Lunes 23 de diciembre de 2024, p. 26
San Cristóbal de Las Casas, Chis., No hay duda alguna de que la impunidad en el caso Acteal y en otros crímenes cometidos contra miembros de organizaciones en Chiapas y en México ha causado la grave crisis de derechos humanos y la violencia imparable
, afirmó la organización sociedad civil Las Abejas de Acteal.
Al conmemorar ayer con una misa el 27 aniversario de la masacre de 45 tsotsiles cometida en esa comunidad el 22 de diciembre de 1997, recordó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que tiene un pendiente que se ha prolongado un tiempo no sensato
, por lo que le exigió que emita ya el informe de fondo enlistado desde hace dos años
.
La agrupación a la que pertenecían las víctimas sostuvo que urge que se responsabilice al Estado mexicano de la masacre, porque a la luz de los hechos
le compete.
Como cada 22 de diciembre, cientos de personas acudieron ayer a Acteal para recordar con una misa a las 45 víctimas.
En un comunicado leído antes de la celebración religiosa, Las Abejas manifestó que la reciente sentencia de la Corte Internacional de Derechos Humanos sobre la desaparición forzada del compañero Antonio González Méndez, confirma como lo hemos denunciado junto con otros defensores de derechos humanos, que la estrategia de guerra de contrainsurgencia, inscrita en el Plan de Campaña Chiapas 94, las desapariciones y los desplazamientos forzados en la zona norte de Chiapas y la masacre de Acteal, son el resultado de la guerra que aún no termina
.
No quedarnos cortos, ni ser conformistas en la búsqueda de la justicia y de la memoria y verdad; sigamos siendo esas mujeres y hombres cabales, persistentes que no olvidan, no retroceden y siempre decididos a denunciar y trabajar en la exigencia de la anhelada justicia verdadera y la paz urgente en nuestras comunidades
, señaló.
El obispo auxiliar de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Luis Manuel López, quien celebró la misa, recordó que hace 20 años llegó a Acteal el joven seminarista Marcelo Pérez Pérez, quien ya como sacerdote fue asesinado el pasado 20 de octubre en San Cristóbal.
“Él vino con la intención y el deseo de caminar con ustedes. Él decía: ‘aquí fue mi bautizo y aquí tengo trabajo’”.
Agregó que con ese espíritu, con ese amor de Dios, esa fe, alcanzó la luz de Jesús, con la que empezó a iluminar tantas situaciones de injusticias, abusos, engaños y mentiras, pero quienes viven en la oscuridad no soportaron la luz hasta que acabaron con su vida
.
La vida del cura Marcelo estaba en las manos de Dios, no dependía de los asesinos; él se entregó a Dios y él dispuso de su vida
, concluyó.