sagrado, una devoción
Fue una de las máximas figuras de la composición rusa y alumna de Dmitri Shostakóvich // Falleció en Alemania a los 93 años

Viernes 14 de marzo de 2025, p. 2
La compositora tártara Sofia Gubaidulina falleció ayer en su casa, en Appen, Alemania, a los 93 años, informó su editorial, Boosey & Hawkes. Es, junto con Arvo Pärt y Alfred Schnittke, la máxima figura de la composición rusa; los tres fueron alumnos de Dmitri Shostakóvich.
Nació el 24 de octubre de 1931 en la comunidad tártara de Chistopol. Luego de estudiar piano en Kazan, a orillas del río Volga, se trasladó a Moscú para aprender composición. Ahí conoció a su maestro Dmitri Shostakovich, quien le indicó: siga usted por el camino incorrecto
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El aserto de Shostakovich es una bonita ironía en reconocimiento al talento de su alumna, quien escribía politonalidades en lugar de las tradicionales composiciones en una sola tonalidad (por ejemplo, la Quinta Sinfonía la escribió Beethoven en la tonalidad de do menor).
Acosada por Stalin, Sofia Gubaidulina se exilió en Alemania, como también hicieron sus compañeros Arvo Pärt , quien se instaló en Berlín, y Alfred Schnittke, en Hamburgo, mientras ella se instaló hace 33 años en la localidad de Appen, cerca de Hamburgo.
Ha recibido muchos premios internacionales y le han dedicado exposiciones, homenajes y documentales, de donde extraemos su pensar:
Todo aquel que escribe música, decía la maestra, debe procurar dotar de fuerza al alma del escucha. El arte de la música amplía las fronteras del conocimiento porque permite aproximarse a lo más elevado de nuestro ser. El arte de la música es capaz de tocar y aproximarse al misterio y a las leyes del cosmos y del mundo
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El sonido se convirtió en algo sagrado para mí, en una devoción, una actitud meditativa ante el sonido, hasta alcanzar la transfiguración
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Definía: El arte de la música es coherente con la tarea de ampliar la dimensión más alta, superior de la vida, lo que está por encima de la cotidianidad. Y es capaz de influir en la sociedad a través de dos caminos: por un lado, es una consolación, una fuente de alegría, y por otro, la música puede elevar al ser humano a unas esferas más altas, a un estado del alma más elevado, y abrir puertas ocultas en nuestra alma, de la cuales no somos conscientes, pero a Pärt ir de la música podemos aproximarnos y tocarlas
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Sofia Gubaidulina, Arvo Pärt y Alfred Schnittke son los tres compositores más importantes del gran movimiento continuador del que formaron los autores de la generación anterior, encabezados por Shostakóvich y Prokofiev, quienes eligieron quedarse en su patria, lo cual les costó un sufrimiento atroz, acosados cruelmente por Stalin. Uno de los capítulos más dolorosos de la historia es el daño sicológico y el consecuente deterioro físico en Shostakovich desde que estrenó su ópera Lady Macbeth de Mtsensk y Stalin lo puso en la mira. El músico siguió escribiendo. En sus obras aparecen carcajadas como burla a su acosador.
Mientras la música de Sofia Gubaidulina es dura, sólida, áspera, pero también angelical. En sus obras, todas ellas religiosas, hay canto de ángeles y sonido de campanas.
Así se definía: soy una persona religiosa y por religión entiendo re-ligio y el religado de un vínculo, que rescata por medio del legato (término técnico en música que indica articulación) de la vida. No hay ocupación más importante que la recomposición de la integridad espiritual a través de la música
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En el documental titulado A Portrait of Sofia Gubaidulina la vemos caminar sobre la nieve y bañada de copos por las calles de Moscú y luego la vemos en un estudio de grabación, sentada frente a su atril con su hato de Pärt ituras, como Pärt e de la orquesta que estrenó y grabó varias de sus obras, en Pärt icular Stimmen, Verstommen, A Symphony (Voces, silencio, una sinfonía).
El clímax de esa obra, explica Sofia, es esencialmente el silencio
y, efectivamente, vemos en ese documental a Gennadi Rozhdestvensky dejar la batuta y comenzar a gesticular con las manos y los brazos figuras geométricas a la usanza de la antigua Grecia, en una danza espectacular. Mientras suena el silencio.
Ella explica: el objetivo de los compositores era crear sonidos bonitos. A mí me interesa la pureza del sonido. Un estado de éxtasis frente a la exploración del sonido
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Sofia Gubaidulina, además, aplicó en sus Pärt ituras los principios esenciales que aplicó TS Eliot en su poesía, cuyos Cuatro cuartetos, define Sofia, “son cuatro variaciones en el tiempo y cuatro variaciones en el no tiempo: presente, pasado, futuro y no tiempo, vinculados a los cuatro elementos, a las cuatro eras. La belleza de un punto de inmovilidad dentro de un círculo en movimiento y su propio movimiento. Es el punto que está en el centro de la cruz y finalmente hay un punto fuera del círculo, completamente irracional, y ese es el centro del tiempo: todo muere, arde en llamas, se reduce a la nada y renace.
Es una flama que purifica, un estado de alma, hasta que toma lugar la transfiguración, la resurrección del espíritu. Es cuando la llama y la rosa son lo mismo.
A Pärt ir de este jueves, cuando abandonó el cuerpo físico, la compositora tártara Sofia Gubaidulina es para siempre la llama y la rosa, juntas, en una sola flama.