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Pronósticos y acciones
E

n su más reciente publicación sobre las Perspectivas de la Economía Mundial, el FMI reduce el pronóstico de crecimiento para la economía mundial, para las diversas regiones y para prácticamente todos los países en 2025. Su explicación es razonable: las tasas arancelarias que ya se han impuesto se sitúan en proporciones muy elevadas, a lo que hay que añadir un contexto impredecible. Las estimaciones del FMI son las siguientes: la economía mundial estima crecerá 2.8 por ciento, 0.5 puntos porcentuales menos de lo que estimó en enero pasado; para Estados Unidos el crecimiento esperado lo sitúa en 1.8, 0.9 puntos porcentuales menos que en enero; para México proyecta que viviremos una recesión, con una caída de 0.3 por ciento, reduciendo su estimación anterior de crecimiento de 1.4 por ciento.

Ante estos pronósticos la Presidenta señaló que no estaba de acuerdo con esta proyección. Hacienda, dijo, tiene su propio modelo econométrico que arroja un crecimiento que, aunque se ha reducido, sigue siendo positivo. Para el gobierno en 2025 habrá un crecimiento de 1.9 por ciento. Es claro que nuestra economía será una de las más afectadas por las decisiones de Trump. Por ello, el asunto central no es qué modelo pronostica mejor, o si el FMI pretende decirle al gobierno mexicano lo que debe hacer. Lo importante es que la perspectiva se ha complicado enormemente y para poder crecer tenemos que cumplir la estrategia puesta en marcha para amortiguar los impactos negativos que ya han empezado a sentirse.

El Plan México del gobierno federal propone incentivar el crecimiento sosteniéndose en dos pilares: la inversión pública en infraestructura y vivienda; e inversión privada nueva, nacional y extranjera, que buscaría aprovechar las condiciones comerciales establecidas desde el TLCAN. El primer pilar depende de las decisiones del gobierno, el segundo responde a la situación comercial y financiera que existe. Para las empresas que planeaban instalarse en México y buscan aprovechar nuestra posición comercial hay una gran incertidumbre. Los crecientes riegos globales afectan sus decisiones de inversión. La inversión nueva está detenida. Diferente situación enfrenta la reinversión de utilidades de empresa que ya operan en México.

Por tanto, habrá inversión de empresas privadas este 2025, pero no alcanzará los montos esperados. La evolución de nuestra economía estará determinada por la inversión pública. Tendremos que sostener el crecimiento en un único pilar: la acción gubernamental. Será la política pública la que permitirá evitar la recesión. Evaluar objetivamente esta posibilidad es importante, ya que pudiera permitir que se mejore la estrategia propuesta, corrigiendo medidas que no estén dando los resultados esperados, o bien que se incorporen acciones adicionales para reforzar las finanzas públicas, sin la cuales el pilar uno se derrumbaría.

La evolución de las finanzas públicas es decisiva. La información del lado de los ingresos públicos da cuenta que la recaudación de impuestos en este primer trimestre fue de un billón 522 mil 101 millones de pesos, monto 276 mil 74 millones mayor al registrado el primer trimestre de 2024. En relación con la meta prevista en la Ley de Ingresos, de 5 billones 297 mil 813 millones, el registro del primer trimestre representa un avance del 28.7 por ciento. Se trata de un buen resultado, aunque es claro que la disminución del ritmo de actividad económica complicará la captación de ISR e IVA y, por tanto, cumplir con la meta prevista.

Lograr la meta para los ingresos públicos no tributarios, un billón 500 mil 579 millones, pudiera complicarse. Los principales captadores de estos ingresos son Pemex y CFE, cuyas ventas están asociadas a la dinámica económica. Visto en conjunto, aunque el primer trimestre permite ser optimista, los tres trimestres restantes enfrentarán dificultades que crecerán conforme las medidas arancelarias se concreten. No se trata de que la estrategia del gobierno de negociar y no responder con aranceles recíprocos sea exitosa, sino que en el mundo se vivirá un ciclo estancamiento-recesión, que llegará indefectiblemente a EU y a México.

Por ello, es necesario reconocer que no basta con mejorar la eficiencia tributaria para que los ingresos públicos permitan cumplir con las exigencias planteadas por el gasto social. En condiciones globales de estancamiento, las dificultades de las finanzas públicas tienen que encararse con decisiones fiscales. Si el gasto público social es intocable, la única variable de ajuste son los ingresos tributarios. Un nuevo pacto fiscal permitiría en uno o dos años reforzar la capacidad del Estado para cumplir con lo que la 4T ha llamado el humanismo mexicano.