Cuatro dínamos modernizaron la zona
Hace 400 años se inició la manufactura de telas con lana y algodón tras la llegada de españoles

Domingo 6 de abril de 2025, p. 25
En el vestigio colonial más antiguo de La Magdalena Contreras, donde se concentraron las fábricas que detonaron la industria textil de la Ciudad de México, se encuentra la colonia La Concepción.
Fundada por los obreros que migraron de pueblos periféricos y de los estados de Guerrero, Oaxaca y Tlaxcala, la zona se distingue por albergar la antigua hacienda de Contreras.
De la construcción del siglo XVII, también conocida como La Casa del Patrón, únicamente sobrevive su casco: las habitaciones principales, que ahora ocupa la Casa de las Bellas Artes Juventino Rosas, la capilla familiar –que se convirtió en la Iglesia de La Concepción y que dio nombre a la colonia–, y lo que fue la tienda de raya es la casa particular propiedad de la familia Díaz.
Don Pedro Díaz, a quien todavía le sobrevive su esposa Anita del Pilar, de 96 años, fue maestro de la fábrica La Magdalena. Era el responsable de que funcionaran los dínamos; con el tiempo adquirió el inmueble ubicado a un costado de la capilla.
Donato Prestegui, hijo adoptivo de Anita y don Pedro, ya con 63 años, rememora su niñez cuando jugaba en el atrio de la iglesia, que entonces era el patio de la casa.
El hombre es originario de Guerrero, quedó huérfano a los cuatro años y doña Anita decidió traerlo a la ciudad
, porque en ese entonces en aquella entidad la guerrilla estaba muy activa.
En La Concepción, que de cariño se le conoce como La Conchita, estudió y se preparó como bibliotecario para trabajar en escuelas como la Universidad Panamericana y el Instituto Tecnológico Autónomo de México.
A mí me tocó una época muy difícil de Guerrero porque estuve muy cerquita de lo que fue la guerrilla de Lucio Cabañas. Uno de mis hermanitos murió en mis brazos de enfermedad cuando vivíamos en La Montaña. No había médicos, no había escuelas, no había nada
, recuerda con tristeza.
El comienzo
La Conchita tiene una tradición histórica de casi 400 años y más atrás
, asegura Carlos Rodríguez, historiador de La Magdalena Contreras. Fue justo en esta zona de la demarcación donde en 1635 llegaron un par de españoles: Tomás Contreras y su hijo Diego.
En esa época la familia Contreras fundó un obraje para el trabajo de la lana. Fueron muy importantes porque iniciaron una tradición textilera que va acompañar la historia de La Magdalena Contreras durante todo su desarrollo. El nombre de la demarcación viene de ellos, de su estancia en esta en esta zona
, narra el historiador.
El río Magdalena, que actualmente es el único vivo de la Ciudad de México, fue el detonante de la industria textil. Con el arribo del dínamo, las fábricas La Magdalena y El Águila, dedicadas a procesar la lana y el algodón, se consolidaron. Ambas factorías fueron importantes no sólo a escala nacional, sino internacional.
Se necesitaban obreros para las nuevas industrias y esto provocó que gente, tanto de los pueblos periféricos como San Bernabé Ocotepec, La Magdalena Atlitic, San Jerónimo Aculco y San Nicolás Totolapan bajaran a esta zona
.
Con el dínamo, máquina que genera energía eléctrica, el obraje se transformó en industria y a finales del siglo XIX Porfirio Díaz concedió a la compañía Sánchez, propiedad de Ángel Sánchez, los permisos para aprovechar el agua del río y la instalación de cuatro dínamos. Uno de ellos aún es posible observarlo en la sala de máquinas de lo que fue la fábrica El Águila.
Los procesos de producción se aceleraron. Para la época, el dínamo era lo mejor en tecnología y La Magdalena Contreras se urbanizó.
Josué Gutiérrez recuerda los relatos de su abuelo Manuel González Romero, cuando trabajó en la fábrica La Magdalena: años de prosperidad
porque podía mantener a una familia de 10 integrantes.
Don Manuel y sus hijos ocuparon uno de los 114 cuartos que se edificaron para albergar a los obreros. Los trabajadores y sus familias, de entre 15 y 20 integrantes, vivían a unos pasos de las fábricas en viviendas de 40 metros cuadrados, algunas aún están en pie en el barrio Las Calles.
Para el hombre de 60 años, tercera generación de una familia de aquellos trabajadores, los salarios eran buenos: “mi abuelo se fue a jugar futbol en primera división con los equipos de Veracruz y León. Era centro delantero, le tocó jugar con El Pirata Fuentes, con El Dumbo López, pero ganaba más en la fábrica y regresó a la textilera. En esa época, del futbol no se vivía”.
Sin embargo, en la década de los sesenta, El Águila y La Magdalena se fueron a huelga. El litigio laboral duró varios años y al final los dueños se declararon en bancarrota.
Los obreros quisieron echar a andar una cooperativa, pero las factorías fueron rematadas y el gobierno las adquirió. A uno de los predios fabriles de Camino Real de Contreras llegó el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), eran los años ochenta, estaba reciente la Guerra Sucia y de ahí surgió la leyenda: por las noches, el chacuaco humeaba y el olor a carne quemada era insoportable
. El segundo se convirtió en foro cultural El Águila.
En La Conchita se enorgullecen de que la Casa de Bellas Artes Juventino Rosas fue donde el compositor guanajuatense se inspiró para crear el vals Sobre las olas, refiere Pablo Benjamín de la Rosa, historiador de La Magdalena Contreras.