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Economía moral

¿Es posible una teoría económica crítica? Libro de Márkus y coautores que critica a El capital de Marx y pone en duda la viabilidad del comunismo (3ª entrega)

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espués de concluir que el mercado es indispensable tanto en el capitalismo (CPL) como en el comunismo (CMN), Márkus (M), Kis (K) y Bence (B) (MKB) continúan diciendo en How is Critical Economic Theory Possible? (HCETP) que si todas las objeciones anteriores fallan, la concepción de Mx enfrenta otra dificultad. Para ser verificable, la teoría del valor trabajo (TVT) requiere que el tiempo (T) de trabajo socialmente necesario (TSN) pueda ser medido independientemente y que los varios tipos de trabajo invertidos en diferentes bienes puedan compararse en términos de una métrica común. Pero en la economía CPL tal medición independiente no es viable. Por tanto, las conclusiones del Vol.1 podrían calificarse como hipótesis verificables sólo en la medida en que haya un mundo posible en el cual los diferentes tipos de TSN puedan ser medidos y comparados en forma independiente. Según Mx, tal mundo es el CMN, porque el progreso de la mecanización reduciría todo tipo de trabajo especializado a combinaciones de movimientos simples y la medición se haría en términos de unidades de trabajo simple. HCETP, dicen MKB, sostiene que la maqueta del CMN no es viable por dos razones: 1) por que la reducción de todos los trabajos a trabajo simple resultó empírica/históricamente errónea; 2) aun cuando ello fuera posible, el TTSN no sería una métrica apropiada de los costos de producción. Encontramos también que la concepción de necesidades radicales (NR) de Mx, centrada en la pauperización, es errónea, añaden MKB. La evidencia empírica muestra que la pauperización no se movió como Mx esperaba. Pero incluso la pauperización sería un indicador dudoso de la idea de NR, pues no es un factor que habilite a los trabajadores para proponer una sociedad en la que los individuos son libres para controlar sus propias vidas. La pauperización podría empujar a los miserables a rebelarse contra el CPL, pero no los proveería de las herramientas motivacionales e intelectuales necesarias para construir un orden basado en la libertad, igualdad y fraternidad (las aspiraciones de la Ilustración). Encontramos, concluye K, que la concepción sustantiva de la teoría económica crítica (TEC) era muy problemática. Al mismo tiempo encontramos su proyecto general de teoría crítica (TC) atractivo y fructífero. Nos pareció, dice K, que la TC basada en el modelo del Vol. I de EC era indefendible. Por tanto, creímos que cualquier versión prometedora de TC debería abandonarlo. Y como la TVT y de la plusvalía eran inseparables de la de una economía central planificada, sin mercado, basada en el TTSN, concluimos que las dos ideas deberían abandonarse juntas. También encontramos poco prometedora la idea de las NR y su sujeto revolucionario en EC. ¿Qué queda si tantas cosas son insostenibles? Estábamos ante una elección. Podíamos decidir como los fundadores de la Escuela de Fráncfort, preservar la crítica del CPL, pero abandonar los compromisos revolucionarios de la herencia marxista. Escoger esta opción nos habría llevado a abrazar una versión no marxista de la TC. Una segunda versión era buscar nuevas instancias de NR y nuevos agentes movidos por ellas, por un lado, y esbozar un nuevo orden social que sería diferente del diseño marxista del CMN, pero que conllevaría la promesa de ser más justo y solidario que el CPL o el SCL tipo soviético.

Lo que sigue es la opinión de JK, ya muertos M y B, sobre la postura final de M que a mí no me convence. Aunque M y K fueron coautores en 1972, ello no autoriza a K a escribir en su prefacio de 2022 que M “gravitó a una crítica posmarxista de la modernidad cultural”, con lo que no estoy de acuerdo. Dice que él dejó de ser marxista. Será a lo largo del resto de esta serie de entregas que iré expresando mi opinión sobre la crítica de los tres coautores y ya no sólo la de K que es la expuesta hasta ahora. Lo que está en juego es muy importante: la posibilidad del SCL-CMN de funcionar sin el mecanismo de mercado. Somos miles de millones los que buscamos trascender el CPL, pero, como creo que quedó muy claro en la larga serie (18 entregas del 11 de octubre de 2024 al 14 de febrero pasado) que escribí sobre el libro Dictadura sobre las necesidades (y no Dictadura y cuestiones sociales como lo tituló erróneamente en español el FCE) la planificación centralizada en manos del aparato burocrático del partido único en el poder, conduce inevitablemente al desastre económico. Los que luchamos por el establecimiento de una sociedad poscapitalista viable y deseable debemos tener una respuesta diferente a esta ultraconcentración del poder político y económico en manos de la burocracia. Pero lo primero, en mi opinión, será tener bien definidas las conclusiones de HCETP y los argumentos que los llevaron a las mismas. Las tareas que enfrento requerirán consultar otros autores que han enfrentado los problemas internos de la TEC de EC y el diseño de un SCL –que no sea dictadura sobre las N– que parece la única esperanza para la humanidad. Como dijimos, siguiendo a Mx, la TVT trabajo requiere que el TTSN pueda ser medido independientemente y que los varios tipos de trabajo invertidos en diferentes bienes puedan compararse en términos de una métrica común. ¿Cómo resuelve Mx este problema? No lo resuelve, sino que lo da por resuelto en el mercado. Distingue el trabajo simple del trabajo complejo: “Se considera que el trabajo más complejo es igual sólo a trabajo simple multiplicado, de suerte que una pequeña cantidad de trabajo complejo equivale a una cantidad mayor de trabajo simple. Y afirma, dejándole al mercado lo que el teórico debería plantear: “Las diversas proporciones en que los distintos tipos de trabajo son reducidos al trabajo simple como a su unidad de medida, se establecen a través de un proceso social que se desenvuelve a espaldas de los productores, y que por eso a éstos les parece resultado de la tradición” ( El capital, Libro Primero, Tomo I, p. 54; Siglo XXI editores). Paul Sweezy ( Teoría del desarrollo capitalista, FCE, p. 62) trata de resolver conceptualmente la diferencia de productividad entre dos obreros, y dice que si ésta se explica por su entrenamiento y no es una diferencia natural, “entonces es claro que el obrero superior emplea en la producción no sólo su propio trabajo (que sin entrenamiento sería trabajo simple), sino también, indirectamente, aquella parte del trabajo de sus maestros a la cual se debe su productividad superior”. Sweezy considera que, con lo dicho, queda demostrada la viabilidad teórica de reducir el trabajo calificado a trabajo simple. Volveré sobre el tema.

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