a cuenca del valle de México se formó hace 700 mil años, cuando se cerró por su lado sur al surgir el conjunto de volcanes que forman las sierras del Ajusco y Chichinautzin. Los ríos que escurrían de las montañas que no tenían salida formaron un conjunto de lagos. A su alrededor se establecieron diversas poblaciones que emigraron del norte y aquí encontraron un sitio ideal para establecerse por su gran riqueza de recursos naturales.
Sus aguas someras les permitieron recrear el sistema de chinampas, ingeniosa construcción artificial de varas, lodo y raíces del árbol llamado ahuejote –que se dice es una técnica iniciada en la época de los toltecas, 900-1200 dC–.
Es un prodigio ecológico que tiene uno de los índices más altos de productividad del mundo, pudiendo albergar varias cosechas al año, entre las que sobresalen las de verduras y flores. Esto permitió el desarrollo de importantes ciudades, entre otras México-Tenochtitlan, que llegó a tener 200 mil habitantes, de las más grandes del mundo en su época.
Los cochimilcas, la primera tribu que llegó del norte, se estableció en el sur de la cuenca y comenzó su expansión con la construcción de chinampas, sistema que fue reproducido por los grupos que les siguieron hasta la llegada de los mexicas, el último en llegar y que en tan sólo 200 años construyó una impresionante urbe y dominó a todos los pueblos que lo habían antecedido, hasta controlar regiones lejanas como lo que hoy es Centroamérica.
Después de la Conquista, todo comenzó a cambiar, las aguas de los lagos se sacaron de la cuenca y de la superficie del valle de México, cubierta por un enorme sistema lacustre, sólo quedaron unos pequeños lagos en la zona sur, fundamentalmente en Tláhuac y Xochimilco.
Increíblemente, en estos lugares las chinampas han sobrevivido, aunque padecen múltiples problemas por la contaminación, el desabasto de agua y la invasión de viviendas.
Afortunadamente, en lo que queda del lago y humedales, recientemente se reinaguró el Parque Ecológico Xochimilco, un maravilloso oasis situado enfrente del mercado de plantas de Cuemanco. En los años 80 del siglo pasado, el arquitecto Mario Schjetnan realizó la primera recuperación de la zona, lo que mereció que Xochimilco fuera nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Los años no pasaron en balde y el sitio se deterioró, pero ahora, gracias a una rehabilitación integral que realizó en 2019 el mismo arquitecto, recobró su esplendor. Se restauraron los canales, se limpiaron los lagos, se reforestaron las áreas verdes y se construyó un museo y diversos servicios.
Ahora que comienza el periodo vacacional navideño, es una ocasión propicia para ir a pasar un día disfrutando de la naturaleza, y si quieren actividades, hay muchas posibilidades para toda la familia.
Si es amante de la vegetación, en el área natural protegida encuentran la acuática y la subacuática en canales y lagos. Otro tipo es la vegetación halófila, que es el pastizal bajo y espeso y la terrestre que se encuentra a la orilla de los canales con diferentes especies de árboles como ahuehuetes, acacias, ahuejotes, sauce llorón, colorín, causarina, araucaria y majestuosos fresnos, entre otros.
Otro deleite novedoso es la oportunidad de ver numerosas especies de aves acuáticas y terrestres, que es muy difícil poder observar en otros lugares de la ciudad: pelícanos, patos migratorios, garzas y colibríes. Si tiene suerte, a los mejor puede avistar una víbora de agua que serpentean sobre la superficie, una tortuga o un ajolote.
Ahora vamos a otro tipo de diversión: hay varias áreas de juegos infantiles, kioscos con sanitarios, palapas, mesas para pícnic y sitios para realizar talleres infantiles relacionados con el medio ambiente; senderos y caminos, espacios para ejercitarse, como la trotapista de aproximadamente 10 kilómetros y renta de espacios para celebrar festejos.
También puede dar un paseo en trajinera y alquilar lanchas de pedales, bicicletas o cuadriciclos; hay un estacionamiento para más de 400 autos y para bicicletas. No hay que dejar de visitar el Museo Chinampa Xóchitl, que en el exterior muestra tres hermosos murales de azulejos con el glifo y distintos aspectos de Xochimilco. Pequeño, pero sustancioso, el recinto cuenta la historia, tradiciones y cultura del añejo enclave lacustre.
Además, tiene un luminoso restaurante que ofrece platillos de la región preparados por una cocinera tradicional; ya se imaginarán las delicias que van a degustar.