Saldrán a la luz el 18 de abril bajo el sello Resonance Records
Martes 25 de febrero de 2025, p. 8
Se editarán en vinilo triple y cedé doble las presentaciones inéditas de Charles Mingus en Buenos Aires, en 1977, en el teatro Sociedad Hebraica Argentina (SHA) y el Teatro Coliseo; el rescate es también de historias olvidadas del jazz. In Argentina: The Buenos Aires Concerts será lanzado al público el 18 de abril. Su edición digital se realizará a través de la plataforma Band-camp, donde se puede escuchar de manera adelantada una versión de Goodbye Pork Pie Hat, pieza dedicada a Lester Young, alias Prez, saxofonista tenor de Misisipi y que Mingus editó en su disco Mingus Ah Um, en 1959. Cuando Mingus se presentó en Buenos Aires, 18 años después de esta grabación, tuvo en su grupo al mismo baterista del disco, Dannie Richmond.
Mingus aplicó al jazz la formación como músico clásico que tuvo en su infancia y juventud. Una de sus grandes cualidades fue la de elevar el jazz a dimensiones nuevas, con un resultado desprovisto de solemnidad. Su discografía es de las más sólidas de su generación y su obra más sustancial abarca desde el disco The Clown (1957) hasta Cumbia & Jazz Fusion (1978). Además, fue activista por los derechos civiles de la comunidad negra en Estados Unidos y en su obra muestra el rechazo total al segregacionismo racial. Mingus también defendió los salarios de los músicos y boicoteó al célebre festival de jazz de Newport por sus bajas pagas; el grupo de protesta llevó el nombre de Newport Rebels e incluyó al enorme baterista Max Roach, así como al saxofonista Eric Dolphy, uno de los grandes compañeros musicales de Mingus. Su autobiografía, titulada Menos que un perro: El mundo que compuse, fue editada en 1971, ocho años antes de su temprana muerte.
Cuenta para La Jornada el periodista Hugo Asch: lo vi el viernes 3 de junio de 1977 en el teatro SHA y el show, pese a algunos problemas de sonido y equipos previos, resultó fantástico. Al menos yo levité. Dannie Richmond era un muro sosteniendo con él la base rítmica para que se lucieran Robert Neloms en piano, Jack Walrath en trompeta y, mi preferido, Ricky Ford en tenor. Eran músicos enormes, dignos de Mingus. Recuerdo bien la concentración de Mingus, su seriedad para tocar, su solidez. Era un profesional haciendo lo que sabía hacer, lo que disfrutaba, pese a que el cuerpo ya no lo acompañaba. Eso es pasión. Luego del show charlamos un rato, aunque mi inglés era muy malo. Me disculpé y se rio: me prometió responder acentuando con lentitud. Lo hizo. No paró de contarme historias increíbles del ambiente jazzero
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El jazz sobrevivió en Buenos Aires a pesar de la dictadura militar, así lo grafica Hugo Asch con una anécdota sobre un recital de jazz local: “en mayo de 1976, el pianista argentino Enrique Mono Villegas hizo un concierto con la excusa de cumplir 50 años en la música y el jazz. El número no era del todo exacto, pero a nadie le importó. El tema era escucharlo. Levantaron el telón, él hizo un poco de dedos mientras el público aplaudía. De pronto se paró, se alejó del piano y caminó hasta el borde del escenario. Sonrió. Pidió luz en la sala. Toses nerviosas.
“–Buenas noches. Antes de tocar, quisiera felicitarlos a todos… –silencio incómodo, sorpresa, más toses, murmullos y, por fin, el remate.
“–¡Porque están vivos! Y eso, en esta época es todo un éxito –risitas ahogadas, alivio, miradas de reojo.
Repito: mayo de 1976. No eran tiempos para ser así de claro. La dictadura militar era agobiante, muchos artistas debieron exiliarse, pero se seguía tocando jazz, seguramente porque no había letras que censurar y, finalmente, se trataba de música sofisticada, inofensiva, no era para multitudes.
Tango/jazz
Varios testimonios aseguran que hubo más de una época de esplendor del jazz en Buenos Aires, comenzando por años en los que la orquesta jazzística disputaba al tango el pulso musical de la metrópolis. El relato de las visitas ilustres da cuenta de juntadas musicales entre tangueros y jazzeros, y hasta se habla de Dizzy Gillespie a caballo, vestido de gaucho, llegando a improvisar con el bandoneonista Osvaldo Fresedo.
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El hombre del sonido
El sonidista Carlos Melero fue fundamental para el rescate de estas grabaciones. Personaje clave del sonido en vivo y la grabación del jazz, de los archivos de Melero se rescataron también cintas originales del concierto que el pianista Bill Evans dio en la ciudad en 1979.
Melero trabajó como operador de sonido en presentaciones de todo tipo, desde ópera hasta tango, con Astor Piazzolla, incluso fue sonidista de Luis Alberto Spinetta, que en 1975 tenía un grupo llamado Invisible y al que, el aplicado Melero grabó en un recital que fue editado en vinilo en 2024.
Las oportunidades para grabar a músicos internacionales eran muy pocas y Melero las aprovechó al máximo, llegando incluso a construir un pequeño escondite de madera para sus grabadoras cuando le tocó hacer sonido en un concierto del saxofonista tenor Stan Getz.
Cinco días antes de su presentación en Argentina, Mingus y su grupo actuaron en el Teatro Solís, de Montevideo, Uruguay. Mingus detuvo el concierto en seco a los pocos minutos de comenzar, cuando notó una grabadora casera en las manos de un oyente. Tal era su preocupación de entonces por las ediciones no autorizadas de sus conciertos. Es en ese contexto que Melero logró grabar a Mingus y su grupo, sumando, además de su notoria capacidad para operar música en vivo, el don de hacerlo bajo circunstancias apremiantes. 48 años después de realizado el concierto, y luego de circular todo este tiempo en una grabación pirata, este documento de dos de los últimos conciertos de Mingus remerge como lanzamiento oficial.
El sobre interno del disco, que cuenta con entrevistas a Jack Walrath y Ricky Ford, los integrantes vivos de aquel grupo de Mingus, también incluye la participación de Claudio Parisi, quien retoma la historia de la gira. Parisi dedicó un capítulo en su libro Grandes del jazz en Argentina a la visita de Mingus, de la cual escribió: Estos conciertos tuvieron un éxito rotundo a pesar de su poca publicidad. Con solamente una hora y media de concierto alcanzó para demostrar la calidad y el virtuosismo de estos impresionantes músicos conducidos por un gigante como Charles Mingus
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El santo negro y la mujer pecadora
Mingus consideró a The Black Saint and the Sinner Lady como su mejor disco: Es mi epitafio, desde el momento en que nací, hasta el momento en que escuché a Bird (Charlie Parker) y a Diz (Dizzy Gillespie)
. Las notas que acompañan al disco estuvieron a cargo de su sicólogo: Sus sufrimientos tempranos y tardíos como hombre negro seguramente fueron suficientes para causarle amargura, odio, distorsiones y abstracción mental. Sin embargo, Mr Mingus nunca se rindió. De cada experiencia, como su cargo legal por asalto o como paciente en el pabellón cerrado del hospital mental Bellevue, Mr Mingus ha aprendido algo y ha declarado que no le sucederá otra vez. Es dolorosamente consciente de sus sentimientos y quiere sanar
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Mingus en México
Entre los músicos con los que colaboró a lo largo de su carrera se encuentran Charlie Parker, Thelonious Monk y Duke Ellington. Su último Lp fue editado en 1981 y se tituló Something Like a Bird. En él ya no toca el contrabajo debido a su estado de salud, pero se dedicó a componer la música con la ayuda de Joni Mitchell. Falleció en Cuernavaca el 5 de enero de 1979, sólo dos años después de sus únicos conciertos en Argentina. Tenía 56 años. Decidió pasar sus últimos meses en esta pequeña ciudad, pero esa no fue su única conexión con México: en Tijuana Moods (1962) da cuenta del amor del contrabajista por TJ, que fue visitada por varios de los grandes del jazz, creando historias que aún deben ser contadas.