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Donald Trump, repudiado // China, su objetivo central // Pingüinos no la libran

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▲ El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ofreció ayer una conferencia de prensa durante el vuelo del Air Force One rumbo a la Base Conjunta Andrews.Foto Afp
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o cumple tres meses en el gobierno y ya el termómetro social en Estados Unidos está a punto de reventar por las alocadas decisiones de Donald Trump (aranceles a todo y para todos, cancelación de empleos en el sector público, masiva deportación de inmigrantes, recorte a los programas de salud, homofobia, inflación al alza, economía a la baja y mucho más), y de ello dan cuenta las multitudinarias manifestaciones en su contra efectuadas en las principales ciudades de aquel país, amén del repudio internacional.

Como buen salvaje que es, en lugar de atender las demandas de sus ciudadanos, de darles explicaciones, de intentar convencerlos, el mandatario se fue a jugar golf. Sólo alcanzó a decir que lo suyo es una revolución económica, y ganaremos; resistan, no será fácil, pero el resultado final será histórico; mis políticas están trayendo de regreso empleos y empresas como nunca, y de ahí al hoyo 18. En realidad, para Estados Unidos la perspectiva económica adquiere tonalidades oscuras, con una recesión en puerta, y la sociedad gringa no sólo lo sabe, sino que comienza a padecerlo.

Lo cierto es que la revolución económica de Trump se lleva entre las patas a la comunidad de naciones –que considera su patio trasero global– en su enfermizo intento de acabar con China –causante, según él, de todos los males habidos y por haber–, nación ésta que se ha convertido en una superpotencia económica, industrial, tecnológica y militar que hace rato desbancó a Estados Unidos en no pocas áreas del acontecer internacional. Y el dragón es el objetivo de la guerra comercial del torpe inquilino de la Casa Blanca.

En 2024, las exportaciones de China sumaron cerca de 3.6 billones de dólares (6 por ciento más que en 2023), mientras las de Estados Unidos alcanzaron alrededor de 3 billones. Más allá de la notoria diferencia en el monto, el gigante asiático acumula tres décadas con permanente superávit comercial, es decir, lo contrario al caso estadunidense (se estima un déficit comercial de 1.2 billones), de tal suerte que la tan cacareada supremacía comercial gringa hace tiempo que dejó de existir, y no sólo en lo económico.

El gobierno de la República Popular China ha dejado en claro su posición: recientemente, bajo diversos pretextos, Estados Unidos ha impuesto aranceles a todos sus socios comerciales, lo que perjudica gravemente los derechos e intereses legítimos de las naciones, viola seriamente las normas de la Organización Mundial del Comercio, socava profundamente el sistema multilateral de comercio basado en normas y perturba severamente la estabilidad del orden económico mundial. El gobierno chino condena enérgicamente y se opone con firmeza a esto.

Además, la disparatada revolución de Trump viola los principios económicos fundamentales y las normas del mercado, desestiman los resultados equilibrados conseguidos a través de las negociaciones comerciales multilaterales e ignoran el hecho de que Estados Unidos se ha beneficiado sustancialmente del comercio internacional durante mucho tiempo. Utilizar los aranceles como herramienta de presión extrema para obtener beneficios egoístas es un ejemplo de manual de unilateralismo, proteccionismo e intimidación económica. No causamos problemas, pero tampoco les tenemos miedo.

El desplome financiero, cambiario y bursátil registrado el pasado cierre de semana da puntual cuenta de lo que piensan los mercados sobre la revolución económica de Trump, por lo que China exige que el mandatario estadunidense “abandone una injusta guerra arancelaria que está llevando a los mercados a colapsos; un abuso, un ejercicio de tiranía y una subversión del orden económico y comercial existente “.

Cómo estará el horno que hasta el Fondo Monetario Internacional, siempre plegado a los intereses de Estados Unidos, advierte que todavía evaluamos las consecuencias macroeconómicas de las medidas arancelarias anunciadas, pero representan claramente un riesgo considerable para las perspectivas mundiales en un momento de débil crecimiento. Es importante evitar medidas que puedan seguir perjudicando a la economía mundial.

Y colorín, colorado, esta historia de terror no ha terminado.

Las rebanadas del pastel

Cretinos a más no poder, los funcionarios de Trump justifican la imposición de aranceles a las islas antárticas Heard y McDonald (un territorio externo de Australia en el que sólo hay pingüinos y mucho hielo), porque de otra suerte, dicen, podrían utilizarlas como resquicio legal para evadir la citada revolución económica, de tal suerte que la imposición de tarifas va a permanecer días y semanas. Brillantes.

X: @cafevega