
Lunes 14 de abril de 2025, p. 5
Aunque la mayoría de los murales del Museo Vivo del Muralismo (MVM) fueron realizados entre 1920 y 1960, el recinto también alberga obras más recientes que dialogan con esa tradición desde lenguajes contemporáneos: Ecuación en acero (2010), de Manuel Felguérez, y Las flores nacen en silencio (2024), de Antonio Ortiz Gritón.
El mural-escultura de Felguérez está montado en la tercera sección del histórico edificio de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en lo que fue la Aduana. La obra de acero y mármol, en el pasillo del primer piso, suspendida desde la azotea
, integra el lenguaje del arte constructivista con la arquitectura virreinal, creando un diálogo entre el pasado y el presente.
Compuesta por formas geométricas en acero negro sobre un fondo claro, la pieza juega con el equilibrio visual y la tensión dinámica mediante líneas diagonales y elementos curvos. Su composición sugiere movimiento, precisión matemática y una poética visual de la industria y la razón.
Ecuación en acero convive con Patricios y patricidas, que David Alfaro Siqueiros pintó en el cuadro de las escaleras que se encuentran en el centro del patio de la ex Aduana.
Aunque en un primer momento da la impresión de que la obra de Siqueiros y Felguérez son contrastantes entre sí, ya que la primera está hecha en colores vibrantes y la segunda en un monocromático gris, una mirada más minuciosa permite identificar que también hay continuidad entre una y otra, gracias a su geometría.
Con una gran sensibilidad, Felguérez, en lugar de competir con Siqueiros en colorimetría, concibió una obra monocromática que se integró muy bien en el espacio a través de su geometría
, destacó Gloria Falcón, directora de Proyectos Educativos y responsable del museo.
Ecuación en acero fue concebida como una sola pieza, pero durante su montaje se dividió en dos. Debido a que pesa entre 20 y 25 toneladas, el mural integra una serie de alambres tensados, como adornos, que funcionan estructuralmente para que la obra no se caiga.
Otra incorporación reciente en el museo es Las flores nacen en silencio, un mural multidimensional transportable de Antonio Ortiz Gritón. Se trata de un homenaje al asalto al Cuartel Madera en 1965, así como a los movimientos sociales en Chihuahua que dieron origen al Grupo Popular Guerrillero.
Con dimensiones de 2.40 por 4 metros, la obra está organizada en cuatro bloques. El primero incluye a intelectuales y revolucionarios que alimentaron el pensamiento crítico y la formación de las organizaciones guerrilleras en México; el segundo hace un recuento de los grupos de acción, representándolos bajo la cosmogonía maya, con flores.
En tanto, el tercero incorpora figuras claves en Madera como Salomón Gaytán, Álvaro Ríos, Saúl Chacón, Arturo Gámiz, Pablo Gómez y Judith Reyes; finalmente, en el cuarto aparece una calaca que representa la tríada de políticos, latifundistas y militares que despojaron a los pueblos de sus recursos naturales y siembran muerte y desolación.
“Este mural se incluye en la exposición Muralismo en espacios educativos y es parte de la colección permanente del MVM. Creemos que es el último mural que pintó Gritón (1953-2024) al final de su vida. Incluso lo terminó en esta sala, ya estaba montado y él seguía pintando el mural”, mencionó Rosario Molina, subdirectora de difusión y contenidos digitales del MVM durante la visita guiada a La Jornada.
“A los murales pintados en los años 20 siguieron obras de los años 90 realizadas por José Chávez Morado, Luis Nishizawa y Raúl Anguiano; también, otras de los años 30, como las de Federico Canessi y Erick Mosse. A partir de su apertura como museo, en 2024, se cuenta con piezas actuales como las de Gritón, César Menchaca, Andrachi y Circe Irasema, entre otros”, añadió Molina.
Así, el MVM no sólo conserva un legado histórico, sino que también continúa enriqueciendo su acervo con propuestas que mantienen viva la tradición muralista para reflexionar sobre la historia, la política y el espacio público desde perspectivas contemporáneas.