Opinión
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Grilla borra duelo
L

a relectura de Hegel que hace Jacques Derrida nos muestra los efectos políticos que pueden rehabilitar un pensamiento que se interesa por la escritura y sus huellas. Derrida lo asumió como un compromiso político, por eso sus análisis hacen saltar dentro de eso que llamamos filosofía y huellas colonialistas, racistas, sexistas y logocéntricas.

En el caso de Derrida no es un gusto diferente por las minucias de la escritura, pues en todo caso sólo hubiera sido un dandi o un cuadro con libros excepcionales, la suya es una labor de filósofo de martillo que emplea el propio discurso logocéntrico en el que se formó para describir los efectos políticos que provocan las metáforas de la vida humana.

En el momento actual, ante la muerte del papa Francisco, prácticamente no hay relatos sobre su muerte, sobre su vida, su pasión y sobre lo que ejerció de poder sobre la Iglesia católica, incluido su paso por la congregación jesuita.

Tan es así, que el proceso por el cual se establece el problema es una negación del duelo por la muerte del Papa y su vida; eso no ha existido.

El proceso actual es quién va a ganar, no se manejan valores espirituales, todo es quién va a ganar, llegando al caso de que hay compañías de apuesta que manejan a los postulados al papado. Signo de nuestros tiempos, una muerte de alguien importante como político de la Iglesia pasó desapercibida su vida y obra. Lo que existe es quién va a ganar, no quién tiene las dotes convenientes para ejercer el papado.

Quizá por eso al final de su vida, Derrida estaba más preocupado por su militancia en ciertas causas sociales que por consolidar su fuerza en los círculos académicos, que es como generalmente funciona la filosofía.

Cesáreo Morales narra que en 1987, en una visita que hizo a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, Derrida era otro, ya no era el filósofo que en otros tiempos se caracterizaba por sus trajes y andar solemne, y simplemente se le veía con una vestimenta gastada y llena de pliegues que mostraban que de alguna manera estaba en la batalla. En esta época Derrida estaría en el duelo por Francisco y no en los trajes elegantes de a ver quién gana.