Opinión
Ver día anteriorMiércoles 5 de febrero de 2025Ediciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Alharaca
D

espués del alto volumen de prevenciones, peligros, condenas y preparaciones ante la destructiva tormenta, en mucho innecesaria, se tornará a la normalidad. Si algo significará esta palabra frente a la irracionalidad grandilocuente. ¡Ganamos! Se oirá, repetidamente, por allá. Y en verdad, algo o bastante, ganó el gritón del barrio sin que su nación sufriera las inevitables consecuencias. Aunque, viéndolo por segunda ocasión, los amenazados fueron los que sacaron mayor provecho. Revisaron sus fortalezas y los muchos puntos débiles de sus modelos de gobierno y productivos para enfrentar la emergencia. Para el caso mexicano, precisar el objetivo global, atado al tratado, fue y es, el asunto primordial.

Donald Trump no salió ileso. El mundo entero le midió el agua a esos gritos, seudocorajudos, exhibió sin recato alguno las limitantes de su aparente fuerza hegemónica actual. Respecto de sus dos vecinos, ambos con excelentes resultados en sus balanzas comerciales, rebelan la incapacidad para competir sin el auxilio de un tratado que refuerce su apertura e integración. La maquinaria industrial de Estados Unidos hoy no puede sola competir con el mundo y salir airosa. La perspectiva de ir hacia una reindustrialización es una utopía. Los costos que tiene insertados son prohibitivos de cara a los que se tienen en Asia. Sus oportunidades están en la tecnología de avanzada y los servicios. Conservan un aparato financiero que, aunque inflado hasta la hipertrofia, les permite el manejo de enormes cantidades de capital. Pueden con ello apoyar financieramente numerosas y variadas aventuras constructivas. Aun considerando la indetenible propensión a la especulación que les apremia a convertirla en deuda de alguien. Tienen, además, las grandes ventajas que les otorga su moneda global. La mayoría de las transacciones internacionales siguen atadas al dólar. Pero disminuye su participación respecto a la que tenían hace sólo unos pocos años. Y esa situación es otra de sus incapacidades notorias como superpotencia coja: suponer que puede infligir severos castigos al BRICS+ por sus ambiciones de crear una moneda adicional al dólar para transacciones externas. Movimiento que no será detenido tomando en cuenta la voluntad de un creciente número de países de afiliarse a tal cometido. El banco fundado por esa asociación trabaja en tal sentido, pero, todavía en sistema Swift, les presta auxilio en sus bravatas y castigos.

La reciente aparición de una minúscula empresa de inteligencia artificial le ha pegado susto monumental al entorno de poder e informático estadunidense. Lo ha obligado a replantear la que, suponían, era una enorme ventaja sobre las capacidades chinas, tal como lo han sido, en materia militar, los misiles hipersónicos rusos.

El bajo costo de esa compañía –DeepSeek– ha sido un real trauma en el entorno de los grandes capitales, atados a sus superempresas informáticas globales. China ha dado pruebas, contundentes, de haber superado, en poco tiempo, limitantes tecnológicas en áreas muy sensibles para la competencia internacional. La presión, esta vez efectiva de Trump ante Panamá, logró su cometido. Esta pequeña nación se separó del gran y ambicioso proyecto de la Ruta de la Seda, que le permitía a China facilidades en puntos estratégicos para el vital transporte marítimo en disputa. Sus masivas inversiones, necesarias para presentarse como un actor estratégico, influyente, las ha ido preparando con aceptable fluidez. Ahí está el enorme puerto de Chancay que construyeron en Perú como puntal eficaz para su creciente comercio con América Latina.

Tiene Trump clavada la espina de revertir el compromiso financiero y armamentístico con Ucrania, conflicto en mucho facilitado por la intervención de Joe Biden y sus muchachos supremacistas judíos insertados en el aparato del Estado. Quiere ser el negociador con Rusia para definir el futuro de esa guerra, por completo innecesaria, planteada como indispensable para contener la influencia de Rusia en Europa, así como para eliminar su dependencia del barato gas natural de ese país. Separarse de ese bien –y de los vitales gasoductos, (Nordstream) les acarreó a los europeos (Alemania en concreto) dificultades que Estados Unidos no puede subsanar, sino con mayores costos y trabas portuarias. Tal vez, otro de los puntos que Trump desea capitanear se concrete en el conflicto en Medio Oriente. Respaldar el genocidio israelí en Gaza y Cisjordania, ya bien documentado por la Corte Penal Internacional, satisface sus arrestos facistoides. No sólo personales, sino de la corte de plutócratas que lo condiciona desde muy cerca. La tentativa de Trump apunta hacia renovar su tambaleante hegemonía mundial. Lo malo de tal apuesta es fincarla en los aranceles como arma disuasiva. Aunque, el factor militar permanece, como una opción, en la retaguardia de su mentalidad imperial.