l mundo vive amenazas mundiales terroríficas, como el conflicto en Gaza o las amenazas del presidente Donald Trump sobre los migrantes, etcétera.

Ante problemas como éstos, Octavio Paz escribió un libro de poesía llamado Cuadrivio, en 1965, que sigue vigente.

Sobre el pensamiento latinoamericano representado por Rubén Darío, Ramón López Velarde, Fernando Pesoa y Luis Cernuda, Octavio Paz dice: “No me propuse buscar un ilusorio parecido entre ellos. Más bien intenté lo contrario: sacar aquello que los distingue. Los cuatro subrayaron su disidencia, y su creación fue también crítica, ruptura con el lenguaje, la estética o la moral de su tiempo.

Sus obras, además de ser distintas y únicas como son todas las que de verdad cuentan, están por selladas la voluntad de ser diferentes. Así, los define no sólo su ruptura con la tradición inmediata, sino el constituir una tradición de la ruptura. Es la tradición de nuestra poesía moderna. En ella figuran unos cuantos nombres más, no menos decisivos, de poetas de lengua castellana, portuguesa y catalana. Se trata, según he procurado mostrar en este libro, de un movimiento iniciado a fines del siglo pasado por los primeros modernistas hispanoamericanos y que aún no termina.

La poesía de nuestros textos llaman Siglos de Oro al XVI y XVII. Juan Ramón Jiménez decía que eran de cartón dorado; más justo sería decir siglos de la furia española. Con el mismo frenesí con que destruyen y crean naciones, los españoles escriben, pintan, sueñan.

Son los primeros en dar la vuelta al mundo y los inventores del quietismo. Sed de espacio, hambre de muerte. Abundante hasta el despilfarro. Lope de Vega escribe mil comedias sobrio hasta la parquedad; la obra poética de San Juan de la Cruz se reduce a tres poemas y unas cuantas canciones y coplas. Delirio alegre sangriento opio, todos los colores y todas las direcciones. Delirio lúcido en Cervantes, Velázquez, Calderón…