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Penultimátum

Lapidación, una condena de muerte vigente

A

ntigua colonia británica, Sudán, de 30 millones de habitantes, lleva décadas envuelta en una guerra civil que ha dejado miles de muertos, desplazamiento de poblaciones enteras y hambrunas. La crisis humanitaria que padece ha dejado sin hogar a más de 15 millones de personas. Es un país en guerra entre las fuerzas gubernamentales y grupos paramilitares que se disputan el control político.

Pero Sudán también destaca por tener en su legislación causar la muerte por lapidación, práctica que se encuentra en la antigua tradición jurídica judaica e islámica. La inmensa mayoría de los países la consideran una forma de tortura bárbara, inaceptable, diseñada para aumentar el sufrimiento de las víctimas.

Organizaciones defensoras de derechos humanos y contrarios a la pena de muerte llevan años buscando eliminarla. Además, porque suele aplicarse a las mujeres acusadas de adulterio. Rige en unos cuantos países, como Irán, Pakistán, Sudán, Indonesia, Yemen y los Emiratos Árabes Unidos.

Se trata de una condena cruel que existe cuando la religión es utilizada como forma de control sobre las personas, como en Sudán. Además, allí mujeres y niñas pueden ser arrestadas y sufrir hasta 40 latigazos si violan el artículo 152 del código penal, que prohíbe actos indecentes e inmorales. Como llevar pantalones o faldas a la altura de las rodillas.

Un caso que despertó la condena internacional es el de Intisar Sharif Abdallah, menor de edad condenada a morir lapidada acusada de tener una relación sexual ilícita, según la ley islámica. Ella está casada y tiene un bebé de cuatro meses.

La joven fue juzgada junto con el hombre con quien supuestamente habría cometido el adulterio. Ambos negaron los hechos y el juez los dejó en libertad. Pero su familia la volvió a acusar, y nuevamente la encarcelaron.

Gracias a los abogados y a las organizaciones que pugnan por los derechos humanos, finalmente fue absuelta. Igual pasó con dos mujeres nigerianas también acusadas de adulterio.

La lapidación es una de las peores ejecuciones.

Contra ella unen esfuerzos organizaciones que defienden los derechos humanos en el mundo y las que luchan contra el patriarcado. Hay que apoyarlas.