Editan en España sus novelas Escuadrón
Guillotina y El búfalo de la noche
La cacería permite acercarme a las lindes entre
vida y muerte, señala Guillermo Arriaga
La ciudad de México es un ''territorio perdido''
para muchos mexicanos, afirma
El autor del guión de Amores perros prepara
la siguiente historia de González Iñárritu
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 18 de febrero. Guillermo Arriaga es ante
todo un cazador que se acerca sin reparo a la ''línea divisoria
entre la vida y la muerte''. Este ''cazador que escribe'' dice contar historias
de personajes que ''bordean el abismo'' y más que dar respuestas
''invitan a hacerse preguntas de nuestra existencia''. Una de sus historias,
el guión del filme Amores perros, catapultó la carrera
literaria de este joven escritor mexicano, que acaba de editar en España
dos de sus novelas, Escuadrón Guillotina y El búfalo
de la noche (Debate), que se suman a la traducción simultánea
de su obra en Alemania, Estados Unidos, Holanda y Portugal.
Continuidad de obsesiones y lenguajes
Arriaga (DF, 1958) comenzó a escribir cuando era
un estudiante que vivía en la colonia Unidad Modelo del sur de la
ciudad de México, en Retorno 201, que años después
se convirtió en el título de su primer libro, una recopilación
de cuentos todavía inédita ante las reiteradas negativas
de las editoriales. ''En ese libro está Amores perros y la
base del resto de obra narrativa'', dijo el autor de la novela Un dulce
olor a muerte, adaptada al cine por Gabriel Retes, y responsable del
guión de 21 gramos, nueva película de Alejandro González
Iñárritu.
En entrevista con La Jornada, Arriaga se dijo ajeno
a las ''camarillas o grupos literarios'' y encaja su literatura en la tradición
de Balzac, Faulkner y Rulfo.
''Me da gusto que sin pertenecer a ningún grupo
literario ni a un ninguna corriente específica, he podido hacer
mi carrera a mi modo. En mi narrativa hay una continuidad, sobre todo en
los temas, las obsesiones y el lenguaje'', dijo. En 1991 su primera novela,
Escuadrón Guillotina, se publicó en editorial Norma,
que después haría lo propio con el resto de sus historias.
A los 28 años, Arriaga tuvo serios problemas cardiacos
por lo que, según cuenta, se replanteó ''muchas cosas'',
pero también se hicieron más nítidas sus obsesiones,
las literarias y las existenciales: el amor prohibido, la muerte, y los
''misterios hondísimos'' de la vida. Pero como punto de partida
siempre está la cacería, una actividad que defiende con vehemencia
y practica pese a saber que vulnera los preceptos de lo ''políticamente
correcto''.
''La cacería es lo que me ayuda a concebir una
visión del mundo; sé que no es una actividad políticamente
correcta, pero es una actividad que permite entender misterios hondísimos,
te permite acercarte a la división entre la vida y la muerte. La
cacería te hace sentir más libre, porque en ella la naturaleza
te derrota y también te da orgullo. Es curioso, pero Josep Campbell
decía que en las sociedades cazadoras no había necesidad
de sacrificios humanos, esto sólo ocurría en las sociedades
agrícolas. Eso significa de alguna manera que el cazador tiene el
sentido del sacrificio, del cambio, de la muerte, un sentido que se pierde
en estas sociedades contemporáneas urbanas homogéneas, que
nos arrebatan el sentido de la muerte y nos arrancan el sentido de la vida,
pues todo es al final una lucha contra la existencia. Todo ese mundo de
las cremas para las arrugas, los peluquines o las cocas light es
para negar la natural evolución, como si todo fuera una juventud
permanente. Creo que es parte de la vida aceptar todos estos lengüetazos
que te pega el mundo y en ese sentido la cacería me ayuda a entenderlos.''
Cuente, no cante
-¿Por eso tus personajes ''bordean el abismo''?
-Hay una teoría dramática que establece
que los personajes tienen personalidad y carácter, en este caso,
el personaje de Manuel (el protagonista de El búfalo de la noche)
está parado en el abismo, está plantado y no le da miedo.
''Lo peor que le puede pasar a un escritor es que lo leas
y digas, ¡puta, que chingón escribe, pero ya no lo voy a seguir
leyendo! Pretendo que el lector se vincule, que haya una relación
y que de repente encuentren un personaje que de alguna manera les ayude
a entender quiénes son. La literatura es un espejo, por eso me molestan
los libros que hacen del lenguaje su objetivo, esos escritores que expresan
pura superficialidad mediante el lenguaje.''
''Profeso la tradición literaria universal, que
es la propia de Stendhal, de Balzac, Dostoievski, Pío Baroja, Rulfo,
Borges; son escritores que quieren contar historias que hablen del corazón
humano, como decía Faulkner. Me gustan los escritores que cuentan
bien las cosas o como decía Rulfo en sus talleres: cuente, no cante.
Lo que nunca haré en una novela es hablar de mí mismo ni
hacer un retrato de mí.''
Arriaga sostiene que ''una parte fundamental de la escritura
es lanzar la obra por delante y si tiene peso, solita camina. Si no camina
supongo que es mala, pero no por pertenecer a un grupo o ser amigo de equis
persona va a trascender. Además de que la escritura es una actividad
distante, solitaria, a mí siempre me han dicho que no iba a salir
adelante como escritor si no pertenecía a un grupo; ahora creo que
mi obra camina, se lee y se traduce a otras lenguas''.
La ciudad de Mexico es una constante en las historias
de Arriaga, un territorio ''perdido'' en el que ha crecido una ''generación
de mexicanos bastante dolida porque la calle ya no les pertenece; te asaltan,
te golpean, es peligrosa; es una generación encerrada en las computadoras
o que se dedica a estudiar pero cuando sale tiene pocas opciones de trabajo.
Son gente aislada por la propia sociedad que ya no satisface sus necesidades
emocionales''.
Antes México ''tenía una fuerza mayor, pero
ahora hay vidrios rotos por todos lados''.