Opinión
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La Meta real de Facebook
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ace pocos días, Marck Zuckerberg, dueño de Facebook e Instagram (ambos de la empresa Meta), anunció que dejaría de verificar los datos que se publican en esas redes, siguiendo el modelo de X, la red que compró Elon Musk. Es un anuncio con muchas aristas, y todas son malas.

Ya antes, también Jeff Bezos, dueño de Amazon y The Washington Post, había declarado que modifica lo que llaman moderación de contenidos en los medios que controla. Engañosamente alegan que es en nombre de la libertad de expresión.

Por el contrario, se trata de una nueva ola de censura selectiva. Tanto X como Facebook e Instagram han borrado arbitrariamente contenidos que no quieren difundir sus dueños; un caso dramático es la información sobre el genocidio de Israel contra Palestina. Aunque Zuckerberg lo niega, un artículo de investigación de la BBC en diciembre de 2024 muestra cómo Facebook e Instagram han restringido las noticias que periodistas palestinos publican desde Gaza y Cisjordania.

Ya desde octubre de 2023, luego del ataque de Hamas contra ciudadanos en Israel, Facebook restringió las noticias que llegaban de periodistas palestinos, además de cambiar el algoritmo para que cualquier comentario sobre personas de Palestina fuera más agresivo, por ejemplo agregando la palabra terrorista en las traducciones. Un ingeniero de Meta expresó preocupación por la introducción de un nuevo sesgo contra los usuarios palestinos. Meta confirmó que efectivamente había cambiado el algoritmo, pero que para responder a lo que llamó un aumento de contenido de odio proveniente de los territorios palestinos (https://tinyurl.com/2wtfuau3).

Igualmente, la red X de Musk tiene abundantes casos de censura y discriminación selectiva, incluso cerrar cuentas de usuarios en este y otros temas, según las preferencias políticas o comerciales de Musk (https://tinyurl.com/46jcz4f9).

Un artículo de Sheera Frenkel y Kate Conger en The New York Times mostró cómo los discursos de odio, racistas, homófobos, misóginos y neonazis aumentaron exponencialmente luego de que Musk compró Twitter y renombró la red X en 2022. “Elon Musk envió la batiseñal a todo tipo de personas racistas, misóginas y homófobas de que Twitter estaba abierto para sus negocios, y ellos respondieron”, expresó Imran Ahmed, director del Centro para Contrarrestar el Odio Digital (https://tinyurl.com/2r3ak33f).

Al tiempo que la industria de la digitalización ha puesto en crisis muchos medios informativos, miles de millones de personas acuden a las redes sociales como principal fuente de información. Si bien la verificación de datos de Facebook e Instagram –que refería al trabajo de asociaciones independientes de verificación de datos– no era garantía de que toda la información de esas redes fuese fidedigna y contrastada, lo que hay ahora es un abierto llamado a los discursos racistas, sexistas y de odio. En su anuncio, Zuckerberg pone como ejemplo que ya no se moderarán contenidos relativos a migración y género, argumentando que esos criterios están fuera de contacto con el discurso dominante y que han sido usados para callar opiniones y personas con ideas diferentes.

Zuckerberg anunció que remplazará la verificación de información con notas de la comunidad, que en realidad son comentarios de otros usuarios, generalmente formas de multiplicar exponencialmente las mismas parcialidades, sin fuentes y sin ninguna transparencia real sobre el origen de los comentarios. Esto replica el contexto que han impuesto los programas de búsqueda más usados en Internet, que entregan como primera opción información generada automáticamente por algoritmos de inteligencia artificial, sin dar fuentes, sin contrastar y básicamente reproduciendo al infinito las parcialidades de discriminación y otros errores que son mayoría en el promedio de las comunicaciones en las redes electrónicas.

Musk, Zuckerberg y Bezos son tres de los 10 hombres más ricos del mundo; cada uno de ellos tiene más dinero personal que varias decenas de países juntos. Está claro que su meta principal es trabajar en formas de aumentar aún más sus fortunas, mediante el control de usuarios, mercados e instituciones. Todos ellos siguen con atención el experimento Musk de ir mas allá del cabildeo y otras formas de influencia (debida o indebida) para lograr asentarse directamente en el gobierno, decidiendo sobre millones de personas que ni siquiera lo votaron.

Con el enorme poder de su riqueza y manipulación de la información y los usuarios de redes sociales, se oponen ferozmente a cualquier regulación de sus actividades. Por ello pretenden hacer aparecer cualquier forma de revisión independiente o supervisión pública como censura, cuando el verdadero y urgente problema es el rol extraordinariamente nocivo que las titanes tecnológicas tienen en la definición de discursos públicos parciales y basados en la discriminación y el odio, al tiempo que controlan cada vez más sectores industriales y también aspectos tecnológicos claves que les aseguran cada vez más dependencia de los propios gobiernos.

*Investigadora del Grupo ETC