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2025: posibilidades y riesgos
E

ste 2025 se considera entre los analistas económicos y políticos que será un año excepcionalmente difícil. Trump, en su segunda presidencia, impondrá una visión unilateral y soberanista en las relaciones globales, lo que provocará ajustes significativos en diversos ámbitos, particularmente en la geopolítica y en las relaciones comerciales. El impacto de esta visión política y de sus acciones será relevante, ya que fijará aranceles en diversas proporciones a sus importaciones según el país de que se trate, impactando a la baja el desempeño de diversas economías: el bloque europeo, China, Japón y, por supuesto y de manera particularmente intensa, a México.

2025 para México será particularmente complicado. El presupuesto realizado por el gobierno de Claudia Sheinbaum, y aprobado ya por la Cámara de Diputados, está sostenido en supuestos sobre el desempeño de la economía estadunidense, y la global en general, y en el desempeño previsible de la mexicana en respuesta a las acciones económicas y políticas del gobierno federal. De modo que los cambios que ocurran en naciones importantes para la economía global afectarán lo que nosotros podremos hacer y modificará el diseño de las acciones gubernamentales previstas en el escenario plasmado en el presupuesto inicial para este año.

En concreto, los supuestos principales establecidos por el gobierno federal en los Criterios Generales de Política Económica 2025 para elaborar el presupuesto fueron los siguientes: I] se estimó que el PIB crecerá en el año entre 2 y 3 por ciento, es decir, 2.5; II] la inflación será de 3.5 por ciento; III] la tasa de interés de 8 por ciento anual; IV] el precio promedio el barril de petróleo será de 57.8 dólares; V] el tipo de cambio promedio se estimó en 18.50 pesos por dólar. Adicionalmente, en términos de las variables centrales de finanzas públicas para 2025, se fijó un gasto total de 9.3 billones de pesos, ingresos públicos totales de 8.13 billones y consecuentemente un déficit fiscal de 1.17 billones.

En este paquete económico, el desempeño de las variables centrales está estrechamente relacionado y que una variable modifique su comportamiento esperado afectará el cumplimiento de todo el presupuesto. Por ejemplo, si la economía crece menos de lo previsto, al uno por ciento como lo prevén muchos analistas, los ingresos tributarios no podrán alcanzar los montos presupuestados. Este desempeño peor que el previsto no significaría que el gasto público se redujese. Al contrario, sería fundamental que se mantuviera en los montos previstos y llegara a 9.3 billones. Lo que necesariamente se modificaría sería el déficit, que aumentaría en la medida en la que bajen los ingresos públicos.

Otra variable significativa es el tipo de cambio. Hay consenso en que será difícil que el promedio para 2025 sea de 18.50 pesos por dólar. Más bien, se estima que podría estar por encima de 20 pesos e incluso que llegara a 21. Sus efectos sobre el funcionamiento de la economía son mixtos: una paridad de 21 pesos elevaría el costo de los pagos por la deuda externa, cuya proporción en la deuda total ronda 20 por ciento, por ello sus impactos existen, pero no son muy significativos. Habría impactos positivos ya que los ingresos por la venta de petróleo se incrementarían en pesos lo que sería benéfico para la economía nacional. Otras variables importantes afectadas por una paridad de 21 pesos serían exportaciones e importaciones y la cuenta corriente en general.

De modo que, aunque este supuesto subestime la paridad promedio, sus efectos pudieran ser benéficos.

En realidad, lo que está claro es que las dificultades derivadas de un escenario externo agresivo complicarán sensiblemente el manejo de las finanzas públicas y de la economía en general. En el paquete económico se habla de que hay amortiguadores financieros que, en su momento, tendrían que utilizarse como colchones de seguridad. Sin embargo, no se aprecia que realmente existan, ya que el paquete económico está muy comprometido y el margen de maniobra, en caso de existir, es muy reducido. De modo que, con todo y la prudencia fiscal de la que se habla y las mejoras que pudieran ocurrir con la modernización tecnológica y digital, lo cierto es que no parece posible que se logre la meta plantada en la propuesta de consolidación fiscal.

Este complicado escenario es altamente probable. Prepararse para amortiguar de forma efectiva sus impactos negativos implica que existan recursos adicionales disponibles, los que no se hallarán en la austeridad republicana y la disciplina fiscal. Por ello, siguen siendo necesarios ingresos públicos adicionales, los que solo pueden provenir en la medida necesaria de modificaciones tributarias que es posible plantear y que urge proponer.