La informalidad laboral, considerada durante años un problema estructural y que responde a múltiples causas, es un fenómeno que en las últimas dos décadas apenas se redujo menos de cinco puntos porcentuales, al pasar de 59.1 en 2005, a 54.6 por ciento, en noviembre de 2024. Ante esta situación, es más probable que esta población esté en pobreza laboral, señaló Graciela Bensusán, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco.

Al recordar que la tasa de informalidad más alta a nivel nacional se registró en 2011, cuando alcanzó a 59.5 por ciento de los ocupados, recalcó que los trabajadores de este sector tienen tres o cuatro veces más probabilidades de ser pobres en comparación con los formales.

En el caso de México, la tasa de informalidad de las personas trabajadoras que están en el primer decil (hogares con bajos ingresos) supera 90 por ciento, indicó.

En entrevista sobre el libro Informalidad laboral en México, que elaboró en coautoría con el investigador Nelson Florez, Bensusán advirtió que esta problemática conlleva consecuencias muy graves, pues cuando crece de manera brutal existe el riesgo de que el empleo se vincule con la ilegalidad, como la piratería o el narcomenudeo, para que las personas obtengan mayores ingresos.

Mencionó que si bien en los pasados seis años se impulsó una política laboral acertada, como la reforma que prohíbe la subcontratación, el empleo informal persiste y fue el principal generador de ocupación el año pasado, ya que a noviembre de 2024 se ubicó en 54.6 porciento, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

Gran desigualdad

La también profesora en Flacso México señaló que hay una gran desigualdad en el mercado laboral, que es posible observar por regiones. Por ejemplo, expuso, en el sureste mexicano hubo mejoras importantes en el empleo formal, derivado de obras como el Tren Maya y la refinería Dos Bocas. Sin embargo, una vez que concluyeron, lo que hemos notado en el último año es otra vez un estancamiento en la generación del empleo formal en esa zona.

En este sentido, indicó que existe un marcado contraste en la ocupación entre la región norte y sur del país, esta última con tasas de informalidad del doble: mientras Coahuila tiene 33.8 por ciento, Oaxaca registra 81.1 por ciento; con altos índices se encuentran también entidades como Guerrero (78.6 por ciento) y Chiapas (70.9 por ciento).

Bensusán hizo énfasis en colocar la informalidad en el centro de la agenda pública y subraya que se debe diseñar una estrategia integral, pero a la vez focalizada para atender esa heterogeneidad.

En lo inmediato, planteó que en el sector público se dejen de usar las formas irregulares de contratación, ya que poco más de 15 por ciento de los trabajadores al servicio del Estado están en la informalidad. Tienen contratos de diversa denominación, como por honorarios y demás, que pagan impuestos, pero no tienen acceso a la seguridad social ni a una jubilación digna.

En su libro distingue la informalidad en distintas modalidades, ya que también existe en las pequeñas y medianas empresas, donde una parte de su fuerza de trabajo carece de seguridad social y quedan fuera de inspecciones laborales. También están los empleados por cuenta propia.

La investigadora planteó un sistema universal de acceso a la salud con igualdad de condiciones que no dependa de la inserción laboral, así como la creación de una comisión intersecretarial, donde intervengan distintas dependencias de salud, educación y trabajo para atender esta problemática de larga data.