La Fura dels Baus volvió a deslumbrar con un espectáculo que dejó atónitos a los asistentes del Auditorio Nacional. La noche del jueves, la compañía catalana presentó por primera y única vez su versión libre de Carmina Burana, obra del compositor alemán Carl Orff.

El montaje, que fusionó teatro, tecnología y música en vivo, desbordó energía y simbolismo. Un cilindro de 10 metros de diámetro rodeó la orquesta y sirvió de pantalla para las proyecciones visuales que complementaron cada pasaje musical.

Imágenes de una Luna gigante, deshielos, cascadas y vendimias en directo transportaron a un universo onírico. Pero no sólo la vista y el oído fueron cautivados: fragancias primaverales flotaron en el aire y envolvieron a los presentes en una experiencia inmersiva que los mantuvo fascinados.

El director musical César Belda lideró una ejecución impecable de la partitura, acompañado por solistas de primer nivel, como Amparo Navarro y Hevila Cardeña (sopranos), los contratenores Ángel Martínez y Adrián Espada, y los barítonos Lorenzo Moncloa y Rajiv Cerezo, junto con un ensamble de actores, bailarines y acróbatas.

Uno de los elementos más impactantes de la velada fue la interacción con los asistentes. En varias ocasiones, los actores irrumpieron entre el público, salpicándolos con agua, invitándolos a cantar y provocando sonrisas que rápidamente se convirtieron en ovaciones prolongadas.

En entrevista con La Jornada, Carlus Padrissa, fundador de La Fura dels Baus y director de la puesta en escena, señaló: “Queremos que todos experimenten la obra con todo su cuerpo, que no sean sólo observadores, sino que se conviertan en cómplices del ritual.

“Mi visión de Carmina Burana se inspiró en la energía primitiva de la música y los textos medievales que fueron encontrados en un monasterio benedictino en Baviera, Alemania. Hablan del fin del invierno, de la llegada de la primavera, de la celebración del amor y del exceso tras un periodo de escasez.

Los goliardos, monjes rebeldes que escribieron los versos originales, eran poetas vagabundos que amaban la libertad, la fiesta, el placer y la irreverencia. En cierto modo, personificaron el espíritu de La Fura.

Según Padrissa, esta propuesta escénica refleja también los latidos de la vida humana, esos ritmos que escuchamos desde el vientre materno. La música de Orff conecta con algo muy primitivo en nosotros: es pura pulsación de vida; por eso es tan emocionante e intensa.

El montaje también incluyó referencias a la historia de La Fura. Padrissa recordó que la compañía nació en 1979 con un fuerte vínculo con la música. Al principio, solo éramos un grupo de amigos experimentando con sonidos e imágenes, tratando de romper con las reglas del teatro convencional. Desde entonces, hemos mantenido ese espíritu transgresor, al utilizar tecnología, desafío físico y romper la cuarta pared como pilares de nuestra estética.

Su regreso a México fue recibido con euforia. En 2022, la agrupación visitó Guanajuato para la edición dorada del Festival Internacional Cervantino.

Cada vez que venimos sentimos que hay una conexión especial. La pasión y entrega de los mexicanos es incomparable, añadió Carlus Padrissa, quien también destacó la importancia de la tecnología en el teatro.

La realidad virtual, la inteligencia artificial y las proyecciones interactivas están transformando la manera en que experimentamos el arte. En La Fura siempre hemos querido innovar y desafiar los límites en escena.

Además, subrayó la colaboración con artistas locales y la influencia de la cultura mexicana en sus montajes. La fuerza simbólica de las tradiciones mexicanas nos inspira profundamente. En esta producción, que llevamos 15 años realizando, hay guiños a la relación del ser humano con la naturaleza, tema central en la cosmovisión indígena.

Al preguntarle sobre el futuro de la agrupación, Padrissa enfatizó que siguen comprometidos con la adaptación y la evolución constante. “No podemos limitarnos a lo que ya hemos hecho, eso sería como renunciar a nuestra esencia, que es la de un grupo siempre en busca de nuevas propuestas.

“Nuestra mayor preocupación es seguir creando contenido que hable de la sociedad y emocione al espectador, sin perder la identidad que nos ha acompañado desde nuestros inicios. Carmina Burana, por ejemplo, es una puesta en escena que en muchos aspectos podría considerarse un orgasmo.”

Al término de la función, César Belda manifestó su gratitud por estar en la joya de la corona de los teatros en México: el Auditorio Nacional. Una y otra vez, el fragmento O Fortuna resonó en el recinto, mientras el elenco se inclinaba en señal de agradecimiento, y el público les obsequiaba vítores, reconociendo su entrega, talento e intensidad.