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Ciudad perdida

Se vencieron temores y resistencias

A

l inicio del año que ahora termina, al segundo día, la noticia calaba muy profundo en el ánimo de muchísima gente, pero no de todos los que se suponía defensores de la verdad y la justicia.

Era apenas el segundo día, como decíamos, y en la Presidencia de la República se nos hacía saber que desde la cumbre del Poder Judicial, con argumentos técnicos que nada tenían que ver con el hecho, se había dejado en libertad a quienes confesaron haber participado en la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

La indignación no sólo ardía en el Ejecutivo, ya era parte del argumento generalizado que daba razón a uno de los cambios más profundos de la 4T: la reforma al Poder Judicial. Se iniciaba un proceso que aún no termina, pero que le ha arrebatado la máscara a más de un organismo justiciero y condenó cuando menos a un juez a la sentencia popular.

La transformación de ese poder no podía esperar más, significaba también romper la red de protección creada por el sistema neoliberal donde la justicia sólo bailaba al ritmo de lo metálico.

Pero, muy seguramente, la mejor noticia fue la que dio la población del país al elegir a Claudia Sheinbaum como presidenta de la República. Dejar en manos de una mujer el transcurrir de la segunda etapa de la 4T se hizo sin titubeos, con la certeza de que es lo mejor para el país.

Y no hay que olvidar lo sorprendente: el juego de la iniciativa privada. Cuando las voces enemigas de la transformación buscaban llenar de miedo a la sociedad y pronosticaban un choque de trenes, entre el gobierno y la misma iniciativa privada se dio, de forma natural, un acuerdo que ha sorprendido y ha obligado a redefinir el quehacer de lo político.

Es importante recordar que los hombres de negocios, que antes se veían representados por Acción Nacional, hoy no tienen interlocutor frente al gobierno, y en esas condiciones decidieron unirse, cooperar con el gobierno.

De esa forma la iniciativa privada ha dejado atrás a las alianzas con la derecha partidista y con la ultraderecha para reconsiderar su futuro y su presencia en la transformación del país.

Mucho tendrá que hablarse sobre esa iniciativa privada a la que no le fue nada mal en el primer gobierno de la 4T. Quienes decidieron crear la resistencia al ahora inevitable cambio, muchos de ellos decidieron no acompañar más a las alas radicales cada vez más solas, cada vez más inútiles.

Se han vencido casi todos los temores, se han roto las resistencias y la Presidenta tiene las riendas en la mano y muy pronto, al cabo suelto de la inseguridad le encontrará el remedio. En otras palabras: pésele a quien le pese, la transformación va. Ni duda.

De pasadita

Parece increíble, pero en muchas calles de la ciudad, por ejemplo en la alcaldía Cuauhtémoc, se decidió que la política para aliviar el enorme y generalizado problema de los baches, lo mejor, después de años de descuido, era remendarlos, es decir, parchar la calles.

Hay que decirlo: el relleno de los hoyos en las calles no funciona por la profundidad de los mismos y la ínfima calidad del asfalto. Se requería de reconstruir el arroyo vehicular y también las banquetas que son un peligro para los transeúntes, pero ni modo, todo quedó en un ahí se va.

Ciudad Perdida estará fuera de estas páginas durante las fiestas de final del año y nos rencontraremos por ahí de la segunda semana del próximo año, o antes si la noticia obliga.