ratar de entender la estructura de financiamiento del sistema de salud de Estados Unidos pasa por entender cómo sigue siendo un sistema basado en el aseguramiento y prestación privados de los servicios. Y así continúa a pesar de que varios presidentes demócratas, destacadamente Obama y en menor grado Clinton, han intentado instrumentar cambios encaminados a garantizar el acceso real a los servicios de salud en este país. A pesar de estas tentativas ese sistema estadunidense sigue siendo el más ineficiente y caro del mundo.
Con el propósito de aclarar cómo el gasto público federal estadunidense puede verse impactado por los recortes anunciados por Trump, la Fundación Kaiser acaba de realizar un análisis al respecto (24/2/25). Trump y los congresistas republicanos están buscando recortar trillones de dólares al gasto federal obligatorio para extender financiamientos no obligatorios, cuya duración expiraría en 2025. A ello se denomina Los programas de salud son un blanco obvio porque corresponden a una parte sustancial del gasto federal.
Los tres programas más expuestos son en primer lugar Medicaid para la población más carente; también está incluido Medicare para la población anciana y el Affordable Care Act, conocido hoy como Obamacare, después de las múltiples modificaciones hechas al original.
A ellos se añaden en la así llamada discusión reconciliatoria del presupuesto federal
los programas no obligatorios por ley, como son el financiamiento de la atención a salud de los veteranos; un número importante de las agencias federales de salud como los National Institutes of Health, parecidos a los institutos de alta especialidad e investigación, con 19 por ciento, Centros de Control de Enfermedades con 4 puntos porcentuales y salud global con otros 4.
Esto señala que el gasto público para mantener un sistema básicamente privado es enorme y recae en gran medida sobre la población más pobre. Serían especialmente escandalosos los recortes al programa de los veteranos, que han sido soldados en las interminables guerras de EU en distintas partes del mundo. Es de recordar además que el creciente uso de drogas en este país tiene sus raíces en la derrota en la guerra de Vietnam.
Los posibles recortes del gasto federal en los programas y servicios con alta probabilidad tendrán como resultado la pérdida de sus seguros de salud y la carencia de acceso a servicios, el incremento en el gasto catastrófico de salud, y eventualmente acrecentar la mortalidad entre grupos expuestos y con bajos ingresos. Sin embargo, los grupos asegurados mediante el seguro de salud por vía laboral también perderán cobertura, así como las personas en ámbitos no considerados rentables, por ejemplo, en zonas rurales. Y si fuera poco, los funcionarios públicos eliminados por la oficina de Elon Musk, Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), sin apego a la ley.
Se debe recordar que no es nueva la desigualdad en salud, sino un hecho de larga duración. También es una situación que la mayoría de las encuestas demuestran que la mayoría de los estadunidenses desaprueba. Y sin embargo, la mayoría de los votantes por Trump ponen en riesgo su acceso a los servicios de salud.
Para entender esta situación, no sólo en EU, debe recordarse que la salud como parte integral del bienestar cuesta mucho dinero, especialmente cuando la educación para la salud y la prevención son débiles. Ocurre así también porque padecemos de una cultura muy medicalizada tanto entre los trabajadores de la salud como entre la población.