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La fastuosa Ópera Garnier de París cumplirá 150 años en 2025

El 5 de enero de 1875 se inauguró el edificio, encargo de Napoleón III // Ha acogido a las voces y compañías de danza más reputadas del mundo

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▲ Después de 14 años de obras dirigidas por el arquitecto Charles Garnier, la Ópera abrió con gran pompa.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Lunes 30 de diciembre de 2024, p. 4

París. El fastuoso edificio de la Ópera Garnier de París, que ha acogido en su escenario a las voces y compañías de danza más reputadas del mundo, cumple 150 años el 5 de enero.

En la misma fecha, pero de 1875, después de 14 años de obras dirigidas por el arquitecto Charles Garnier, la Ópera fue inaugurada con gran pompa por Mac Mahon, presidente de Francia.

A la apertura del edificio, encargo de Napoleón III que costó 36 millones de francos oro (unos 7 mil millones de pesos), acudieron 2 mil invitados llegados de toda Europa, entre ellos algunos integrantes de la realeza.

En el momento de su inauguración era el teatro de ópera más grande del mundo: 173 metros de largo y 125 metros de ancho, explicó el guía Jean Jacques Serres, quien también destacó que su escenario era el más grande, con 27 metros de profundidad, 48 de ancho (incluidas las bambalinas) y 60 metros de alto. ¡Tres veces el tamaño de un escenario de Broadway!, señaló.

Su fachada, actualmente tapada por una lona debido a una reforma, impresiona por su opulencia, rica en materiales policromados, máscaras doradas, medallones y alegorías, y contrasta con la arquitectura del barón Haussmann.

Los dos hombres no se llevaban bien. Haussmann había construido alrededor edificios un poco más altos de lo previsto. Garnier, enfadado, añadió algunos metros a su fachada, contó Serres.

El interior también es majestuoso, con su monumental escalera y tipos de mármol.

Monumento histórico

Si el edificio, clasificado como monumento histórico en 1923, es tan visitado cada año –un millón de personas en 2023–, se debe también a los frescos de colores vivos y los personajes flotantes cosidos al techo de la sala de espectáculos, firmados por Marc Chagall.

El fresco, un homenaje a 14 compositores de óperas y ballets, fue un encargo del ministro de Cultura André Malraux, en 1964, a quien no le gustaba del techo original, dañado, de Jules Eugène Lenepveu.

Entre los palcos, el número 5 es especial. Es el de Éric, el fantasma de la novela de Gaston Leroux, explica Serres.

El autor de El fantasma de la ópera (1910) imaginó a este personaje que venía a escuchar a una soprano de la que se enamoró, siempre con una máscara, para que no se vieran las cicatrices que le dejó un accidente en la cara.

Por su célebre escenario han pasado bailarines de la talla de la rusa Tamara Toumanova o del francés Patrick Dupond, y cantantes como Maria Callas y Fiódor Shaliapin.

Estará vacía dos años

Es precisamente en la jaula del escenario, el espacio que lo rodea por encima y por debajo, donde se realizarán, a partir del verano de 2027, obras de modernización de los equipos y de renovación que impedirán cualquier espectáculo durante dos años.

En el quinto piso del sótano hay un enorme depósito utilizado por Garnier como contrapeso para estabilizar los cimientos del edificio.

El agua era muy valiosa porque el fuego representaba el principal enemigo de las salas de espectáculos, recuerda Serres. Hoy día, el depósito sirve para que los bomberos entrenen en un medio cerrado, detalla.

También se puede visitar la antigua sala de máquinas, con sus cabrestantes y cables. Antaño manipulados por trabajadores ayudados de contrapesos, servían para levantar o bajar cortinas y telas pintadas en trampantojo. Con el tiempo, fueron remplazados por motores eléctricos.

Desde allí se puede ver el primer sótano y su trampilla, que permitía a Giselle, la heroína del ballet, desaparecer, mientras en una pared aparece la inscripción refugio A.

La Ópera sirvió de refugio a la gente del barrio durante la Segunda Guerra Mundial, y una línea marca el nivel que alcanzó el agua durante la inundación del 31 de enero de 1910.

Otro elemento notable es la escalera llamada del elefante, por donde pasó un paquidermo prestado por un circo para una representación de Las indias galantes, de Jean-Philippe Rameau.

En los pisos superiores se encuentran los camerinos personales o colectivos de los 154 bailarines del ballet y, en la parte más alta, los cinco estudios de ensayo.