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Domingo 16 de febrero de 2025, p. 6
Berlín. Michel Franco se ha consolidado como uno de los directores más influyentes y provocadores del cine mexicano contemporáneo. Su crudo estilo narrativo, su enfoque en la exploración de temas controvertidos, su exitosa carrera y participación en festivales internacionales, han hecho del joven una figura interesante en la cinematografía global.
Relajado y afable, Franco se presentó en conferencia de prensa flanqueado por la actriz estadunidense Jessica Chastain, por el bailarín Isaac Hernández y el actor inglés Rupert Friend, quienes participan en Dreams, su cinta más reciente seleccionada en la competencia oficial del certamen berlinés para aspirar al premio el Oso de Oro.
La historia de Dreams aborda con gran estilo la raza, el sexo y la clase en los Estados Unidos contemporáneos. Es una película oportuna que se siente especialmente relevante en los primeros días de la segunda administración Trump. En ciertos momentos, también tiene esa intensidad sórdida que encuentras en las obras de Tennessee Williams sobre relaciones destructivas entre personajes de diferentes edades y de orígenes sociales muy diversos. Franco proporciona una plataforma para que sus dos protagonistas brinden actuaciones de una intensidad vertiginosa. Pero la cinta se habría beneficiado de un poco más de matices y delicadeza.
Michel Franco desde su debut con Daniel & Ana (2009), trabaja sin cesar rodando una película anualmente, confesó el cineasta a La Jornada; en este nuevo trabajo escudriña en los recovecos emocionales de sus personajes colocando evidencia de que sus historias impactan dejando una tarea para el espectador al confrontarse con sus propias realidades. Sus historias abordan temas como la violencia, el abuso de poder, la desigualdad y la fragilidad de las relaciones humanas.
Abuso y desigualdad
Hernández interpreta a Fernando, un joven migrante mexicano que acaba de cruzar la frontera en la parte trasera de un camión. Al principio, lo vemos caminando como un vagabundo sin dinero ni perspectivas, pero con una confianza en sí mismo arrogante. Se dirige a San Francisco y va al apartamento de la socialité Jennifer McCarthy (Chastain) y pronto están teniendo un sexo muy vigoroso. Fernando es un bailarín de ballet y ella es su mecenas, dirige una fundación en México, proviene de una de esas familias estadunidenses muy ricas que donan a las artes y les gusta considerarse liberales, pero se sienten muy incómodas cuando los forasteros invaden demasiado su mundo de privilegios y lujos.
Franco explora la dinámica entre la pareja de una manera intrigante. Ella está obsesionada sexualmente con él. Él es su propio tipo de Stanley Kowalski, guapo y sudoroso, pero ella no tiene nada de la fragilidad emocional de una Blanche DuBois. En cambio, es despiadada y manipuladora. Cuando él intenta escapar de su control y construir su propia vida, ella lo detiene. Lo mima, le compra ropa y regalos, pero aún así le niega lo que él más desea: ser tratado como su igual.
Una de las escenas más impactantes de la película se trata de un momento en un restaurante, en el que Fernando empieza a hablar en español con el camarero y Jennifer se enfurece por quedar fuera de la conversación.
El hermano de Jennifer (Rupert Friend) y su padre (Marshall Bell) no ocultan su desdén por este nuevo intruso en su mundo. No pueden aceptar que alguien a quien normalmente esperan ver en un puesto de servicio comparta el apartamento de Jennifer y, peor aún, su cama.
Aquí todo se hace a toda máquina. Incluso las secuencias de baile están trucadas. En el conservatorio local, donde se le ha señalado como una futura estrella, Fernando aparece interpretando una rutina de Cisne negro que parece imitar su propia relación turbulenta con Jennifer.
La actuación de Chastain está a la altura de otras de sus interpretaciones en cintas como Molly’s Game y Miss Sloane. Se destaca por interpretar personajes formidables y de voluntad fuerte como éste; mujeres dispuestas a hacer todo lo posible para conseguir lo que quieren. Hernández también resulta convincente como el ambicioso joven mexicano cuyo talento y buena apariencia finalmente no son suficientes para abrirse paso en la sociedad estadunidense.
En la última parte de la película, el equilibrio de poder cambia de repente. El filme parece replantearse como un estudio de la masculinidad tóxica en lugar de como un drama sobre el maltrato casual a los migrantes. Fernando empieza a imponerse y trata a Jennifer con agresividad y crueldad. La historia se va intensificando aún más hacia su previsible y brutal final. Muchos de los espectadores que asistieron apartaron la vista ante un último gesto que, como la película en su conjunto, parece demasiado obvio y exagerado.
(Con información de The Independent )