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Solidaridad trinacional ante Trump y T-MEC
D

esde su negociación, el TLCAN generó una oposición histórica. Se conformaron redes trinacionales de solidaridad entre personas trabajadoras de la ciudad y el campo, estudiantes y pueblos en general. Dio pie a un movimiento global altermundista, estimulado por el levantamiento zapatista del 1º de enero de 1994, contra la imposición del modelo de neoliberal de libre comercio dictado en Washington e impuesto en México por Salinas de Gortari. Desde entonces, han transcurrido décadas de lucha, siempre con propuestas desde las bases.

La Rayuela de La Jornada del 29 de marzo dice tanto en tan pocas palabras: Lo que es verdaderamente increíble es que ahora estemos defendiendo al T-MEC. La presidenta Sheinbaum ha argumentado –en referencia a que en 1991 protestaba en EU contra el TLCAN con una pancarta que decía comercio justo con democracia– que ahora tenemos democracia y hay un mejor tratado (el T-MEC) que negoció en su momento, primero Peña Nieto y luego lo cerró bien el presidente López Obrador ( La Jornada, 3/4/25).

Sería muy útil que el gobierno explicara de manera clara y sencilla en qué el T-MEC es mejor que el TLCAN para el pueblo mexicano; especialmente cuando México recién perdió una dispu­ta comercial con EU sobre maíz transgénico, y cuando estamos siendo bombardeados por demandas de inversionistas, como es el caso de la minera Vulcan (una de las 23 demandas pendientes contra nuestro país), entre otros perjuicios.

Desde que Trump empezó a amenazar con aranceles a México (y a todo mundo) la atención del gobierno ha estado puesta en salvar a la supuesta industria automotriz mexicana. Pero como escribe Andrés Peñaloza, colega de la entonces Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio, al cobijo del ensamblaje automotriz, surgió entre 1947 y 1982 una industria nacional de autopartes, alentado por políticas de sustitución de importaciones. Se generaron cadenas productivas con significativo valor agregado nacional; sin embargo, con la apertura comercial emprendida desde los años 80, se reconfigura a la industria, insertándola a las cadenas globales de valor, acrecentando el uso de insumos importados y desarticulando la incipiente coherencia interna de los eslabones de la industria automotriz y de autopartes (https://tinyurl.com/kzmssutn).

La apuesta a salvar la industria automotriz extranjera no se puede menospreciar del todo, pues aporta casi un millón de empleos y cerca de 20 por ciento de las exportaciones desde el (no de él) país. Mientras se mantenga 75 por ciento de contenido regional, el tratado blinda al país de aranceles a este sector y otras manufacturas. Así, México ha esquivado bien la trumpiza esta vez.

Pero, ¿cuándo se podrá discutir el T-MEC en toda su extensión, más allá del pánico que causan los aranceles a empresas exportadoras? En este último round con Trump ha habido una desarticulación entre organizaciones sociales, que hasta poco se organizaban para avanzar hacia la equiparación salarial y de derechos laborales en los tres países. Durante décadas organizaciones sociales y civiles de Canadá, Estados Unidos y México, desde Chiapas hasta Newfoundland en Canadá, clamaron por los derechos humanos en el sentido más amplio, incluyendo los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, además de la restauración de servicios públicos ante su desmantelamiento bajo el modelo neoliberal. Se pueden ver múltiples ejemplos de la solidaridad trinacional en la página del Frente Auténtico del Trabajo (https://www.fatmexico.org.mx/tag/tlcan/).

Ahora los aranceles de Trump han causado un dislocamiento entre algunos sindicatos estadunidenses y canadienses (Adam D.K. King https://tinyurl.com/32zws6hf), mientras sindicatos independientes mexicanos han sido soslayados. Trabajadores de United Auto Workers de EU aplaudieron a Trump en la misma Casa Blanca por su imposición de aranceles, y confían en que las empresas automotrices abandonarán a México y relocalizarán sus plantas en EU, marcando el comienzo del fin del TLCAN y del desastre del libre comercio (https://tinyurl.com/39k9c9ev). Parecen olvidar que estados que perdieron miles de empleos con el TLCAN, como Michigan y Ohio, perdieron aún más empleos durante el primer mandato de Trump (ver estudio en https://ips-dc.org/how-us-trade-policy-failed-workers/).

Sindicatos canadienses han respondido ante las amenazas de Trump, no sólo de eliminar sus empleos, sino sus modos de vida. La central sindical canadiense de empleados públicos (CUPE) sostiene que “defenderemos nuestra orgullosa tradición de servicios públicos fuertes, bien financiados y de alta calidad para la gente cuando los necesita, y defenderemos el derecho de todos los trabajadores a buenos salarios, una jubilación digna y una representación sindical fuerte. Defenderemos nuestra soberanía y nuestras comunidades (https://tinyurl.com/sa5jrvpb)”.

Organizaciones de EU se han expresado contra los ataques arancelarios de Trump, advirtiendo de las repercusiones para los estadunidenses. En el artículo caos arancelario: un atajo hacia precios más altos, menos empleos y amistades rotas, Sophia Murphy, presidenta del Institute for Agricultural and Trade Policy (IATP), dice que los aranceles los recauda el gobierno del país importador y los paga la empresa importadora; lo cual significa que, en última instancia, los aranceles impuestos por Trump tienen un costo para quienes vivimos aquí, mientras recorta miles de millones de dólares destinados a apoyar programas alimentarios (https://www.iatp.org/tariff-mayhem).

Con Trump padecemos un neoliberalismo salvaje, que evade tratados, reglas escritas y organizaciones multilaterales, sin amigos y sólo enemigos, donde impera la ley del más fuerte y del aquí mando yo. México debe responder exigiendo una revisión exhaustiva del T-MEC, capítulo por capítulo, pues su razón de ser y sus contenidos son en buena medida los mismos que los del TLCAN: hacer de México una plataforma de exportación para aprovechar la mano de obra barata. Junto con Canadá, se debe promover esa revisión generando espacios y recursos para la participación democrática, no sólo de empresarios, sino de organizaciones de los pueblos de los tres países.

*Institute for Policy Studies (www.ips-dc.org)