ara nadie es un secreto que el ámbito de la música de concierto ha sido, y sigue siendo, una de las trincheras machistas más recalcitrantes y más refractarias a los asuntos de igualdad y equidad. Algún progreso ha habido (poco) en años recientes, pero la presencia de compositoras en las programaciones y directoras en los podios sigue siendo escasa, y la membresía femenina en las orquestas aún no alcanza los niveles que debiera. De ahí la pertinencia de esta historia…
En 1966, la contrabajista Orin O’Brien fue contratada por la Orquesta Filarmónica de Nueva York (dirigida en ese entonces por Leonard Bernstein), convirtiéndose así en la primera mujer en formar parte de ese legendario conjunto sinfónico. En diversas ocasiones, el propio Bernstein reconoció públicamente los méritos musicales de O’Brien, quien recientemente se jubiló después de 55 años de servicio en la OFNY. Con ese motivo, la cineasta Molly O’Brien (sobrina de la contrabajista) realizó un documental titulado La única chica en la orquesta ( The Only Girl in the Orchestra, 2023), con el fin ostensible de poner de relieve la presencia pionera de su tía.
El primer gran defecto del filme (una falla que se ha visto en otros proyectos análogos, incluso mexicanos) es el afán protagónico de la directora, una criticable insistencia en aparecer en el documental que hace aún más evidente su escaso conocimiento musical y sus escasos recursos creativos para generar el menor interés en su tía, su entorno y su circunstancia. Hay en el documental algunos apuntes útiles sobre el sexismo en el medio musical y un par de afirmaciones reflexivas de Orin O’Brien que bien pudieron dar pie a una exploración menos vacua y superficial del asunto. Dice la protagonista que nunca le interesó destacar como solista y que prefirió por ello el anonimato colaborativo de la sección de contrabajos, y no tiene inconveniente en designar a sus contrabajos como mascotas y a sus alumnos como hijos. Su frase más contundente: Yo tocaba y tocaba sin cesar porque la música me ayuda a organizar mis sentimientos
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La película de Molly O’Brien carece detestimonios de las colegas de la contrabajista, de los directores con quienes trabajó, de personajes importantes en su carrera, lo cual genera un vacío conceptual importante. Tampoco hay aquí consideraciones sobre otras intérpretes semejantes a la protagonista, o sobre el desarrollo del rol de las mujeres en las orquestas. Muy significativamente, a la directora no se le ocurrió mencionar, ni siquiera de paso, a otras importantes pioneras del mundo orquestal como la violinista Madeleine Caruzzo o la clarinetista Sabine Meyer, con lo que perdió la oportunidad de poner la historia de Orin O’Brien en un contexto más amplio y universal. En vez de ello, la realizadora dedica demasiado tiempo a temas inocuos, como el de una mudanza de la contrabajista, que ni viene al caso ni añade cosa alguna al personaje o a su sitio en el mundo orquestal y musical. A esto hay que añadir que los fragmentos de música están filmados y editados con nulo conocimiento de causa, y que Molly O’Brien comete errores crasos como presentar a un alumno de su tía que anuncia que va a tocar la Quinta de Beethoven, y en el soundtrack suena la Séptima, o incluir secuencias en las que la imagen y la música están fuera desincronía. Quizá la falla fundamental de La única chica en la orquesta está en que la directora Molly O’Brien no toma una posición, no ofrece un punto de vista, no se compromete ni con su tía ni con la música ni con su materia fílmica.
Esta película mediocre y mal hecha, producida por Netflix y realizada sin pasión, sin convicción y sin conocimiento musical, fue premiada recientemente con un Óscar como mejor cortometraje documental. Ello confirma, por una parte, la inexorable decrepitud y decadencia de los miembros de la anquilosada Academia y, por la otra, el hecho de que en estos tiempos la calidad y el rigor se ignoran y se tiran a la basura, en favor de dudosos criterios de conveniencia coyuntural y de la más pedestre corrección política. ¿Qué otra cosa puede esperarse cuando la impresentable comedieta de pastelazo Anora, de Sean Baker, es multipremiada y designada como la Mejor Película del año?