mpeñado en la tradicional y siempre fútil empresa del arreglo doméstico de fin de año, encontré al fondo de un estante una colección de videos musicales que alguien me heredó, y de la que me había olvidado por completo. Se trata de una serie de siete devedés, titulada Leaving Home (Dejando el hogar), que es una muy interesante exploración de la música orquestal en el siglo XX. La serie es conducida y dirigida (es decir, en lo narrativo y en lo musical) por el gran director de orquesta británico Simon Rattle, quien además tiene una bien ganada reputación como divulgador. Desempolvé los discos y miré la serie, experiencia que resultó muy enriquecedora.
A lo largo de los siete devedés, alternando su propia narración con fragmentos interpretados por la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Birmingham, Rattle guía al espectador a través del fascinante laberinto de la música orquestal de nuestro tiempo, siguiendo un camino muy personal que, evidentemente, no es el único posible, pero cuyo trayecto tiene una lógica muy sugestiva. El primer volumen se titula Danzando en un volcán; la historia arranca en la Viena de 1900, en el contexto de la caída de un imperio, de un potente fermento cultural y artístico, y de una revolución musical sustentada, sobre todo, en la ruptura de la tonalidad tradicional, prefigurada ya en el Tristán de Wagner. Los compositores aludidos aquí son el propio Wagner, Mahler, Strauss, Schoenberg, Berg y Webern. El segundo capítulo está dedicado al ritmo como elemento articulador de la nueva música, con el cambio hacia la irregularidad, hacia la velocidad y hacia esquemas en los que desaparece la repetición predecible de patrones rítmicos; todo ello conduce, por una vía particular, al minimalismo y manifestaciones similares. Aquí Rattle ofrece fragmentos de obras del indispensable Stravinski, de Varèse, Ligeti, Reich, Boulez, Messiaen, Mahler y Nancarrow. Tema del tercer capítulo: el color, con la música impresionista en primer plano. Rattle habla del color como forma y del entonces novedoso concepto de la melodía de timbres, efectuando interesantes analogías con las artes visuales y el nacimiento del cine. Los trozos musicales, de Debussy, Stravinski, Schoenberg, Boulez, Messiaen, Takemitsu y Ravel.
El siguiente capítulo es quizá el más interesante por cuanto se involucra en la dimensión humana (y humanista) de la música y sus creadores Se titula Tres trayectos por oscuros paisajes, y se concentra en las terribles pugnas a las que, por motivos políticos e ideológicos externos, estuvieron sometidos el húngaro Béla Bartók, el soviético Dmitri Shostakovich y el polaco Witold Lutoslawski. Rattle conduce sus trayectos, respectivamente, al exilio, a la verdad y a la libertad; de ellos son los ejemplos musicales incluidos en este devedé. Para la quinta entrega de su serie, el director inglés decide volver ojos y oídos hacia el Nuevo Mundo, específicamente a Estados Unidos, con La manera americana, donde explora el surgimiento de una identidad musical nacional construida sobre diversas influencias y lenguajes, no todos ellos europeos. Con el jazzista Gershwin y el excéntrico Ives por delante, Rattle explora también las contribuciones de compositores tan disímbolos como Cage, Carter, Copland, Weill, Bernstein, Feldman, Riley y Adams, todos ellos representados en la parte musical del devedé. En el capítulo titulado Después de la vigilia, se explora la gran brecha generacional entre los compositores de la vieja guardia que fueron testigos del pasado y los de la nueva generación que miran hacia el futuro, decididos a borrar con su música ese pasado. En esta esquina, Strauss y Schoenberg; en esta otra, Webern, Boulez, Stockhausen, Britten y Stravinski, aunque quizá sea posible colocar a Webern y Stravinski con un pie en cada bando.
El último capítulo de la serie se titula Hilos, y en él Rattle ofrece una selección más subjetiva y personal de compositores y obras a los que considera como los primeros atisbos de otra revolución musical y otro relevo generacional. Aquí conviven Berio, Henze, Kurtág, Birtwistle, Turnage, Knussen y Gubaidulina. Y ahora, el dato fundamental: esta serie fue realizada originalmente en 1996 como serie de televisión, pero todos los conceptos ahí expresados y toda la música ahí presentada siguen siendo de una validez incontestable. Sólo faltaría realizar la actualización de la serie, de 1996 a la fecha; sería un ejercicio fascinante.