esarticulado el entramado de acciones subversivas internas y externas dirigidas a fracturar el apoyo ciudadano y militar al chavismo, el 10 de enero Nicolás Maduro inició su tercer mandato de presidente para 2025-2031. De cara al bloqueo, las sanciones y la guerra híbrida de EU, Inglaterra, la Unión Europea y Canadá, Maduro dijo que profundizará la democracia directa, el autogobierno popular y que, ante la emergencia del nuevo mundo multipolar y multicéntrico, buscará incorporar a Venezuela a la vanguardia de la nueva geopolítica de paz, cooperación y desarrollo junto al BRICS.
Signado por una gran complejidad −y más allá de los éxitos y reveses sufridos en el primer cuarto de siglo−, el Gran Polo Patriótico, va. Desde diciembre de 1998, el chavismo ha ganado 29 de las 31 elecciones realizadas. Bajo el liderazgo de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, el proyecto bolivariano no sólo ha sobrevivido a distintas formas de guerra (no convencional, de color, híbrida, mediática, cibernética, cognitiva, de clase, etcétera) del Pentágono y la CIA, incluidos golpes de Estado fallidos, castigo colectivo, intentos de magnicidio, invasiones mercenarias y acciones desestabilizadores de la OEA y el Grupo de Lima, sino que ha incrementado su base social de apoyo. No menos importante es la institucionalidad fundada en una Constitución que sirve de base al original proyecto en construcción del socialismo del siglo XXI.
La jornada previa a la juramentación de Maduro, la dirigente del partido Vente Venezuela, María Corina Machado, había convocado a una gran concentración que, en la lógica de las tácticas de la guerra asimétrica, buscaba provocar una confrontación directa con las autoridades y la imposición de una agenda de perturbación política, con el acompañamiento internacional de las vocerías anglosajonas y sus vasallos de Latinoamérica y la vieja Europa. Pero la denominada Operación Marcha Final, concebida por Machado como su Día D, fracasó. Y con ella su épica triunfalista: en la escuálida concentración efectuada en la calle Élice del municipio Chacao, el más rico del país y bastión tradicional de la oposición en Caracas, hubo más periodistas que gente. Por lo que el acto proselitista, diseñado para provocar una conmoción política de tipo insurreccional, terminó desinflándose sin pena ni gloria. De paso, dejó a los ex mandatarios y capos políticos iberoamericanos de la ultraderecha internacional literalmente colgados de la brocha.
Lo que siguió fue la puesta en escena −a través X e Instagram−, de que su caravana había sido atacada
por agentes de la seguridad del Estado y estaba detenida
. Sin embargo, cuando la noticia
recién empezaba a ser tendencia, se acabó: la propia Machado difundió un video donde aparecía semioculta bajo una capucha negra, afirmando: “Estoy bien, estoy segura. Hoy es 9 de enero. Salimos de una concentración maravillosa. Se me cayó […] una carterita azul donde tenía mis pertenencias. Ya estoy bien, a salvo. Y Venezuela será libre”.
El fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, calificó el hecho de operación sicológica
diseñada para desatar violencia de cara a la asunción de Maduro el día siguiente; una mediocre operación encubierta de bandera falsa
. Ante la nueva simulación de Machado, que apelando al uso de la política como espectáculo activó la mediatización de la (des)información y su viralización internacional inmediata, Saab aseveró que la histriónica dirigente sufre de un narcisismo social exacerbado
para llamar la atención, lo que es indicativo
de que padece de trastorno límite de personalidad (TLP o borderline).
Circunscrito al campo de las operaciones sicológicas, el show de Machado logró saturar la agenda (des)informativa, producir un efecto victimizador e impulsar un mayor grado de injerencia extranjera. De allí que tras la difusión de fake news por los comanditos de Vente Venezuela, de inmediato y sin verificar la información, agencias internacionales como Ap y Afp y medios como El País de Madrid y la cadena Caracol en Colombia, se aprestaron a afirmar que Machado había sido secuestrada
por el régimen. A la vez, denotando una previa complicidad con el bulo, en forma automática se pronunciaron los presidentes Milei, Boric, Noboa y Mulino, así como la élite de los partidos conservadores españoles Popular y Vox: Aznar, Rajoy, Díaz Ayuso, Núñez Feijóo, Abascal y Cayetana Álvarez y sus palafreneros latinoamericanos Macri, Duque, Uribe, Santos, Fox y Calderón. Incluso Donald Trump mordió el anzuelo, y recuperando la narrativa reaganeana de los años 80 sobre la Contra nicaragüense, llamó a Machado y a su delfín, Edmundo González, luchadores por la libertad
.
Ante la debilidad política exhibida por Machado, para recuperar la ofensiva podrían reactivarse recursos y dispositivos dentro del umbral de la guerra irregular, como en el periodo 2014-20: atentados, sabotajes, acciones terroristas o de violencia política selectiva. Un contexto que poco favorece los artificios diplomático-propagandísticos de Edmundo González en el extranjero, quien no pudo cumplir su promesa de juramentarse y asumir en el Palacio de Miraflores.
Tras el arribo de Trump a la Casa Blanca, es previsible que, en un “último round”, Machado buscará la intervención directa del imperio del caos
(E. Todd dixit) recargado, con el apoyo del lobby de Florida con Marco Rubio a la cabeza: el próximo secretario de Estado considera que Venezuela es gobernada por narcotraficantes
(sic). Pero, en lo inmediato, el vacío de poder y la crisis de liderazgo dejados por Machado y González, podría ser llenado por el colombiano Álvaro Uribe, quien recientemente, en Cúcuta, llamó a una intervención militar internacional
en Venezuela. Por razones estratégicas del andamiaje narcoparamilitar que representa, Uribe, asesino serial cultor del terrorismo de Estado y bajo cuyo mandato el ejército acuñó la figura de los falsos positivos, necesita una conmoción política, social y armada en Venezuela, y con el aval de Trump, podría apelar a actores armados colombianos y mercenarios extranjeros, articulados por el Comando Sur.
Una vez más la alianza cívico-militar patriótica junto al chavismo bravío movilizado en las calles, han sido clave en el sostenimiento de la paz en Venezuela. Con su democracia participativa y protagónica, la revolución bolivariana se defiende sola. Pero ante los amagos injerencistas, no debe menguar la solidaridad internacional.