En 57 manzanas viven 10 mil 400 personas
Su creación costó mucho trabajo
porque al llegar sus habitantes sólo había piedras y terracería
Domingo 19 de enero de 2025, p. 25
En las faldas del Cerro del Judío, obreros afectados por el cierre de fábricas textileras y expulsados por el crecimiento urbano de la ciudad en la década de los 60, encontraron un hogar. Sobre terrenos fangosos levantaron chozas de adobe con techos de cartón que dieron origen a la colonia La Malinche, localizada en la alcaldía Magdalena Contreras.
En las tierras de lo que fue el ejido San Bernabé, donde se cosechaba maíz, haba y el maguey pulquero, se levantaron casas desde los cimientos.
Yo, junto con mi madre, fabriqué el adobe con tierra de la loma y mi papá llegaba a pegarlo. Nosotros hicimos una colonia, metimos los tubos del drenaje entre las barrancas para el agua potable, la luz y pagamos todo
, narró Rafael Martínez, oriundo de La Malinche.
La creación de la colonia, recordó el vecino, costo mucho trabajo
, porque a su llegada sólo había piedras y terracería, que con la filtración del agua de las barrancas todo era un lodazal que al caminarlo te hundías
.
De Tizapán, San Ángel, San Jerónimo e incluso de zonas de barrancas migraron decenas de familias al Cerro del jodido
, cómo se le llamó en algún momento a éste punto cercano al cerro Mazatepetl ante la pobreza de sus nuevos habitantes, narró Magdalena Cortés fundadora de la colonia.
Esta mujer, que vivió todo el proceso de construcción de La Malinche, habló de su llegada: “yo venía de Tizapán y al ver lo que sería mi nueva casa, me senté en la entrada a llorar, y me preguntaba ‘¿aquí voy a vivir?’”.
Con el tiempo, pese a la pobreza en la que vivían por la falta de servicios y recursos económicos, se hicieron las primeras casas sin puertas, apenas con una tabla de madera o reja improvisada, delimitaron sus terrenos y todos se ayudaban. Más tarde marcaron calles, banquetas y crearon andadores, el más bonito está en Durazno, afirmó con orgullo la vecina.
Era un ambiente de unidad, la gente se apoyaba. Conocíamos a todos, a nuestros borrachos, nuestros mariguanitos. Eramos una comunidad que creció y se fortaleció con el surgimiento de las comunidades eclesiales de base a la entrada de los jesuitas
, expresó Malena como también conocen a la fundadora.
Los habitantes del Cerro del Judío conformaron una gran organización vecinal para obtener servicios que atendieran sus demandas e impedir proyectos turísticos de desarrollo, habitacional y carreteros como fue el de Contadero-Luis Cabrera en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.
La llegada de nuevos habitantes de los estados de Oaxaca, Veracruz, Puebla, estado de México y otros, fortaleció la participación ciudadana que se había gestado y era codiciada por grupos políticos.
Al oponerse al proyecto inmobiliario de la Loma, en 1981 fraccionaron el Cerro del Judío, lo dividieron en colonias, una de ellas, La Malinche, cercada por las avenidas San Bernabé, Luis Cabrera, Lomas de la Quebrada y Lázaro Cárdenas.
Los pocos fundadores reconocen que fraccionar el Cerro del Judío fue un intento por romper la organización vecinal hasta el nombre de las calles trataron de quitar, la gente no lo permitió y en cada una de las colonias los habitantes eligieron cómo nombrarse
.
Así adoptaron el nombre La Malinche y mantuvieron la nomenclatura de sus calles principales: Lázaro Cárdenas, Francisco Villa, Durazno y Emiliano Zapata, a la cual se le quiso llamar Quelite, pero no se aceptó.
En las 57 manzanas trazadas de manera irregular por los habitantes hay una población de 10 mil 400 personas, según datos del Instituto Nacional de Geografía e Informática. No hay escuelas y la casa de oficios donde preparaban a la gente se cerró.
Para los vecinos de la colonia, La Malinche perdura por la resistencia de la comunidad, que en 1989 se vio amenazada por la construcción del distribuidor vial Contadero-Luis Cabrera que uniría la zonas residenciales de Álvaro Obregón, Magdalena Contreras y Cuajimalpa, para ello debían atravesar el Cerro del Judío.
Ante el anuncio de la obra, se hicieron las primeras expropiaciones de terrenos que generaron una gran participación ciudadana que se opuso al proyecto vial y se logró cancelar en 1992.
Ese desalojo de familias dio inicio a la regularización de predios adquiridos por medio de títulos de propiedad, por ser tierras ejidales. La Comisión de Regulación para la Tenencia de la Tierra realizó el proceso de ordenamiento y los habitantes obtuvieron las escrituras de sus hogares; sin embargo, una nueva lucha tuvieron que enfrentar en marzo del 2010 con la construcción de la Supervía Poniente.
La obra planteó la construcción de un sistema de túneles y puentes de peaje, cuyo tendido hacía necesario la expropiación de 126 propiedades una gran parte de La Malinche.
A pesar de la organización vecinal que los había caracterizado, la participación ciudadana se fragmentó, el proyecto se consolidó y los vecinos enfrentaron el quebrantamiento del tejido social que permeó hasta en las familias, pero que mantiene viva a La Malinche, donde ya hay nuevos habitantes.