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Trump y sus charlatanes
G

racias a la inversión que han desembolsado grandes conglomerados industriales, fundaciones, el sector militar y el gobierno a través de su apoyo a centros de investigación y a universidades, Estados Unidos se convirtió en una potencia cientifica y tecnológica. Hoy pasa un mal momento debido a las políticas restrictivas del presidente Donald Trump hacia todo lo que signifique apoyo financiero en ambos rubros.

Pero además, por rodearse de personajes claramente reñidos con la ciencia. En uno de los artículos que cada domingo publica en el diario El Universal el médico y escritor Arnoldo Kraus, califica de siniestro a Robert Kennedy Jr, nuevo encargado de la salud en el vecino país. El personaje citado es un enemigo abierto contra las vacunas, destacadamente la utilizada para controlar el covid. Además, Kraus menciona la renuncia a la dirección del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos del afamado genetista Francis Collins. Dicho instituto, afirma Kraus, es una de las instancias más importantes en el campo de la ciencia y sus vínculos con la salud en el vecino país. Collins llevaba 12 años como director del instituto, pero dejó su cargo ante los recortes presupuestarios y los despidos injustificados de su personal por el gobierno trumpista.

Hay otros charlatanes anticientíficos que por decisión de Trump presiden las agencias de salud pública de la nación. Por ejemplo, el defensor de las infecciones masivas de covid, Jay Bhattacharya, dirige los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés). Un estafador vía su espacio en la televisión, el doctor Mehmet Oz, es responsable de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS). Mientras el fanático antiaborto Dave Weldon preside los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la dependencia del gobierno federal encargada de proteger la salud pública. Su principal misión es prevenir y controlar enfermedades, lesiones y discapacidades, promoviendo la salud y la seguridad de la población.

Para medir los efectos que todas estas acciones de austeridad y nombramientos de personajes siniestros menciono que el gobierno financia aproximadamente 40 por ciento de la investigación básica realizada en Estados Unidos. Eliminar y/o reducir drásticamente esa fuente de recursos es un golpe devastador para las universidades del vecino país. Y para los proyectos relacionados, por ejemplo, con la investigación sobre el cáncer, el cambio climático y sus efectos a nivel global. Agrego que el gobierno federal financia y apoya la ciencia de vanguardia en los NIH.

A los investigadores allí se les informó que no pueden contratar nuevo personal para llevar a cabo sus estudios; tampoco revisar ar­tículos científicos ni escribir comentarios en revistas médicas. Y en el colmo: se les prohibió hacer publicidad para reclutar participantes para sus ensayos clínicos.

Otro caso de retiro de recursos federales: los estudios que en la Universidad de Michigan desarrolla desde años atrás el doctor Edwards y 50 asistentes de investigación. Su trabajo central: prevenir la violencia sexual en jóvenes desfavorecidos, incluidos los de las comunidades LGBT+ y transgénero. Además de la depresión, el suicidio y otros efectos negativos entre los jóvenes trans. Sería extremadamente peligroso detener esos trabajos en medio de un ensayo clínico y hasta podría costar vidas, sostuvo Edwards. Le eliminaron la subvención que recibía de los NIH. Una orden judicial impide por ahora dicha medida.

Los recortes traspasan las fronteras de Estados Unidos. Como a los laboratorios que en varios países monitorean infecciones dañinas que podrían evolucionar a la próxima pandemia global. Un caso extremo y no el único, es el del estudio de seguridad, en etapa inicial, para probar anillos vaginales para prevenir el VIH y el embarazo en mujeres en Sudáfrica. Los investigadores han logrado continuar su trabajo gracias a otros apoyos.

Hacer nuevamente grande a Estados Unidos fue el eje de la campaña electoral de Trump. Y sigue hablando de ello. Todo indica que en ciencia y tecnología logrará lo contrario, y será costoso para la población estadunidense, como señalaré el lunes próximo.