egún CNN, después de la vociferación de Trump y la insolencia altanera de J. D. Vance, el propio Trump ordenó a Marco Rubio y a Mike Waltz (secretario de Seguridad) que indicaran a la entera comitiva de Zelensky que saliera de la Casa Blanca; acto seguido fueron canceladas la conferencia de prensa y la cena que Trump y Zelensky habrían compartido. En su lugar hubo cajas destempladas. La embajadora de Ucrania en EU, con los dedos pulgar y cordial cerca de los lacrimales de sus ojos, había visto aterrada el derrumbe. El antecedente: Zelensky se negó, dos veces, una de cara a Vance, la otra, frente a Rubio, a firmar el acuerdo que Trump quiere imponer, sobre las tierras raras y los hidrocarburos de Ucrania. Los gobernantes europeos lo advirtieron sin mayores problemas: el linchamiento de Zelensky fue preparado
, una mise en scène; y lo instaron a regresar a la brevedad a la mesa trumpiana. Empezando por Keir Starmer, primer ministro de Reino Unido, que, al conceder un nuevo préstamo por 2 mil 843 millones de dólares a Zelensky, lo urgió a volver al carril. Zelensky, tragando más de lo que en abundancia ha tragado ya, pidió volver y dijo que firmaría el acuerdo sobre minerales con EU.
Zelensky, como se lo dijo con brutal aspereza Trump, no tiene cartas en este juego
. Las únicas víctimas del infierno que vive Ucrania son los ucranios, impedidos de decidir su destino, como resultado, en primer lugar, de la derecha golpista ucrania, de la que Zelensky es una pieza a punto de ser desechada por los poderes imperialistas de Europa y EU.
Trump sí quiere el fin de la guerra. Es un deseo cínico: es la forma de disponer de los minerales ucranios. Seguramente Zelensky regresará y entregará a Trump las riquezas que demanda. Rusia también quiere la paz, pero sin la OTAN en su frontera y, ahora, además, con los territorios de Ucrania conquistados
. Trump, por su parte, aprueba y concede que se constituya esa paz, por la que se le debe extender reconocimiento, como lo exigió Vance a Zelensky, apuntándole con el índice: usted no puede sino dar las gracias al presidente de los United States.
Más allá de esas brutales miserias de los poderes planetarios, están las miserias de la geopolítica dictadas por las miserias de la economía mundial. El antecedente más cercano: dos días antes del linchamiento de Zelensky, en la sede de la ONU en Nueva York, Washington y Moscú se unieron sobre la cuestión ucrania en un acercamiento espectacular e histórico
, dijeron medios diversos. Se abrieron así grietas probablemente irreparables en la alianza trasatlántica. Queda claro que el gobierno de EU transita desde una postura militante incitando a Europa a la guerra proxy de Ucrania con Rusia, a una de abandono de Ucrania y de Europa, y de apoyo al fin de la guerra en los términos demandados por Moscú.
La nueva postura de EU frente a Ucrania y frente a Rusia abre un inmenso cambio de las correlaciones geopolíticas. Y en ello la voz cantante es la de Trump. El fondo es la fuerza económica, política y militar que ha adquirido China; una en plena expansión que EU quiere detener a la brevedad posible.
Trump opera el cambio buscando acentuar un debilitamiento de la Unión Europea (UE) que, de suyo, ha estado experimentando debido a sus problemas internos. Alemania, la locomotora
europea, está en marcado declive, lleva dos años con crecimiento menor que cero, y vive un momento de agudas tensiones entre sindicatos y empresas. EU, que fue la fuerza principal en la creación de la UE, ahora quiere, con Trump, tratar con cada país europeo en lo particular; los quiere divididos; minar la menguante fuerza de la unión. Al mismo tiempo Trump quiere a Rusia lejos de China. Parte de su juego es la paz ucrania de Trump/Putin. Trump va con la tendencia histórica de reconfiguración del mundo globalizado neoliberal, pero busca lidiar con los países uno por uno. Dividir es el viejo método para ganar la mayor fuerza. Las amenazas de Trump al BRICS son parte del nuevo juego imperial.
El método Trump conlleva, sin embargo, una debilidad profunda en su objetivo de crear un globalismo multipolar con un liderazgo de EU incuestionado e incuestionable: Trump cree a pie juntillas en el paraíso de los Musk y los Milei: un espacio feliz donde los libertarianos cumplen su misión de enterrar las instituciones del poder público a fin de que reine, solo y su alma, su amadísima Majestad el Rey Mercado, que con plétora sin igual tantos billones acarrea a los mercaderes.
Trump ha iniciado en EU el derrumbe interno. Se propone acabar con las políticas públicas y las instituciones que las procesan. Trump quiere enterrar la democracia que ha regido la historia de EU, con sus abundantes defectos nunca reconocidos por sus dos únicos partidos gobernantes. Quiere sepultar los bienes públicos de todos y los derechos conquistados por siglos de lucha de los desheredados. Con energía ha empezado a martillar, con un gran marro, el pedestal en el que está parado.