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Beatriz Mijangos Zenteno aprendió de la selva lo que sí valía la pena

Familia, amistades y personal de la casa Na Bolom le rinden emotiva despedida

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▲ Gertrude Duby Blom, Trudi, peinando a Betty Mijangos, en el patio de Na Bolom, en san Cristóbal de las casas, Chiapas.Foto tomada de la página de
Facebook de Na Bolom
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▲ Imagen capturada por Gertrude Duby Blom en la que aparece Doña Betty Mijangos acompañada por una muchacha y Kayum en el patio de Na Bolom.Foto tomada de la página de
Facebook de Na Bolom
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de enero de 2025, p. 3

A la edad de 13 años, Beatriz Mijangos Zenteno (1932-2025) tocó el timbre de la casa conocida como Na Bolom, en San Cristóbal de las Casas, residencia del arqueólogo Frans Blom y de la expedicionaria Gertrudis Duby. Era el año de 1953 y hoy, en la capilla de la Casa del Jaguar, su familia, amistades, lacandones, voluntarios y personal de la icónica morada le rinden respetuosa y emotiva despedida.

Betty, quien formó su propia familia, hoy de luto, fue considerada hija adoptiva del matrimonio Blom-Duby; quienes llegaban a Na Bolom, fueran familiares, amistades, periodistas, investigadores y académicos, voluntarios residentes o visitantes del museo, la conocían porque era el brazo derecho de los extravagantes dueños (para la época) que se la pasaban recorriendo la selva lacandona descubriendo sus riquezas y también defendiendo sus tesoros a costa de todo y de todas las personas, aún luego de la muerte del explorador danés en 1963.

Su adolescencia fue casi como la de todas las chicas de San Cristóbal salvo que Betty no gustaba de la escuela, prefería ir a la selva donde aprendía lo que sí valía la pena –me confió en el transcurso de la investigación para la biografía Rostros y rastros de una leyenda: Gertrude Duby Blom (Coneculta Chiapas/Ed. Ink, 2015) de la suiza cuyo deceso en 1993 ocurrió días antes de la insurrección del EZLN–.

Anuario viviente

Betty, con doble tt luego de su residencia juvenil en Estados Unidos, era el anuario viviente de la vida de Trudi y de Na Bolom; su agenda de contactos cubre al mundo. En veces regañada como hija, en otras fue secretaria, acompañándola a las compras que luego llevarían a Nahá, visitando al chamán del pueblo lacandón Chan Kin Viejo García y sus esposas Koj María y Koj Paniagua, arreglando el campamento de Yertrur (pronunciación lacandona del nombre de Gertrude) y viajando con ella, incluso hasta Estocolmo, Suecia. Acompañó a los dos exploradores hasta su morada final en el panteón sagrado de Nahá, en 2010.

Por ser quien fue y por derecho propio, modesta, discreta y llena de sabiduría, doña Betty fue ama de llaves de Na Bolom, también responsable de la cocina y del restaurante, se esmeró en la recolección de las recetas de Frans, de Trudi y de ella misma, que dieron fama de la mejor comida en San Cristóbal de las Casas, con productos de la hortaliza; por ello es citada en numerosos libros sobre Na Bolom.

Doña Betty era el alma de la Casa del Jaguar y veló por ella toda su vida. Última sobreviviente de una histórica época.

A fines de 2023, jubilosa, me recontó su reciente viaje a Nahá donde sus amistades la recibieron con grandes fiestas. Hicimos planes para el próximo. No pensamos que sería el último.

Será, por siempre, extrañada.