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Desbordamiento de prendas de origen chino tumba a las pequeñas fábricas

La empresa familiar de Gabriela y Jorge cerró, tras 35 años en el sector // Ahora viviremos de la Pensión Bienestar, dicen

 
Periódico La Jornada
Lunes 13 de enero de 2025, p. 29

Con 35 años dedicados a la venta de ropa, actividad que les permitió dar estudios universitarios a sus tres hijos y construir su casa, Gabriela y Jorge fueron desplazados de la industria textil por el desbordamiento de prendas chinas en la Ciudad de México.

El matrimonio, originario del estado de Tlaxcala, narra que empezó en el sector como empleados en una fábrica que se llamaba Lilian, ubicada en calzada de La Viga, la cual quebró. El dueño nos vendía tela o lo que ya no le servía y nosotros sacábamos lo que podíamos, por ejemplo, ropa de saldo o con algún defecto.

Años más tarde, cuando cerró la fábrica, nos dio máquinas como liquidación, entre ellas una overlock industrial, una cortadora de tela y una remalladora, y “de ahí emprendimos nuestro propio negocio, en el que había veces que se laboraba más de 14 horas al día y que en gran mayoría era para reconfeccionar ropa de saldo o con defecto que comprábamos a fábricas ubicadas en la capital”.

Amelia, su hija mayor, comenta que al igual que sus dos hermanos ayudaba a sus padres con labores sencillas en sus tiempos libres, como pegar botones o vender la ropa cerca de la sede delegacional de Iztapalapa, desde que comenzó la secundaria hasta que culminó la educación superior, y que en temporadas buenas las ventas por dos días podían ser hasta de 5 mil pesos.

Recuerda que lo que más se expendía eran suéteres de tejido de punto, lisos y los pantaloncitos para niños.

Los comerciantes señalan que con la pandemia empezó la mala racha y que hace aproximadamente tres años comenzó la vorágine de la distribución de prendas chinas en la capital.

Empezamos a ver que todos los proveedores que nos surtían en colonias como la Agrícola Oriental, en Iztacalco, y Santa Cruz Meyehualco, en Iztapalapa, empezaron a bajar la cortina o bien había quienes decidían mudarse al estado de México.

Por ejemplo, una fábrica que vendía en el Centro Histórico se trasladó a Tlalnepantla, y ya no es nada de lo que era; ahora son sólo dos cuartitos donde tienen su material, cuando antes era un fabricón.

Mencionan que el año más duro fue el que recién concluyó, al caer sus ventas hasta 90 por ciento, por lo que decidieron vender sus máquinas, porque ya no hay fábricas. La gente antes nos decía: yo compro lo nacional, no me gusta lo chino. Ahora ya no nos compra.

Por esa razón, definitivamente ya no nos dedicaremos a esto, ya no es negocio, la gente quiere lo económico y prefiere ir al Centro a comprar. Ahora viviremos de nuestra Pensión Bienestar.