Simple cuestión de seguridad nacional
mposible de otro modo. Ahora resulta que la única condición para la entrega de los 29 era el chantaje que ejerce el gobierno de Trump sobre nuestro país, y nadie, o casi nadie, quiere entender que por más cercana que esté la decisión del gobierno de EU al traslado de los peligrosos, el asunto fue provocado por algunos jueces del aparato judicial que buscan el caos en la nación.
Seguridad nacional, ese es el apoyo legal del que se echó mano para frenar la liberación del grupo de criminales con el que se pretendía aumentar al máximo el clima de violencia. Ya no iban a seguir en las cárceles. En los reclusorios, muchos estaban enterados de que la liberación de los más violentos se haría en los próximos días.
Los recursos legales para liberar a los ilegales, los capos, estaban en manos de los jueces, y ellos dispuestos a echarle lumbre al fuego sin ningún tipo de responsabilidad y seguros de que la ley nunca se los reprocharía. La impunidad para jueces y criminales. Iguales unos y otros.
¿Por qué?, se preguntan unos y otros, se entregó a los peligrosos. El artículo tercero de la Ley de Seguridad Nacional, y que citamos en la entrega de ayer, dice a la letra: “Para efectos de esta ley, por Seguridad Nacional se entiende la manera inmediata y directa a mantener la integridad, estabilidad y permanencia del Estado Mexicano que conlleven a:
I.- La protección de la nación mexicana frente a las amenazas y riesgos que enfrente nuestro país.
II.- La preservación de la soberanía e independencia nacionales y la defensa del territorio.
III.- El mantenimiento del orden constitucional y el fortalecimiento de las instituciones democráticas”, entre otros.
No hay cómo darle la vuelta, las acciones de los jueces, por más que estén respaldadas en escritos legales, deberían tener un cierto peso de responsabilidad que impidiera que sus juicios pudieran perjudicar la seguridad y la paz en el país. Eso se estaba jugando.
Sí, la decisión del gobierno de la presidenta Sheinbaum que tomó el gabinete de seguridad también tuvo que contar con el ingrediente de los aranceles, que nos muestran que al presidente convicto poco le importan los acuerdos si de saciar sus deseos imperiales se trata, pero la liberación de los malos era ya casi un hecho.
La lección, además, va rumbo a otros oídos, los de aquellos que no han sido atrapados, pero ahora sí saben que si la ley no se les aplica, compran un boleto –sólo aquellos que son requeridos por el gobierno de EU– para instalarse en algún penal del país de Trump.
Pero también para los jueces, que necesariamente tienen que ser investigados. Ellos corrieron el riesgo y se la jugaron; ahora deben pagar las consecuencias, cosa que, por otro lado, tiene que ser obligación del gobierno. El anuncio de la indagación hacia los togados tendrá que ir a fondo y deberá ser denunciada de la misma manera en la que se dio a conocer el por qué de la entrega. Así que ahora esperamos que se den resultados de la responsabilidad que los jueces quieren eludir y que no debe permitirse. Nada más.
De pasadita
Es muy probable que el gobierno de Trump ya haya medido las posibles reacciones de los países a los que está dañando con las políticas contrarias a toda lógica que busca implantar en todo el mundo, pero estamos seguros de que no espera una respuesta global.
Y es que a la agresión contra todos nada sería mejor que un contrataque de todos, pero unidos. Está más que claro que la fuerza de Estados Unidos es superior a la de cualquier otro país aislado, pero no a la fuerza que podría generar la unidad del mundo agredido, por ejemplo, en lo que al comercio toca.
¿Qué tal tirar aranceles entre los países dañados y aumentar al tope los que se fabriquen en las tierras de Trump? Total, soñar no causa impuestos.