Washington y Nueva York. El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, está preparando una campaña contra las comunidades musulmanas y otros extranjeros que viven aquí y son críticos de las políticas del país, en particular las del apoyo incondicional a Israel.

Mike Waltz, quien será asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, confirmó la semana pasada que el gobierno entrante está planeando un esfuerzo amplio para investigar mezquitas, individuos, universidades y profesores que representen una amenaza para Estados Unidos y que estén radicalizando a individuos para dañar al país.

En entrevista con Fox News, Waltz repitió las amenazas expresadas primero por el presidente electo de que extranjeros que protesten contra la política estadunidense serán deportados. Si estás aquí con visa de estudiante, con el privilegio de estudiar en nuestras universidades, no puedes protestar ni radicalizar, o estarás de regreso en tu casa muy rápido, afirmó.

Más allá de personas dentro de Estados Unidos, Trump también dijo durante su campaña que tenía la intención de reinstalar la prohibición de visitantes de siete o más países con poblaciones mayoritariamente musulmanas que, según él, abogan por el islam radical, y muchas instituciones están tomando muy en serio esta amenaza. Varias universidades y colegios estadunidenses han alertado a sus estudiantes extranjeros a regresar a Estados Unidos antes de la toma de posesión presidencial, el 20 de enero, por temor de que poco después de esa fecha a algunos estudiantes y académicos no se les permitirá retornar al país.

Algunos integrantes del gobierno entrante son cristianos evangélicos conservadores con posiciones antimusulmanas. El nominado a ser próximo secretario de Defensa, Pete Hegseth, en su libro Cruzada americana escribió que después de los chinos comunistas y sus ambiciones globales, el islamismo es la amenaza más peligrosa a la libertad en el mundo. No se puede negociar, coexistir, o entender con eso; tiene que ser expuesto, marginalizado y aplastado.

Hegseth, quien orgullosamente tiene tatuada en el torso la Cruz de Jerusalén, el símbolo de los cruzados del siglo XI, agrega: igual que los cruzados cristianos que empujaron hacia atrás las hordas musulmanas en el siglo XII, los cruzados estadunidenses tendrán que reunir la misma valentía contra los islámicos de hoy día.

Después de señalar sus referencias de las cruzadas cristianas, sus escritos antimusulmanes y sus tatuajes, el Consejo de Relaciones Americanas Islámicas (CAIR), organización estadunidense de defensa de derechos civiles, declaró que el belicismo de Hegseth con sus virulentas opiniones antimusulmanas debería descalificarlo de cualquier papel en el gobierno de nuestra nación.

Las perspectivas antimusulmanas y sionistas del gobierno entrante son más extremas, por lo menos en la retórica, que las de gobiernos anteriores, pero el esfuerzo para definir el antisionismo como algo antipatriótico no es nuevo. En 2023, la mayoría de demócratas y republicanos en la Camara baja aprobó una resolución que establecía que el antisionismo es antisemitismo; este tipo de iniciativas seguramente se ampliarán este año.

Vale recordar que a pesar de la condena mundial de la guerra genocida de Israel en Gaza y un fallo de la Corte Internacional de Justicia de que existen suficientes pruebas para acusar a Israel de genocidio, el consenso bipartidista es rechazar ese señalamiento internacional y hasta amenazar con acciones contra quien se atreva a culpar a Washington de complicidad con el genocidio.

Hasta el rotativo liberal New York Times se niega a usar la palabra genocidio. Esta semana, el periódico rechazó publicar una publicidad pagada en su sitio de Internet de una organización nacional cuáquera que decía: Díganle al Congreso que deje de armar el genocidio de Israel en Gaza ahora mismo. Según el American Friends Service Committee, la organización que deseaba publicar el anuncio, el Times les informó que esa declaración no era precisa en los hechos.