Donald Trump toma posesión // ¿Comienza novela de terror? // Frente común contra el magnate
legó el día, y hoy a eso de las 12 horas de Washington DC, Donald Trump se convertirá en el presidente constitucional número 47 de Estados Unidos, una vez más con la intimidatoria bandera de Make America great again. Parece ridículo que el mundo esté en vilo y al borde de un ataque de nervios por el cúmulo de amenazas, chantajes y actitudes expansionistas por él proferidas, en el entendido de que al energúmeno le fascina que la comunidad de naciones le tenga miedo, no respeto, al tiempo que es feliz injuriando a todos y por todo. ¿Hasta dónde llegará? Habrá que ver, porque –más discurso que hechos– en su anterior estancia en la Oficina Oval no llevó a la práctica todas sus bravatas.
En la práctica, ¿qué tan diferente es Trump de sus 46 antecesores en la Casa Blanca? No mucho –aunque es el primero en ser condenado judicialmente en sentarse en la Oficina Oval–, porque todos han sido guerreristas, expansionistas, golpistas, injerencistas y demás, siempre en el ejercicio de su sueño húmedo –el Destino Manifiesto, aderezado con la Doctrina Monroe– de que Estados Unidos puede hacer lo que le plazca por ser el elegido
de quién sabe quién.
De entrada, al menos en el discurso (mano dura
, promete), Trump se dice dispuesto y preparado para emprender todo tipo de guerras, con otra de sus banderas ( America first): fronteriza (con la mira puesta en México como prioridad máxima
), migratoria (deportación masiva), narcotráfico (extramuros, porque internamente nadie lo toca), expansionista, tecnológica, comercial, económica, financiera, social (en terceros países), ideológica y las que añada, comportándose como si fuera el salvaje dueño del planeta, sin respetar nada ni a nadie, y lo hace ante una comunidad de naciones mayoritariamente agachada. Pero, ¿llevará a la práctica todas sus amenazas y chantajes, o se trata de escarceo del magnate para medir las posibilidades reales y la debilidad de los que tiene enfrente?
En vía de mientras, uno de los temas (no el único) que más preocupa a buena parte de los países latinoamericanos es la deportación masiva más grande de la historia
de sus respectivos conciudadanos, lo que se asocia a la drástica caída del envío de remesas (además, Trump amenaza con cobrar impuestos), ambas advertencias hechas por el presidente de una nación, Estados Unidos, construida con base en migrantes de todos los rincones del planeta.
Las remesas tienen un peso específico y creciente en las economías receptoras y el despido masivo
implicaría el estallido de una bomba social. México es el mayor receptor en América Latina (cerca de 66 mil millones de dólares en 2024, 96 por ciento provenientes de Estados Unidos) y ocupa el escalón número dos a nivel mundial, sólo por debajo de India. Desde luego, se trata de un monto nada despreciable (sobre todo por el beneficio que representa para las familias receptoras), pero ese volumen de divisas equivale a poco más de 2 por ciento del producto interno bruto (PIB).
Los casos económicos y sociales más preocupantes corresponden a naciones centroamericanas y algunas caribeñas, porque para ellas dicho envío de divisas representa una proporción muy elevada de sus respectivas economías. De acuerdo con estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo, para Nicaragua esos dineros equivalen a cerca de 30 por ciento de su PIB. En el caso de Honduras se aproxima a 28 por ciento, a 25 por ciento en El Salvador y a 20 por ciento en Guatemala. Para Jamaica, 21 por ciento, Haití 16 por ciento y República Dominicana, 9 por ciento.
Aunque en menor proporción que en México y Centroamérica, para las naciones del sur del continente las remesas provenientes de Estados Unidos también son relevantes. Por ejemplo, Ecuador, Perú, Colombia, Uruguay y Argentina.
Entonces, todo dependerá de la reacción de la comunidad de naciones –si es que está dispuesta– para detener el embate de Donald Trump y sus hordas retardatarias, así como de la respuesta y presión interna de millones de estadunidenses que están en contra del regreso al medioevo que encabeza el magnate. Alternativas hay, y no pocas, para enfrentar a este salvaje, pero entre todos hay que empujar parejo.
Las rebanadas del pastel
Más tardó en conocerse el alto el fuego
en Gaza que el genocida Benjamin Netanyahu en intentar retractarse y aclarar
que se trata sólo de una decisión temporal
, porque, dice, Israel se reserva el derecho de reanudar la guerra
cuando se le pegue la gana. En vía de mientras, ¿quién pagará por el genocidio y la devastación? El halcón y su banda de asesinos no pueden quedar impunes. ¡Viva Palestina!
X: @cafevega