uve el privilegio de acompañar el vuelo papal a Cuba y Estados Unidos en septiembre de 2015. Como única periodista del país visitado, me concedieron la primera pregunta de la tradicional conferencia de prensa a bordo del avión. Fue allí, en pleno vuelo entre Santiago de Cuba y la Base Aérea Andrews, en Washington, donde por primera vez un Papa llamó al bloqueo por su nombre, sin recurrir al eufemismo de embargo
, llevándose por delante décadas de silencio de la curia local. Mi deseo es que las relaciones entre Cuba y Estados Unidos lleguen a buen término
, añadió entonces Francisco.
La saga cubana de Francisco comenzó en marzo de 2014, cuando escribió cartas personales a Barack Obama y a Raúl Castro. Ofreció el Vaticano como terreno neutral para un diálogo discreto, que se desarrolló unas veces a la luz pública y otras en la más absoluta confidencialidad. Lo hizo sin alardes ni comunicados, como suelen hacerse las gestiones que persiguen fines verdaderamente trascendentales.
El trabajo diplomático de Jorge Mario Bergoglio no se limitó a la isla: aquella alianza, sellada el 27 de marzo de 2014 en un encuentro privado de casi una hora entre Obama y Francisco, abarcó temas tan diversos como el cierre de la prisión en Guantánamo, la reforma migratoria, la situación de Venezuela, la colaboración contra el terrorismo yihadista y los conflictos en Medio Oriente. De aquella reunión sólo trascendió la sintonía entre ambos líderes y una frase que resumía el respeto de Obama: La suya es una voz que el mundo debe escuchar
. Mientras, en los despachos, sus secretarios de Estado –John Kerry y Pietro Parolin– trabajaban codo con codo para desactivar los principales focos de tensión global. Comenzando por Cuba.
Sólo en diciembre de ese año, cuando un presidente desde Washington y otro desde La Habana –con apenas dos minutos de diferencia– agradecieron públicamente la mediación del papa Francisco en el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, el Vaticano emitió una nota oficial. En ella, la Secretaría de Estado confirmó que en el curso de los últimos meses
, el Papa había escrito a ambos mandatarios invitándolos a resolver cuestiones humanitarias de común interés
. En mayo de 2015, Francisco ofreció un cálido recibimiento en el Vaticano al entonces presidente, Raúl Castro.
En septiembre de ese año, ante el Congreso de Estados Unidos y después de haber visitado tres provincias cubanas, Francisco abogó por los entendimientos bilaterales como signo de progreso en la convivencia
, y aunque evitó mencionar directamente el bloqueo, reivindicó la posición histórica de la Santa Sede: una oposición firme no sólo al cerco impuesto a Cuba, sino a todas las sanciones que castigan a los pueblos.
Durante su visita a la Casa Blanca, el discurso fue más explícito. Allí, en un intercambio cargado de simbolismo, Obama dejó una de sus frases más lúcidas y esperanzadoras sobre las sanciones a la isla, inspirado por el momento: Santo Padre, estamos agradecidos por su inestimable apoyo a nuestro nuevo comienzo con el pueblo cubano, que ofrece la promesa de mejores relaciones entre nuestros países, una mayor cooperación en todo el continente y una vida mejor para el pueblo cubano.
Francisco le respondió con gratitud y convicción: Los esfuerzos realizados recientemente para reparar relaciones rotas y abrir nuevas puertas a la cooperación dentro de nuestra familia humana constituyen pasos positivos en el camino de la reconciliación, la justicia y la libertad.
Pude apreciar que cada vez que ambos líderes, de uno u otro modo, hacían referencia al restablecimiento de relaciones con Cuba, los asistentes a la ceremonia –en su mayoría inmigrantes latinoamericanos– estallaban en aplausos. Y entre vítores, se oyó varias veces un electrizante grito: ¡Cuba, Cuba!
La pequeña isla bloqueada había vivido para escuchar su nombre pronunciado con respeto y esperanza en los mismísimos jardines de la Casa Blanca.
No sería el único gesto de Francisco hacia la isla. Recibió afectuosamente al presidente Miguel Díaz-Canel en junio de 2023 en el Vaticano. Y, en enero pasado, el anuncio de Joe Biden de que sacaba a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo (que revirtió Trump en un abrir y cerrar de ojos), en simultáneo con la decisión cubana de liberar presos, dejó en evidencia otro prolongado y silencioso trabajo diplomático de la Santa Sede.
Desgraciadamente, los aires en Washington son más hostiles que nunca y Francisco ha muerto este lunes 21 de abril para consternación de millones. Se le extrañará. Bergoglio cumplió la promesa expresada en la misa con la que se inició su pontificado: quería ser un obispo de Roma que cuidara de los más pobres, de los más débiles, de quien tiene hambre, sed, es extranjero, está enfermo o en la cárcel
. Sin semejante vocación, no se entendería lo que hizo por Cuba.