El Museo Jacquemart-André integra los retratos y escenas mitológicas de Gentileschi

Museum of Fine Arts y Wikimedia Commons
Jueves 20 de marzo de 2025, p. 3
París. Pintora en una época violenta y caótica, la italiana Artemisia Gentileschi (1593-hacia 1656) fue una maestra del claroscuro que se ganó el aprecio de las cortes europeas, una mujer golpeada por la tragedia y ahora protagonista de su primera retrospectiva en París.
El Museo Jacquemart-André acoge unos 40 cuadros y dibujos a lo largo de ocho salas temáticas.
La vida de Gentileschi está plagada de claroscuros, como su pintura influida por el maestro Caravaggio, a quien probablemente conoció en su ciudad natal, Nápoles, en esa época bajo dominio español.
Huérfana de madre cuando era una niña, su padre, el pintor Orazio Lomi Gentileschi, la educó con mano de hierro en su taller, del que apenas la dejó salir en su juventud.
Casi analfabeta, aprendió a pintar prácticamente imitando a su padre, sin asistir a las academias o cenáculos a los que tenían derecho los aprendices varones en la época.
A los 17 años firmó su primer cuadro, Susana y los viejos (1610). Unos cuantos meses más tarde la violó en el taller su mentor, el pintor y amigo de su padre Agostino Tassi.
El padre de Artemisia lo denunció. El juicio, cuyas actas quedan para la historia, supuso una nueva y terrible humillación para la artista.
Artemisia Gentileschi fue torturada para comprobar si decía la verdad. Sus dedos fueron aplastados. Tassi finalmente fue condenado, pero la protección del papa Inocencio X logró que sólo fuera condenado al exilio.
La leyenda Gentileschi acababa de empezar: se casó, se mudó a Florencia, se alejó de su padre y empezó una nueva vida.
Artemisia, heroína del arte, abierta hasta el 3 de agosto, busca resituar su lugar en la historia de la pintura europea y también respecto a su padre, que por demasiado tiempo hizo sombra a su primogénita.
Es una mujer de gran carácter, con una personalidad extremadamente fuerte; pintora en un medio extremadamente masculino
, declara Pierre Curie, conservador del museo y uno de los comisarios de la exposición, junto con Patrizia Cavazzini y Maria Cristina Terzaghi.
Artemisia comenzó rápidamente a trabajar para la poderosa familia Medici en Florencia.
Pintó retratos y escenas mitológicas y religiosas, y a menudo las mujeres protagonizaron sus telas.
Así, su cuadro más famoso, Judith decapitando a Holofernes, pintado en la época de su denuncia por violación (1612), contiene una escena de gran violencia que según algunos expertos supera a la obra equivalente del maestro Caravaggio.
En la actualidad hay poco más de un centenar de cuadros de Gentileschi identificados, pero con las investigaciones que se han hecho en los últimos años no cesan de aparecer otros
, explica Curie.
No es en absoluto una artista menor, fue muy conocida
en su época, explica.
Trabajó para el emperador de Alemania, el rey español Felipe IV y al final de su vida se reunió con su padre unos años, en Londres, en la corte real.
Tuvo cinco hijos, de los cuales sólo una niña sobrevivió.
Vestida de hombre
Pero la exposición de París no quiere simplemente emular la fascinación que Gentileschi ha provocado durante generaciones entre estudiosas del arte y feministas.
La complejidad de su recorrido se demuestra con una serie de dibujos realizados por amigos pintores en Roma.
Uno de ellos, Leonaert Bramer, la retrata vestida de hombre, con sombrero y bigote, una alusión evidente al estatuto fuera de toda norma de la joven
, que posa sonriendo.
Artemisia se retrata también a sí misma, con un laúd en la mano (1614). Aprendió música, incluso compuso poemas.
También se retrata como una bella Alegoría de la inclinación (hacia 1615-1616), recientemente descubierta, en la que aparece casi desnuda.
Hasta el final de su vida (probablemente murió hacia 1656 en Nápoles, a causa de la peste), Artemisia Gentileschi no dejará de alternar entre esos momentos dulces y los más sombríos, como el impactante Yael y Sísara (1620), donde la heroína del libro bíblico de los Jueces se dispone a clavarle una estaca de metal en la sien al general cananeo mientras éste duerme.