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La vastedad sonora de Xochimilco inspiró al compositor Enrico Chapela

El creador mexicano halló en ese punto turístico el numen de Chinampa y trajinera // La OFCM tocará la pieza este fin de semana para conmemorar los 700 años de Tenochtitlan

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▲ La obra, comisionada por la Orquesta del Teatro Nacional de Mannheim, de Alemania, también será interpretada por la Ofunam, en marzo, así como en Mérida y Argentina.Foto JandF Relaciones Públicas
 
Periódico La Jornada
Viernes 14 de febrero de 2025, p. 2

Cuando el compositor Enrico Chapela Barba comenzó su obra Chinampa y trajinera, poco antes de la pandemia, pensó, según refiere, en “que había llegado el momento de hacer mi Danzón no. 2, de Arturo Márquez; mi Huapango, de Moncayo, o mi Sensemayá, de Revueltas, y me propuse encontrar algún tipo de folclor originario de la Ciudad de México para tal fin”.

Sin embargo, se dio cuenta de que, al parecer, no hay un folclor musical originario de esta capital, al menos no encontré nada en mis investigaciones. O sea, ha habido músicas que llegan a su mayoría de edad en esta ciudad, pero que nacieron en otros lados, como el mambo, con Pérez Prado.

Más que desanimarlo, tal situación lo impulsó a buscar alternativas. Así, reparó en que la Ciudad de México, al ser la capital de la República, es un crisol de folclores del país, y decidió emprender una especie de retrato sonoro de tal condición o característica.

El siguiente reto fue localizar un lugar donde estuviera concentrado ese folclor musical, y se acordó de Xochimilco, uno de los principales atractivos turísticos de la metrópoli, cuyos paseos por sus canales en trajineras ofrecen al visitante, considera, un vasto popurrí de las músicas tradicionales y populares de nuestra nación: Cuando paseas en trajinera se te acerca otra que trae ya sea una marimba chiapaneca, un arpa o soneros jarochos, o mariachis. Xochimilco ofrece, entonces, esa vastedad musical, es un lugar donde pasan muchas cosas en términos sonoros.

Tal es la historia de Chinampa y trajinera, una de las obras más recientes del también docente oriundo de la capital del país, nacido en 1974, la cual figura en el programa con el que la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM) conmemorará los 700 años de la fundación de Tenochtitlan, el cuarto de su actual temporada, los días 15 y 16 de febrero, a las 18 y 12:15 horas, de forma respectiva, en la sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli. Bajo la dirección huésped de Eduardo García Barrios, también se incluye Cuadros de una exposición, de Modesto Mussorgsky.

No todo queda allí, pues aquella misma pieza será interpretada, además, por la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (Ofunam), los días primero y 2 de marzo a las 20 y 12 horas, en ese orden, como parte de su primera temporada del año. Estos dos conciertos de la agrupación universitaria se inscriben en las Jornadas de mujeres en la música, con la participación de Katharina Wincor como directora huésped.

Más aún: Chinampa y trajinera será interpretada el 23 y el 24 de mayo en Río Negro, Argentina, por la orquesta local, como parte de un programa de música mexicana, así como los días 26 y 28 de septiembre por la Sinfónica de Yucatán, en Mérida, dentro de un programa conformado por música mexicana y argentina. Esto es resultado de una beca del programa Ibermúsicas obtenida por Enrico Chapela y su homólogo argentino Mauricio Charbonnier.

El elemento folclórico

Se trata de una partitura con buena estrella, como ha ocurrido con mucha de la producción de quien es considerado uno de los referentes de la música de concierto contemporánea en el país: “Es extraordinario; me ha pasado muy pocas veces. Ojalá sea algo que empiece a repetirse. Tiene que ver, creo, con que Chinampa y trajinera tiene ese elemento folclórico mexicano que tanto gusta, así como ocurre con el Danzón no. 2, de Arturo Márquez; el Huapango de Moncayo, y Sensemayá, de Revueltas. Ésa era la idea, eso es lo que me pidieron, eso es lo que intenté, y espero que sea así, porque entonces tendría el potencial de convertirse en una de las piezas más tocada de mi catálogo”.

La obra en cuestión fue comisionada por la Orquesta del Teatro Nacional de Mannheim, de Alemania, poco antes de la pandemia, aunque fue en el transcurso de ésta, en julio de 2021, que se realizó su estreno mundial en aquella ciudad. En septiembre de 2022 tuvo su estreno nacional, a cargo de la Orquesta Sinfónica del Estado de México (Osem), en Toluca, con Rodrigo Macías como director.

Si bien, el estilo de Enrico Chapela está basado en intereses musicales muy rítmicos, así como aquellos de su juventud por el metal, la música árabe y el jazz latino, al tratarse de un encargo, dice, debió concentrarse en lo que le solicitaron: una obra con sonido mexicano, que también me gusta mucho, con autores como Revueltas y Márquez.

De unos 15 minutos, explica el autor, Chinampa y trajinera está organizada en forma de rondó, que se caracteriza por la repetición de un tema principal, alternando con otros secundarios. Por su estructura, dice, se parece a Cuadros de una exposición, con la que, como ya se anotó, comparte programa en los conciertos de la OFCM.

“La obra de Mussorgsky, como su nombre dice, está organizada en una descripción musical de una exposición de pinturas, donde cada una narra una historia diferente, y el pasaje entre los cuadros son un tema y variaciones. Es el mismo tema que, cada vez que se presenta, varía un poco, lo que él llama ‘promenade’; es decir, la caminata, el paseo”, describe Chapela.

Mi obra es parecida, por eso también su título. Las chinampas, como se sabe, son esas islas artificiales oriundas de la Ciudad de México que se inventaron en la época prehispánica, y gracias a ellas la gran Tenochtitlan tuvo su auge poblacional, porque es un sistema de agricultura muy eficiente. Entonces, los lugares que se visitan en mi obra son las chinampas, y el paseo o el tránsito entre una y otra son las trajineras, similar a lo de los cuadros y la caminata de Mussorgsky; cuando vas de una chinampa a otra, es el mismo tema, pero variado.

El autor precisa que su obra está compuesta por paisajes o chinampas que aluden a aspectos característicos o significativos de Xochimilco. El primero es la chinampa del ahuejote, en referencia a un árbol de la zona; el segundo, la del ajolote, animal endémico, y la tercera, la de las muñecas, como se conoce a una de esas islas artificiales, la más llamativa del paseo, porque presenta restos desmembrados de esos juguetes.

Las chinampas están escritas con un lenguaje más contemporáneo, mi lenguaje habitual, mientras las trajineras con uno tonal más mexicano; la primera de éstas está pensada a sonar como marimba chiapaneca; la segunda, como son jarocho, con el arpa; luego, un son huasteco, con el violín, y, finalmente, un son jalisciense, con el mariachi. Lograr combinar ambos lenguajes fue un gran desafío.