Martes 31 de diciembre de 2024, p. 5
Ideas sobre qué pasaría si los sicarios se pusieran en huelga y dejaran de cuidar a las mascotas exóticas que tienen algunas personas que se dedican a delinquir dieron origen a la novela La melancolía de los leones, a decir de su autor, Alfonso López Corral.
El narrador contó a La Jornada que parte de su texto, publicado recientemente por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), conecta con la historia bíblica de Daniel y los leones. La de los sicarios que se ponen en huelga es más bien una idea a explorar respecto de cuáles serían las formas, los mecanismos en que fuera disminuyendo la violencia
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Relató que llegó a la reflexión de que la forma de vida al margen de la ley ya está completamente en el tejido social; es decir, no sólo son los sicarios, sino que un montón de personas, directa o indirectamente, están conectadas con ella y vuelve un poco más difíciles las explicaciones y los mecanismos de respuesta y solución a la violencia misma
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López Corral contó que el humor le parece un recurso muy importante, pues permite tratar temas difíciles, tremendos, crueles e incluso incomprensibles (toda la violencia que nos ha azotado los años recientes) desde otra perspectiva; puede arrojar una información distinta, pero a la vez delicada y seria. Nos completa el ángulo de lo que creemos que estamos viendo cuando nos fijamos en lo que ocurre
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Sin violencia explícita
La narración, continuó, omite describir de forma expresa alguna ejecución, aunque aborda “netamente la violencia. Hay sicarios que se niegan a matar, pero de todos modos y en otros cuentos he tratado de no describir de forma directa. Es algo que dejo para otros escritores y otras formas de narrar.
“Estamos inundados de violencia en los medios; a un clic podemos ver esos videos que suben y no me interesa propiamente; esta narración, sin embargo, es un pequeño juego que se cierra más adelante, un homenaje a uno de mis cuentos preferidos, ‘El puente sobre el río del Búho’, de Ambrose Bierce.”
Ese relato se inicia cuando están por ahorcar al personaje, la cuerda se zafa y él puede huir, aparentemente. Al final se descubre que imaginó todo. “Ese es un juego que me gusta mucho en literatura, que practican Borges, Horacio Quiroga, Ernest Hemingway, y traté de repetirlo en la novela con El Flaco y su amigo, cuando les aplican la ley fuga, corren y les disparan”.
El también profesor mencionó que el lugar donde transcurre su historia es importante, pues explica la forma en la que se comportan las personas. En Navojoa, en el sur de Sonora, hace muchísimo calor, lo cual es determinante para las personas; las formas de actuar tienen mucho que ver con la temperatura, la vegetación, la disponibilidad de agua. Es importante una descripción justa del lugar donde las personas viven y transcurre la historia, porque genera armonía
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Añadió que si habla de una persona de la tribu mayo, la vegetación, el lugar, la forma de hablar y hacer las cosas tiene que empatar con el sitio en que lo ubica. Así, en la novela uno de sus protagonistas, Santos, pertenece a ese pueblo.
En un primer momento él es alcohólico. Hay un chiste, que se menciona en la novela, respecto de que un alcohólico es un pretestigo de Jehová o un futuro religioso. Sin embargo, la manera en que Santos lo ve trata de representar las formas en que las personas del sur de Sonora, Navojoa, el Valle del Mayo y la tribu de los mayo ven la religión, que está combinada con las costumbres que tienen y la forma en la que se ha incrustado el catolicismo con ellos, sólo que se vuelve testigo de Jehová.
Alfonso López refirió que en su narración los protagonistas son El Veti o Santos, pues para que se comprendiera cómo la pensó dio a los personajes un peso más o menos igual. “Parece que el centro no queda en un personaje principal, que no hay un viaje del héroe, aunque con El Veti y Santos sí hay un viaje a la inversa”.
Sobre los nombres en el título, explicó que se acomodan al uso de la región.
“Nos quedamos con el apodo o el primer nombre con el que conocemos a alguien. Muchas veces termina siendo más significativo que conocemos al Inge, pero no sabemos cómo se llama, o su apellido. Traté de que fuera por ahí. Algunos sí tienen el apellido, como Santos, cuyo apellido es característico del Valle del Mayo, todo lo contrario al otro protagonista, de quien no menciono su nombre, sino la profesión a la que se dedica: El Veti, el veterinario.”