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Bitácora de oriente

El Metro de Pekín, un laberinto

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▲ Con 28 rutas y mil kilómetros de vías, el Metro de la capital china es uno de los más concurridos del mundo, sobre todo por la mañana y tarde.Foto Sandra Hernández García

Pekín

C

on un promedio diario de 10.2 millones de pasajeros al día, el Metro de la capital china es uno de los más concurridos y transitados del mundo. La red se compone de 18 líneas que conectan todo Pekín, que a su vez se enlazan con otras 10 líneas que se llegan a zonas suburbanas y aeropuertos. En total, son 28 rutas con más de 400 estaciones y más de mil kilómetros de vías.

Su capacidad de servicio es tan alta que es como si todos los habitantes de la Ciudad de México –más un millón de personas adicionales– utilizaran el Metro en un solo día. Cada estación cuenta con un puesto de seguridad en la entrada, donde todas las personas deben colocar sus pertenencias en un escáner de seguridad para evitar el ingreso de armas; además, los pasajeros deben pasar un arco y un detector de metal.

Esta práctica se hace aun cuando hay muchas personas que desean ingresar a una estación; no obstante, cuando se trata de grandes aglomeraciones, sólo se atraviesa el arco y los policías pasan el detector a la ligera. Hay dos maneras de pago: con un código QR en el celular o tarjeta que se compra en máquinas y que el pasajero debe mostrar en los lectores digitales de los torniquetes al entrar y salir. El precio depende de la distancia y va de 3 a 10 yuanes, es decir, entre 8 y 27 pesos mexicanos aproximadamente.

El Metro de Pekín funciona como el de la Ciudad de México: los trenes recorren la misma ruta de ida y de vuelta con diversas estaciones de transbordo. Sin embargo, el de la capital china tiene dos líneas en circuito que conectan con prácticamente el resto de las rutas; por ejemplo, la línea 2 rodea el centro y de sus 18 estaciones 14 tienen correspondencia con otros derroteros.

Los andenes tienen cristales para evitar que los pasajeros bajen a las vías y se abren automáticamente en cuanto llegan los trenes. Además, hay pantallas que informan la horas de llegada de las unidades. Los espacios dentro de los convoyes son amplios, hay asientos asignados para mujeres embarazadas, discapacitados o personas de la tercera edad, y hay tubos y agarraderas para sostenerse. Tienen pantallas que indican el nombre de la siguiente estación, al tiempo que una voz en cantonés e inglés lo informa.

Las aglomeraciones son comunes, incluso en fines de semana, y muchos pasajeros transitan con maletas de viaje, incluso algunos sacan sus computadoras portátiles que cargan en sus piernas para trabajar. Las personas se juntan en las puertas y salen primero, después ingresa el grupo que previamente estaba formado en el andén.

Desde la construcción de la primera línea, en 1969, el gobierno chino expandió la red del Metro en 80 por ciento tan sólo en 30 años. Al momento, continúan los proyectos de ampliación con la finalidad de aliviar la carga de pasajeros.

El Metro de Pekín también es objeto de leyendas urbanas, como la de la existencia de una supuesta estación fantasma en la línea 1, diseñada para uso militar o gubernamental durante la guerra fría.