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Brasil: tiempos tensos y agitados
E

l presidente Luiz Inácio Lula da Silva contempla el final del segundo año de su tercer mandato consciente de que el país vivió tiempos tensos y agitados, especialmente en el segundo semestre, que alcanzaron su auge entre noviembre y diciembre.

También tiene consciencia de que el escenario podrá repetirse, quizá reforzado, a partir de enero. Por su vez, son varias contradicciones. La inflación está bajo control, aunque con más fuerza precisamente en el rubro que provoca mayor desgaste del gobierno junto a la opinión pública, el sector de alimentos. El desempleo es el menor de los últimos 25 años.

La economía como un todo creció dentro de lo programado. Mal que bien, el gobierno logró aprobar en el peor, mayor defensor de intereses particulares, el más vendible Congreso de la historia, varios proyectos importantes, pese a las alteraciones sufridas en manos de diputados que no se venden, se alquilan.

Y sin que no se encuentre una explicación clara y concreta, la aprobación tanto de Lula da Silva como de su gobierno en la opinión pública, acorde a sondeos realizados por instituciones respetadas por analistas y estudiosos, es débil.

Entre los entrevistados que aprueban y los que desaprueban el gobierno la diferencia viene oscilando entre dos y tres puntos, alrededor de 35 por ciento. Vale recordar que de acuerdo con los mismos institutos, tal distancia se sitúa dentro del llamado margen de error.

El gran sacudón de los últimos días de 2024 se dividió en dos. Uno, en la prisión de un general cuatro estrellas, algo inédito en la historia brasileña, y el otro la disparada del dólar en el mercado cambiario.

Para tener idea del escenario del cambio, el real brasileño fue, de las 15 principales monedas mundiales, la que más perdió valor frente al dólar.

El Banco Central trató de contener el desagüe vendiendo borbotones de dólares. Sólo entre el jueves 19 y el viernes 20, fueron más de 8 mil millones de dólares despejados en el mercado.

Pero aun así el dólar siguió manteniéndose por encima de la marca de los seis reales. Se supone que hay fuerte dosis de la más pura especulación: pero seguramente la falta de confianza relacionada con 2025 también contribuye para el cuadro.

Tal desconfianza tiene por base esencialmente qué hará el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump a partir de la Casa Blanca. Si cumple la promesa de expulsar residentes ilegales y tasar exportaciones de varios países, Brasil entre ellos, el cuadro se hará más feo.

El otro sacudón en el escenario se dio con la prisión del general cuatro estrellas, aunque retirado, Walter Braga Netto.

Su nombre estaba en la lista junto con otros 36 sospechosos de tramar un golpe de Estado. Entre ellos otro general retirado, ya detenido, y el desequilibrado ultraderechista Jair Bolsonaro, durante cuyo gobierno Braga Netto fue ministro de Defensa. Además, participó, como candidato a vicepresidente, del intento de Bolsonaro mantenerse en la presidencia.

Sobran indicios de que el ex presidente Bolsonaro está cada vez más cerca de la prisión. Quizá por eso el silencio sepulcral frente a la prisión de su amigo.

Braga Netto, es verdad, disfruta de ventajas. Está preso en una sala con televisión y aire acondicionado y recibe la misma comida que los demás oficiales del cuartel en el que está detenido.

Pero hay una amarga ironía: él ya fue comandante de ese mismo cuartel en Río. Del comando a la sala transformada en cárcel ha sido un viaje bastante corto.