legó el día de todos tan temido superando las expectativas. El discurso de asunción de Donald Trump, quien llega por segunda vez a la presidencia de Estados Unidos con su estilo agresivo, provocador y vulgar, precedido de amenazas sobre el uso de recursos militares, sanciones y presiones económicas para mover fronteras a su antojo, tomar territorios para engrandecer a su patria a costa de los demás, impactó por su ausencia total de inteligencia estratégica, lo cual es riesgoso en una potencia nuclear en pleno deterioro hegemónico.
Con el mayor despliegue de fuerza aérea en el mundo y con un presupuesto militar que acaba de superar un billón (millón de millones) de dólares anuales, el imperio fue incapaz de usar esa potencia para apagar los voraces incendios que todavía devastan a la ciudad de Los Ángeles, California.
Pero si como lo dijo Carlos Chirinos (Univisión Noticias) el discurso de Donald Trump en su ceremonia de toma de posesión gustó sin duda a sus simpatizantes, pero no alcanzó el nivel de mensaje de inspiración nacional que suelen dar los presidentes el día de su juramentación, cuando convocan a la unidad por encima de diferencias políticas
, hacia afuera tampoco hubo ninguna ponderación de los riesgos estratégicos ya que en general un presidente en su inauguración marca pautas de la gran estrategia que tendría que surgir del complejo entramado de las fluctuantes e inestables relaciones del poder internacional que conjuntan las tendencias unipolares con las tendientes a la multipolidaridad .
Si bien su alocución fue precedida por el trato humillante a Canadá y la amenaza de hacerse de Groenlandia como fuere, según Trump por un asunto de Seguridad Nacional, el tema desapareció junto con la política estratégica hacia el resto del mundo para concentrarse en América Latina, amenazando de la peor manera posible a México –deportaciones masivas, reponer el programa Quédate en México, imponer aranceles de 25 por ciento y calificar oficialmente a los cárteles de la droga como terroristas– y a Panamá con la amenaza de recuperar
el canal, sin afirmar si utilizaría medios militares.
Estas amenazas generan repudio, llegando incluso a la petición de Leonardo Lomelí Vanegas, rector de la UNAM a cerrar filas ante la agresión que se avecina de la Casa Blanca
( La Jornada, 18/1/25).
Estos despropósitos que se encuentran entre los cerca de 200 decretos que firmó Trump ya como presidente nos regresan al siglo XIX, cuando la expansión territorial de Estados Unidos fue tanto por medio de la masacre de las naciones indígenas establecidas en esos vastos territorios, como comprando
territorio bajo la cubierta de una operación mercantil, pero también por medio de la anexión territorial por medios militares (Ver Ramiro Guerra, La expansión territorial de los Estados Unidos a expensas de España y de los países hispanoamericanos, la Habana, 1964).
Al parecer la gran potencia en decadencia precipitada no tiene otros recursos para frenar ese proceso que volver a la época de las cañoneras frente a un mundo en creciente proceso de multipolarización, regresando a la idea de tomar un territorio sin importar el derecho, las fronteras, como lo planteó en su discurso dizque romantizando el hecho del despojo (hasta el infinito y más allá ) al decir que Estados Unidos volverá a considerarse una nación en crecimiento, que aumenta su riqueza, expande su territorio, construye sus ciudades, eleva sus expectativas y lleva su bandera a nuevos y hermosos horizontes, y perseguiremos nuestro destino manifiesto hacia las estrellas, viendo a los astronautas estadunidenses plantar las barras y estrellas en el planeta Marte
, (sic) lo cual y mas allá de la mera ciencia ficción y la mala poesía, nos ilustra como EU busca compensar su deterioro hegemónico por medio de un proyecto de expansión neocolonial hacia lo que sigue considerando su patio trasero.
La agresión a México (Ecuador no ha solventado la agresión a nuestra embajada en ese país) y la pretensión de retomar el control del Canal de Panamá se inscribe en este proyecto expansionista: Teniendo a Argentina en la bolsa, el proyecto geoestratégico que EU impulsa en Ecuador y Perú es un eslabón en la conquista del poder espacial y marítimo
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Según una investigación de Luis Córdova-Alarcón y Plan V (periodismo de investigacion, Ecuador, 8/1/25), en los últimos meses, Estados Unidos ha puesto en marcha dos proyectos militares geoestratégicos. En Ecuador ha conseguido la anexión de las islas Galápagos a su arquitectura de seguridad, con la autorización del «Proyecto de Seguridad Integral de la Región Insular». En Perú, se ha concretado un acuerdo con el Comando Espacial de EU para construir el puerto espacial más grande de la región en la Base Aérea de Talara, Piura, basado en la lucha por el poder mundial y esto se refiere sobre todo al poder espacial, en el cual figuras como el tecnooligarca Elon Musk son determinantes
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