Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 19 de febrero de 2002
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Cultura
Editan en España sus novelas Escuadrón Guillotina y El búfalo de la noche

La cacería permite acercarme a las lindes entre vida y muerte, señala Guillermo Arriaga

La ciudad de México es un ''territorio perdido'' para muchos mexicanos, afirma

El autor del guión de Amores perros prepara la siguiente historia de González Iñárritu

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Madrid, 18 de febrero. Guillermo Arriaga es ante todo un cazador que se acerca sin reparo a la ''línea divisoria entre la vida y la muerte''. Este ''cazador que escribe'' dice contar historias de personajes que ''bordean el abismo'' y más que dar respuestas ''invitan a hacerse preguntas de nuestra existencia''. Una de sus historias, el guión del filme Amores perros, catapultó la carrera literaria de este joven escritor mexicano, que acaba de editar en España dos de sus novelas, Escuadrón Guillotina y El búfalo de la noche (Debate), que se suman a la traducción simultánea de su obra en Alemania, Estados Unidos, Holanda y Portugal.

Continuidad de obsesiones y lenguajes

Arriaga (DF, 1958) comenzó a escribir cuando era un estudiante que vivía en la colonia Unidad Modelo del sur de la ciudad de México, en Retorno 201, que años después se convirtió en el título de su primer libro, una recopilación de cuentos todavía inédita ante las reiteradas negativas de las editoriales. ''En ese libro está Amores perros y la base del resto de obra narrativa'', dijo el autor de la novela Un dulce olor a muerte, adaptada al cine por Gabriel Retes, y responsable del guión de 21 gramos, nueva película de Alejandro González Iñárritu.

En entrevista con La Jornada, Arriaga se dijo ajeno a las ''camarillas o grupos literarios'' y encaja su literatura en la tradición de Balzac, Faulkner y Rulfo.

''Me da gusto que sin pertenecer a ningún grupo literario ni a un ninguna corriente específica, he podido hacer mi carrera a mi modo. En mi narrativa hay una continuidad, sobre todo en los temas, las obsesiones y el lenguaje'', dijo. En 1991 su primera novela, Escuadrón Guillotina, se publicó en editorial Norma, que después haría lo propio con el resto de sus historias.

A los 28 años, Arriaga tuvo serios problemas cardiacos por lo que, según cuenta, se replanteó ''muchas cosas'', pero también se hicieron más nítidas sus obsesiones, las literarias y las existenciales: el amor prohibido, la muerte, y los ''misterios hondísimos'' de la vida. Pero como punto de partida siempre está la cacería, una actividad que defiende con vehemencia y practica pese a saber que vulnera los preceptos de lo ''políticamente correcto''.

''La cacería es lo que me ayuda a concebir una visión del mundo; sé que no es una actividad políticamente correcta, pero es una actividad que permite entender misterios hondísimos, te permite acercarte a la división entre la vida y la muerte. La cacería te hace sentir más libre, porque en ella la naturaleza te derrota y también te da orgullo. Es curioso, pero Josep Campbell decía que en las sociedades cazadoras no había necesidad de sacrificios humanos, esto sólo ocurría en las sociedades agrícolas. Eso significa de alguna manera que el cazador tiene el sentido del sacrificio, del cambio, de la muerte, un sentido que se pierde en estas sociedades contemporáneas urbanas homogéneas, que nos arrebatan el sentido de la muerte y nos arrancan el sentido de la vida, pues todo es al final una lucha contra la existencia. Todo ese mundo de las cremas para las arrugas, los peluquines o las cocas light es para negar la natural evolución, como si todo fuera una juventud permanente. Creo que es parte de la vida aceptar todos estos lengüetazos que te pega el mundo y en ese sentido la cacería me ayuda a entenderlos.''

Cuente, no cante

-¿Por eso tus personajes ''bordean el abismo''?

-Hay una teoría dramática que establece que los personajes tienen personalidad y carácter, en este caso, el personaje de Manuel (el protagonista de El búfalo de la noche) está parado en el abismo, está plantado y no le da miedo.

''Lo peor que le puede pasar a un escritor es que lo leas y digas, ¡puta, que chingón escribe, pero ya no lo voy a seguir leyendo! Pretendo que el lector se vincule, que haya una relación y que de repente encuentren un personaje que de alguna manera les ayude a entender quiénes son. La literatura es un espejo, por eso me molestan los libros que hacen del lenguaje su objetivo, esos escritores que expresan pura superficialidad mediante el lenguaje.''

''Profeso la tradición literaria universal, que es la propia de Stendhal, de Balzac, Dostoievski, Pío Baroja, Rulfo, Borges; son escritores que quieren contar historias que hablen del corazón humano, como decía Faulkner. Me gustan los escritores que cuentan bien las cosas o como decía Rulfo en sus talleres: cuente, no cante. Lo que nunca haré en una novela es hablar de mí mismo ni hacer un retrato de mí.''

Arriaga sostiene que ''una parte fundamental de la escritura es lanzar la obra por delante y si tiene peso, solita camina. Si no camina supongo que es mala, pero no por pertenecer a un grupo o ser amigo de equis persona va a trascender. Además de que la escritura es una actividad distante, solitaria, a mí siempre me han dicho que no iba a salir adelante como escritor si no pertenecía a un grupo; ahora creo que mi obra camina, se lee y se traduce a otras lenguas''.

La ciudad de Mexico es una constante en las historias de Arriaga, un territorio ''perdido'' en el que ha crecido una ''generación de mexicanos bastante dolida porque la calle ya no les pertenece; te asaltan, te golpean, es peligrosa; es una generación encerrada en las computadoras o que se dedica a estudiar pero cuando sale tiene pocas opciones de trabajo. Son gente aislada por la propia sociedad que ya no satisface sus necesidades emocionales''.

Antes México ''tenía una fuerza mayor, pero ahora hay vidrios rotos por todos lados''.

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