a historia moderna de la economía mundial demuestra que la imposición de barreras arancelarias, lejos de impulsar el incremento de la producción de bienes y servicios de los países que las imponen y de promover el desarrollo de sus pueblos, entorpecen las cadenas productivas, incentivan la inflación y castigan a los consumidores locales. Si bien afectan también la economía de las naciones a las que se aplican esas medidas, son un bumerán para los promotores de estas políticas proteccionistas, regresivas y xenófobas.
Por eso es un gran acierto del gobierno de México, y especialmente de la presidente Claudia Sheinbaum, haber frenado, esperamos de manera definitiva, la imposición generalizada de aranceles de 25 por ciento a las exportaciones de nuestro país a EU, y también es un alivio para los propios productores y consumidores de nuestro principal socio comercial y vecino, con quien compartimos más 3 mil kilómetros de frontera.
Falta ahora que ese arancel no se aplique tampoco de manera selectiva a productos específicos muy importantes para las cadenas productivas de ambos países, como el acero y el aluminio, medida que, por cierto, ya se revirtió antes, en 2018, en el primer periodo presidencial de quien hoy encabeza al gobierno de EU. México no representa ningún quebranto a los productores locales, pues sólo exporta a EU 7 mil millones de dólares, frente a 21 mil millones de Canadá.
Se trata, en primer lugar, de una violación flagrante a la letra y el espíritu del T-MEC, cuyo objetivo principal es reducir las barreras comerciales y mejorar la competitividad de la economía de América del Norte, mediante la complementariedad y la sinergia entre las tres economías, y que ha sido la base para construir el principal mercado del mundo, el mayor bloque, el más fuerte y el de mayores expectativas de crecimiento.
Las frías cifras indican que, por mucho, la principal amenaza a la hegemonía económica, política y militar de EU es China, y después la Unión Europea. Los demás bloques económicos, no sus socios comerciales, y mucho menos México. Hoy el PIB de China es de 17.7 billones de dólares, frente a 27.7 de Estados Unidos, pero mientras China crece a un ritmo de 5.2 por ciento anual, EU lo hace en sólo 2.9 por ciento, lo que reduce la distancia entre la primera y la segunda economía mundial, año con año.
Es justamente gracias al mercado común con México y Canadá que EU ha podido superar hasta ahora la competencia con China. Por eso todos los analistas acreditados del mundo coinciden en que imponer aranceles a los socios comerciales es irracional, no tiene ninguna lógica económica. Por ejemplo, para el destacado periódico estadounidense The Wall Street Journal , un medio líder de opinión sobre todo en materia económica, la nueva política arancelaria aplicada o que se pretende aplicar por el nuevo gobierno de su país, a México y a Canadá, y que podría generar una guerra comercial, le merece el calificativo de la más tonta de la historia
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Para el diario El País , “los aranceles a sus vecinos suponen la violación flagrante del tratado de libre comercio entre México, EU y Canadá (T-MEC), que el propio presidente republicano negoció en su primer mandato. Bajo ese mercado común, muchas empresas estadunidenses, en particular en el sector del automóvil, tienen cadenas de suministro y producción integradas en un ecosistema regional que permite aprovechar la especialización, el acceso a los mercados y las economías de escala para aumentar su productividad y eficiencia… Los aranceles provocarán enormes distorsiones para los negocios, pero, además, afectarán directamente al bolsillo de los ciudadanos (estadunidenses) al extenderse a los productos de consumo, especialmente los agroalimentarios, como un impuesto al consumo de carácter regresivo que perjudica a las familias con menor renta”.
Para Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001, “reducir las importaciones no serviría para crear puestos de trabajo en el rust belt (la región del Noreste y Medio Oeste de EU que ha sufrido un marcado proceso de decadencia industrial y económica a partir de la década de 1970), sino que serviría más bien para generar empleo en cualquier otro país que se disponga a remplazar las importaciones que antes provenían de otros países”.
Nosotros sólo decimos que las relaciones de amistad, comercio, cultura y geopolítica entre México y EU, con Canadá completando la triada, es estructural, histórica y de fondo, y que no debe ponerse en riesgo porque sería un típico escenario de perder perder, es decir, en la teoría de juegos, todos ponen y nadie gana.
Se estaría debilitando, con un golpe autoinfligido, al mayor mercado común del mundo, un mercado donde por primera vez en la historia, desde 2023, México es ya el principal socio comercial de EU. En números de comercio total –importaciones y exportaciones–, México intercambió 738 mil millones de dólares (mdd), mientras Canadá quedó ligeramente por debajo con 712 mil mdd.
En suma, es imperativo que la amenaza de imponer aranceles generalizados a México se disipe en definitiva, y que tampoco prospere la decisión de gravar la importación de acero y aluminio proveniente de nuestro país y de Canadá. Los aranceles son lesivos para los tres países, y para el propio bloque comercial en la competencia con otros mercados.