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Volver a crear escenas musicales y cultura alternativa, tarea de El Alicia: Ignacio Pineda

El laboratorio no es una concesión, se pagan servicios y permisos, señala el gestor del espacio

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▲ Ignacio Pineda durante la entrevista con esta casa editorial.Foto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Sábado 25 de enero de 2025, p. 6

A un año del regreso del Laboratorio de Cultura Subterránea El Alicia, Ignacio Pineda, creador del influyente espacio, en entrevista con La Jornada afirma: “la nueva tarea de El Alicia es volver a crear escenas musicales y cultura alternativa de los jóvenes y darle un sentido social y político a toda la narrativa de lo que está pasando en México.

La escena está fresa, un poco conservadora, no es el mismo discurso que en los años noventa. Han cambiado mucho los usos y costumbres de los nuevos músicos, porque después de la pandemia los grupos que sobrevinieron fueron los que tenían varo para aguantar, mientras los del barrio, la mayoría, se desintegraron y apenas se están rehaciendo y hay que trabajar con ellos. Ya hay agrupaciones que han venido a tocarnos la puerta, pero hubo periodos de tres o cuatro años que las de barrio escasearon porque las condiciones no se lo permitieron.

Nacho, como todo mundo lo conoce desde hace casi 30 años, al reflexionar sobre el panorama artístico del país sostiene: muchos sectores de músicos y de la sociedad están politizados, narrando en su música la situación del país, y con el ascenso de la internacionalización de los reaccionarios en Europa y América como continentes, pues la respuesta de las juventudes es necesaria y natural, porque la principal diferencia de El Alicia con otros lugares es que somos un espacio no politizado.

Cualitativa y cuantitativamente qué fue lo que cambió en el nuevo hábitat de El Alicia, se le pregunta a Nacho: el audio y la iluminación es equipo de adquisición reciente; el escenario y el lugar se adaptó para una sala de conciertos, arreglamos la acústica del lugar y aumentó el aforo de unas 15 personas más, a este nuevo lugar le caben entre 600 y 650 personas, más músicos e invitados. Se ve enorme, pero no lo está tanto.

Nacho, quien siempre se afanó para que los inmuebles abandonados de la CDMX fueran destinados a espacios culturales, comenta que para él es un buen reto, porque esto era una iglesia cristera y posteriormente un archivo gubernamental del Departamento del Distrito Federal. Saber que fue un espacio del ala más reaccionaria de la Iglesia y transformarlo en un espacio cultural. Voy a confesar algo: cuando tengo un problema o que tomar una decisión importante, lo hago mientras sueño y así lo resuelvo.

El gestor del espacio mencionó que el público de El Alicia lo está asimilando poco a poco y que la mayoría de la gente está contenta. Incluso somos un detonante económico para los negocios de alrededor y no hemos tenido problemas con los vecinos, agregó.

Al preguntarle sobre cómo está insertado El Alicia en este cambio de conciencia de la sociedad, Pineda refiere: nos gusta que haya cambiado junto con nosotros. Cuando iniciamos hace 29 años, el ambiente era bien rudo, había portazos, la gente no se formaba; era un caos: bebían y se peleaban en la calle. Poco a poco fuimos creciendo con ellos y el público lo entendió, comprendió que tenía que respetar el entorno de El Alicia.

No se trata, confiesa Nacho, si El Alicia domesticó al público o viceversa, “aprendimos juntos. Cuando el espacio surgió en 1995, para nosotros fue algo maravilloso, fue un cambio a nivel cultural muy grande. El pináculo mayor que tuvo El Alicia fue aquel concierto de surf donde todos llegaron con trajes de baño, salvavidas, esnórqueles, visores. También la boda colectiva que hicimos; hubo muchos casos que fueron rompedores como los talleres de anarquismo donde se reunieron todas las escuelas de esa doctrina, iniciar las expo tatuajes con los principales exponentes de México con cuatro o cinco mesitas que ahora son unos eventos monstruosos.

Otra de las cosas que más me gusta es cómo nuestros diseñadores gráficos son los mismos con quienes comenzamos a crear carteles: Alejandro Ramírez, el Doctor Alderete o Alejandro Magallanes entre otros, ahora son los rockstars del diseño. Con todas esas cosas y toda esa gente fuimos creciendo a la par”.

La explicación que le da Nacho Pineda a lo anterior es que El Alicia nació dentro del cambio de la narrativa política zapatista: “Para todos todo, para nosotros nada, eso para nosotros fue muy anarco, se dio un boom del grafiti, el primero lo hizo Ben Frank, un tipo que vino de Los Ángeles y cuando estaba pintando 20 o 30 chavitos estaban atentos cómo usaba el spray; a partir de ahí comenzaron a crecer los crews de grafiteros. Toda la cultura subterránea de la Ciudad de México fue creciendo en los noventa y dos miles y El Alicia estuvo ahí. Ahora lo veo en los grupos que han perseverado y son los que encabezan todo, cuando ves las carteleras de los festivales de música hay un montón de grupos de El Alicia”.

Finalmente, concluye Nacho: el Alicia sigue pagando agua, renta y consiguiendo todos los permisos para operar. Incluso son un poco más grandes las deudas de acuerdo con el espacio, por más que se los explico, la gente cree que somos una concesión, pero no. Así que hay que seguir trabajando.