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Rex Régum, la fascinación infantil por los dinosaurios de Bernardo Fernández

La novela gráfica sin diálogos narra la vida de un Tyrannosaurus rex desde su nacimiento hasta la llegada del meteorito de Chicxulub

 
Periódico La Jornada
Viernes 11 de abril de 2025, p. 3

Cuando Bernardo Fernández, Bef, era un niño y vio por primera vez un dinosaurio en el Museo de Historia Natural del Bosque de Chapultepec, algo dentro de él se encendió.

La certeza de que nunca podría ver uno vivo lo empujó a dibujarlos compulsivamente, a devorar libros y cómics sobre ellos, a emocionarse con cada película que los revivía en la pantalla grande.

Años después, con una carrera consolidada de novelista gráfico e historietista, ese asombro intacto lo llevó a emprender la tarea más desafiante de su trayectoria: Rex Régum, novela gráfica sin diálogos que narra la vida de un Tyrannosaurus rex desde su nacimiento hasta la llegada del meteorito de Chicxulub.

El libro, publicado por Océano, es un ejercicio minucioso de narrativa visual. Bef debía lograr que sus dinosaurios actuaran, que sus gestos y movimientos transmitieran emociones sin una sola palabra.

Era como dirigir a un actor mudo, tenía que hacer que el lector sintiera lo que ocurría sin necesidad de explicaciones, señaló el autor en entrevista con La Jornada.

“El reto no sólo consistía en narrar una historia sin textos, sino también en apegarse con rigor a los hallazgos paleontológicos más recientes. A mitad del proceso, cuando ya llevaba unas 40 páginas avanzadas, surgió una nueva teoría: los tiranosaurios no tenían los dientes expuestos como los cocodrilos, sino cubiertos por labios.

Me quedé helado. Fue un momento de crisis, pero también una oportunidad para mejorar el libro, admitió. La revelación lo obligó a retroceder y corregir página tras página para adaptar su obra a esta nueva realidad científica.

Pero ese no fue el único hallazgo que lo obligó a replantear su trabajo. Un estudio reveló que los terópodos como el tiranosaurio preferían devorar las piernas de sus presas, ya que allí se concentraba la mayor cantidad y calidad de proteína. La información lo fascinó tanto que decidió crear un capítulo especial para integrarla. Si voy a contar esta historia, quiero que sea lo más precisa posible, pensó.

México está presente en su historia como un territorio repleto de fósiles y como la cuna de majestuosos tiranosaurios. El escritor se emocionó al descubrir que en Michoacán se encontraron dientes de estos colosos prehistóricos y que, en Baja California, fueron hallados los restos del Labocania anomala.

Por un momento, consideró en convertir a esta especie en el centro de su historia, pero hubo un obs-táculo: vivió mucho antes del impacto del meteorito y Bef quería que su relato culminara con la gran extinción. Así, el protagonista recuperó su lugar: el clásico y temido rey de los dinosaurios.

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▲ El libro es un ejercicio minucioso de narrativa visual en el que Bef debía lograr que sus dinosaurios actuaran, que los gestos y movimientos transmitieran emociones sin una sola palabra.Foto cortesía Editorial Océano

En Rex Régum, todo fue hecho a la antigua: lápiz, papel, goma, tinta, pinceles y tinta blanca para corregir. Un trabajo artesanal que evoca los métodos del legendario Osamu Tezuka, creador de Astroboy y pionero del manga, cuya narrativa visual influyó en el ritmo de la obra.

Quise recuperar la tradición del dibujo manual, sentir cada trazo y cada corrección, explicó Bef.

Para conseguir la fluidez y la expresividad de su historia, estudió durante meses el comportamiento de los grandes depredadores actuales. Observó documentales sobre felinos, cocodrilos y aves rapaces para dotar a su tiranosaurio de movimientos realistas y una presencia imponente.

También revisó estudios de biomecánica para comprender cómo se desplazaban estos gigantes prehistóricos y lograr que cada viñeta transmitiera su peso, velocidad y energía en movimiento. Era como estudiar para ser director de cine, pero con criaturas extintas, comentó entre risas.

“El proceso de ilustración fue extenso y exigente. Algunas páginas me tomaron semanas, pues cada cuadro debía encajar perfectamente en el engranaje narrativo sin la ayuda de textos.

“Hubo momentos de frustración, especialmente cuando sentía que no lograba plasmar la emoción de una escena sin recurrir a palabras. Me preguntaba si sería capaz de transmitir el miedo, la tensión o la ternura sin una sola línea de diálogo. Fue como reinventar mi manera de contar historias.

Además, decidí hacer los dibujos en blanco y negro porque colorear casi 300 páginas me habría tomado demasiado tiempo. Por eso, sólo la portada está a color.

Para Bef (Ciudad de México, 1972), este proyecto es más que un volumen sobre dinosaurios; es una invitación a maravillarse con la naturaleza, igual que aquel niño que, fascinado ante los huesos de un fósil en Chapultepec, decidió que, si no podía ver dinosaurios en la realidad, los haría vivir en sus publicaciones.

“Es mi homenaje a esa fascinación infantil que nunca se apagó. A través de cada viñeta resuena el eco de un pasado remoto, una época en la que los gigantes dominaban la Tierra y en la que, en un instante, todo cambió para siempre.

La novela es un recordatorio de que la historia de la vida en el planeta está llena de ciclos de destrucción y renacimiento, y que, de alguna manera, los dinosaurios siguen vivos en nuestra imaginación. Mientras alguien los sueñe y los dibuje, nunca se extinguirán.