su división en especies o en clases, sociales u otras", señala el filósofo británico Irving Wolhfarth en su libro La especie humana puesta a prueba en los campos. Reflexiones sobre Robert Antelme, publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México en la colección Ejercicios de la Memoria.

Especie indestructible

De visita en México, Wolhfarth explica en entrevista el concepto de especie humana: ''es simplemente algo que no se puede destruir, no importa cuánto presione el sistema. El otro es igual a uno. No se trata de ser inmune a lo que pueden hacer los gobiernos totalitarios, no puede ayudar tampoco, pero sí marca un límite y creer en la especie humana fue lo que hizo que Antelme sobreviviera" a los campos de trabajo nazis de Buchenwald y Gandersheim y finalmente en Dachau, diferentes a los de exterminio, porque como diría el escritor francés al describir Gandersheim, "no había cámara de gas ni crematorio".

El régimen de Adolfo Hitler pretendía crear el "subhombre" y enfocó sus acciones a torturar, humillar, matar, pero "claramente los nazis sentían que había algo en el otro que no podía ser destruido. Ese algo es la especie humana. El totalitarismo puede destruir todo, pero no la esencia", precisa Wolhfarth y agrega: el crítico Maurice Blanchot dijo sobre el libro de Antelme que mostraba la existencia de algo indestructible, que incluso el sistema más destructivo del mundo no podía eliminar".

Cincuenta años después la obra de Antelme, que en unos días comenzará a circular en las librerías mexicanas editado por Era, mantiene su vigencia "porque la noción de una especie humana indestructible es el único futuro para la humanidad", dada la existencia de regímenes como el del ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, sometido a juicio por el Tribunal Penal Internacional (TPI) de La Haya acusado de crímenes de guerra; el genocidio en Ruanda y las dictaduras en América Latina.

Los esfuerzos del TPI, agrega, se hacen en nombre de la unidad de la especie humana, el principal postulado de Antelme, y con la globalización se habla de "globalizar la especie humana, con esto ya nos acercamos a la idea de algo universal" en un momento en el que el individualismo parece ser la constante.

Sin embargo subraya que "en el sentido utópico, la especie humana no ha llegado. No existe. La humanidad común que está implícita en el concepto de humanismo, que dice que ningún ser humano es extraño a mi, nunca se ha realizado por completo".

El Holocausto no es un episodio aislado, es una combinación de la división de clases. "Las divisiones en los campos de concentración son un reflejo de las que existían antes", y que se mantienen: "las clases sociales son el primer paso para llegar a los campos (de concentración). Es importante hablar de ellos en todo el mundo, incluso en México, en cualquier lugar donde haya divisiones, donde haya opresores. Lo que sucedió en el siglo pasado puede suceder y está sucediendo, aunque tal vez no de la misma forma. Los políticos dicen nunca más, y sin embargo ha habido genocidios, incluso los derechos humanos son una utopía mirando el estado en el que se encuentra el mundo. Ese discurso esta devaluado y ya no tiene fuerza porque todos los gobiernos del mundo los evocan, aún quienes los violan".

La problemática que refirió Antelme, la división de los hombres en clases, no es ajena a México "sólo hay que salir a la calle, ver personas mendigando o tratando de existir vendiendo cosas. El problema es inmediato", subraya el ensayista.

El libro de Antelme, uno de los más importantes dentro de la llamada literatura de los campos (camps literature), explica lo peor de lo que ocurrió en centros de concentración y es necesario saber que cualquier cosa puede pasar de nuevo, indica Wolhfarth, profesor en la Universidad de Reims, Francia, y se pronuncia por evitar que se olvide porque "sólo recordar nos va a ayudar".

El problema en nuestra sociedad, continúa, es que produce olvidos masivos todo el tiempo, como sucedió con el temor al cambio de siglo, el colapso de las computadoras (Y2K) "e incluso los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos".

En Alemania se ha hecho un gran esfuerzo para recordar, pero hay autores que en el pasado decían que no había que olvidar y ahora dicen que ya es suficiente, que el Holocausto ha sido como una traba, y entonces hablamos del abuso de la memoria, pero no se debe olvidar. Recordar el pasado no excluye lo que pasa en el presente, ambos tiempos no se excluyen: no puede haber acciones políticas en el presente que no tengan que ver con la memoria y no puede haber memoria que excluya las acciones políticas en el presente. La única manera de hacer justicia es actuar pero sin olvidar".

Robert Antelme es uno de los escritores más importantes dentro de la literatura de los campos porque como Primo Levi (Italia 1919-1987), miembro de la resistencia antifascista recluido en Auschwitz, universalizó el problema, y es que "a menudo la literatura de los campos y del genocidio se convierte en un cuestión importante sólo para las naciones que estuvieron involucradas: los judíos se interesan sólo por el Holocausto y los rusos en el gulag", pero estos dos escritores van más allá y no caen en esas trampas locales.

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