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Reporte económico

Maíz. La gran deuda con el campo (1/2)

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ue en la fase neoliberal se despreciara al maíz (y a otros básicos) y se impulsaran cultivos de exportación (hortalizas y frutales) bajo el criterio de que era mejor negocio no causa sorpresa. Así pensaban. La vital autosuficiencia simplemente no les importaba. Así, México pasó de la autosuficiencia alimentaria a la dependencia grave del abasto externo y al menosprecio del agro.

Tomando las últimas dos décadas como elemento de prueba, la superficie sembrada de maíz se redujo de 8.4 millones de hectáreas en 2004 a 7.4 millones en 2018, y –lo más sorprendente– a 6.9 millones en 2023, primera etapa de la 4T (gráficos 1 y 2).

La producción de maíz, sin embargo, no se redujo a la par que la superficie sembrada, sino que aumentó de 21.7 millones de toneladas en 2004 a 27.5 m en 2023 debido básicamente al incremento consistente del rendimiento nacional del cultivo, que pasó de 2.8 toneladas por hectárea en 2004 a 4.3 en 2023, aun muy bajo y que urge duplicar. No obstante, este incremento fue insuficiente, pues México pasó de la autosuficiencia en maíz en la década de 1980 a importar 20.2% de su consumo en 2004 y 41.6% en 2023 (gráfico 3).

Si la producción de maíz en grano (blanco, amarillo y otros) aumentó 26.6% entre 2004 (21.7 millones de toneladas) y 2023 (27.5 mdt), las importaciones se incrementaron 257%, de 5.5 millones de toneladas en 2004 a 19.6 mdt en 2023, y el consumo 73.4%, de 27.1 mdt en 2004 a 47 m en 2023 (gráfico 3). Es, pues, claro y evidente que estamos perdiendo la batalla por la autosuficiencia, máxime que el consumo de maíz por habitante también aumenta lenta pero consistentemente año con año: de 263 kg per cápita en 2004 a 360 kg en 2023, 36.9% en el periodo.

Ahora que Estados Unidos se está convirtiendo en un socio inconfiable, agresivo e impredecible en materia comercial (y otros aspectos), México debe reconvertir en forma apremiante su sistema agropecuario a la producción prioritaria de alimentos en lo general y básicos en lo particular, para lo cual el primer paso es elevar la rentabilidad de estos productos al productor primario y darle estabilidad, haciendo así factible reorientar las mejores tierras ahora dedicadas a cultivos de exportación a la producción de alimentos básicos para la autosuficiencia interna de alta calidad.

El maíz blanco, usado en México para consumo humano directo (en tortillas principalmente) representó elaño pasado 91.4% de la superficie total sembrada de maíz, y 88% del volumen producido (gráfico 1). Su rendimiento ha pasado de 2.8 toneladas por hectárea en 2004 a 4.1 toneladas en 2023.

No es práctica de la 4T expresar un discurso vacuo, pero desafortunadamente en el tema de la autosuficiencia alimentaria ni la Sader ni los organismos responsables han estado a la altura requerida. Cierto es que importantes ayudas gubernamentales están llegando a microproductores vía subsidios (fertilizantes y otros), pero su impacto en la producción ha sido hasta ahora marginal. Producir los alimentos que consumimos es posible y es vital. Un país que se asume soberano no puede depender del exterior para su abasto de alimentos, energía, agua o medicamentos.

Lo que se requiere para potenciar el agro son precios justos, mercados ordenados sin sobreintermediación parasitaria, infraestructura de riego y apoyos indispensables. Un país avanzado preserva para su consumo lo mejor que produce y exporta en su caso el resto; un país atrasado exporta lo mejor y consume segundas. Avancemos.

UNIDAD TÉCNICA DE ECONOMÍA, SA de CV. [email protected]

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